El Real Valladolid más coral de la temporada se come al Betis

Lo hizo hace un mes con el Valencia CF, con desfibriladores en la grada, y lo repitió ante el Real Betis, uno de esos rivales con pedigrí europeo, no un rival directo por no regresar por la vía rápida al pozo de la Segunda. De ahí la mejoría, con los mejores momentos de juego de la temporada y con futbolistas recuperados para la causa. Otros quedan retratados, y difícilmente volverán a jugar con la camiseta blanquivioleta (palabra, palabrita de la dirección deportiva, pero también de sus propios compañeros, que les han leído la cartilla esta semana).

Para muestra, el aplauso desmedido del 'capi' a Marcos André (¡qué bueno que volviste!) y el golpe de pecho con pecho, con los aficionados poniéndose de pie para aplaudirle tras una carrera de noventa metros y tapar el hueco dejado por Raúl Moro... ¡En la segunda mitad!.

El Pucela agradeció que no hubiera plebiscito tras lo de Orense y los jugadores respondieron con una presión inusual y las ganas que no se vieron en la eliminación copera en Galicia. Le brindaron a Diego Cocca su primera victoria, con portería a cero (aunque a veces parezca un milagro) y dejaron muy claro desde el inicio que el equipo no era el de Girona. Tuvo la primera casi sin darse cuenta. Con Altimira aún en el túnel de vestuario, Marcos André se encontró con un balón que no terminó de creerse cuando Kike Pérez respondió a los pitos del público con un robo con la presión alta, que dejó al ariete brasileño delante del guardameta Fran Vieites, que tampoco se había ajustado aún los guantes. No se lo creyó, y tuvo que llegar Anuar como un bólido por la derecha para rematar él a la derecha de la portería, en lo que podía haber sido un calco al gol contra los valencianistas con los mismos protagonistas. Pintaba bien.

No fue la única ocasión. No se habían cumplido los primeros cinco minutos, y Raúl Moro –al que en Ámsterdam colocaban ya en el avión–, ya había demostrado que lo de la rodilla de Orense estaba olvidado. Jugada típica del extremo catalán hacia dentro, que termina con un 'tirito'. Era otro aviso, pero el Pucela ya había lanzado más que en todo el partido en Montilivi.

Despertó el Betis, porque despertó Isco, el mejor jugador de los verdiblancos de lejos. Tardó en darse cuenta el Pucela de que todo lo que podía generarle el conjunto hispalense saldría de las botas del malagueño, que tiene el objetivo de volver a ser internacional tras su lesión, aunque el físico le dure hasta donde le dure. Suyas fueron las mejores jugadas, con una dejada para que Abde lanzase por encima de la meta de Hein, o para que el balón terminase en una contra en la que Lo Celso, con toda la portería para él, lanzó arriba. Fueron los mejores minutos de los visitantes, pero el Real Valladolid... ¡Estaba compitiendo! Algo que había pedido de puertas para adentro Cocca a los suyos. Un mensaje que el propio técnico argentino había recibido esta semana a la espera de la llegada de refuerzos que eviten que los jugadores se marchen de los partidos con la necesidad de vacaciones en Marina D'OR, dado el esfuerzo gigantesco para sumar tres puntos, por la mínima y pendientes de que ese delantero de turno no acierte con las mallas. Es la realidad, y en el caso de salvación tendrá que serlo así. Hoy el vaso se ve algo más lleno.

Media parte aseada, que dejaba las dudas de qué pasaría tras el paso por los vestuarios, pero el equipo salió igual. No 'sesteó' y le dejó la cama al Betis, que cuando se quiso darse cuenta ya había encajado un gol, en un partido que se presuponía de poco tanteo, dadas las carencias de ambos arriba.

El gol, aunque fue de Kike Pérez, con el don de la ubicuidad y que cambió los pitos por aplausos, fue más de la mitad de Marcos André, que se inventó un control y un pase a Lucas Rosa, para que su compatriota –otro de los que necesitará baño y masaje estos días–, cediese para que la empujase el '8' del Pucela a la red.

Sesenta minutos y 1-0... El guión de ese otro Pucela –vamos el de esta temporada e, incluso, el de la anterior– sería acularse atrás y aguantar, y aguantar, y aguantar... Pero no, el equipo plantó cara hasta el minuto 80, y solo los cambios lastraron el potencial físico de los blanquivioleta (otra de las buenas noticias), y que deja también retratados a futbolistas como Amath o Sylla (este último con la excusa del regreso por lesión).

La tuvo el delantero senegalés sin ritmo. La tuvo Moro, al que daban treinta minutos de cortesía en el partido antes del trapaso a Ámsterdam –lo jugó todo–, pero la defensa verdiblanca, con Aitor Ruibal destacado, se convirtió en un secadero para que las ocasiones ya solo se diesen en la portería de Hein, donde en los diez de añadido hasta Javi Sánchez tuvo que sacar un balón debajo de los palos. ¡Qué sufrimiento! ¡Qué locura! ¡Y un buen Pucela por fin!