El Real Valladolid se disuelve en Eibar con una imagen penosa

Finalmente, Pezzolano se decantó por una defensa de tres centrales para tratar de contrarrestar (en vano) las virtudes ofensivas de los armeros, con la inclusión de Gustavo Henrique como acompañante de Boyomo y David Torres, variación que no funcionó. El zaguero brasileño fue la novedad de un once sin Robert Kenedy(no entró en una convocatoria disminuida, con sólo nueve suplentes en el banquillo) y del que se cayó Sergio Escudero en el calentamiento para que entrase Lucas Rosa por la izquierda. En la medular se mantuvo la dupla Juric-Monchu y Joni Montiel continuó por la izquierda, aunque con un cambio de dibujo que resultó un espanto. En el Eibar, Joseba Etxeberria introdujo un solo cambio en la alineación, pero sin alterar la disposición táctica, con la entrada del efectivo Aketxe por la banda derecha del ataque en lugar de Corpas.

El partido emitió pronto mal olor para el Real Valladolid. Las variaciones de Pezzolano se revelaron fallidas y Boyomo ya tuvo que emplearse a fondo para sacar un balón muy claro de Bautista en el área de John, que tocó lo justo para que su compañero pudiera arreglar el desaguisado defensivo. Las proyecciones iniciales de Lucas Rosa por la izquierda se quedaron rápidamente en agua de borrajas ante un Eibar que empezó a jugar a su antojo. Si hubo un coloso sobre el césped de Ipurua ese fue el conjunto armero. El Real Valladolid menguó hasta convertirse en un alfeñique.

El juego vertical del Eibar desarboló a un Pucela con la defensa abarquillada. Si este equipo presumía de solidez con el dibujo anterior, el 3-4-3 lo convirtió en una verbena atrás. En medio del agobio local, Stoichkov logró perforar la portería de John, pero el VAR detectó un milimétrico fuera de juego con el hombro del extremo. Fue un preludio de lo que llegaría.

El Eibar siguió a lo suyo, con dos marchas más que el Real Valladolid y un juego vertiginoso, originado muchas veces en las botas de Luca Zidane, con envíos largos desde la portería a la zona de ataque. Arbilla regaló un balón a Joni Montiel, pero el madrileño se ofuscó demasiado en su llegada al área y se esfumó la oportunidad para el Pucela.

Con todos los sistemas cortocircuitados, Pezzolano no desplegó respuestas desde el banquillo para corregir la sangría táctica. John se sacó un guante de oro para repeler un tiro claro de Mario Soriano, pero a renglón seguido llegó Aketxe, libre de marca en la frontal, para apretar el gatillo y lograr el 1-0. La deserción de la defensa, sin ningún marcador cerca, resultó sonrojante.

El horror fue 'in crescendo': Iván Sánchez regaló un pase horizontal a Aketxe que Stoichkov acabo desperdiciando. Luego, fue John el que ejecutó un pase lamentable a un espacio que ya había abandonado Gustavo Henrique y que permitió a Stoichkov asistir a Jon Bautista en el 2-0. Todas las vergüenzas del Real Valladolid estaban ya al descubierto. John salvó un latigazo frontal de Soriano y el Eibar amenazó con una goleada. Joni Montiel sólo pudo oponer un disparo lejano de falta, algo que emuló otro francotirador como Aketxe antes del descanso.

Pezzolano entendió, con 45 minutos de retraso, que debía retirar a un central para volver al 4-4-2, así que prescindió de Gustavo Henrique para dar carrete a Cédric arriba. El Real Valladolid mejoró como por ensalmo, se acercó al área de Luca Zidane y, en dos minutos, Sylla ya había reducido diferencias con un cabezazo majestuoso a centro de Luis Pérez. El 2-1 pareció abrir otro capítulo y hubo esperanzas de que la primera parte sólo hubiese resultado una pesadilla. Iván Sánchez y Monchu merodearon por el área del Eibar, pero el conjunto armero volvió a coger la batuta del partido gracias a Jon Bautista. Soriano le sirvió el 3-1 a Stoichkov, que burló a Luis Pérez. El lateral recibió luego una dura falta de Bautista y se retiró lesionado, momento que aprovechó el recién entrado Qasmi para descerrajar el 4-1, tras colarse entre Boyomo y Anuar.

Con el partido ya en el sumidero para el Pucela, el VAR corrigió a Arcediano Monescillo, que había señalado un penalti de David Torres sobre Corpas cuando el pisotón había sido fuera del área. Dio igual. John, que igual saca un gran guante como comete una pifia tremenda, fue incapaz de detener el disparo de Matheus y Rahmani rebañó el 5-1 final.

El Real Valladolid mostró todas sus vergüenzas en un partido en el que acabó muy dañado. Hay una distancia sideral entre este Eibar brioso y el triste Pucela que incompareció en Ipurua. Y Pezzolano, con su libreto defectuoso, no ayudó nada.