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los jugadores celebran la clasificación sobre el campo.

El Real Valladolid se clasifica para la Copa del Rey Juvenil

Los blanquivioletas firman una primera vuelta pletórica y alcanzan la competición 14 años después de la última vez

Juan Díez-Regidor

Domingo, 8 de diciembre 2024, 14:55

El Real Valladolid tiene un motivo de alegría este domingo. El primer equipo juvenil, dirigido por Manu Olivas, ha conseguido clasificarse para la Copa del Rey, tras vencer al Burgos en Los Anexos (2-0). Después de una primera vuelta sobresaliente, los blanquivioletas, a falta ... de una jornada, han logrado sellar un objetivo que no se alcanzaba desde hace 14 años, desde la temporada 2009/2010.

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Y es que en medio de la situación que atraviesa el club, marcada por la falta de mimbres en el primer equipo, este grupo de futbolistas de entre 16 y 19 años ha confirmado que aquí hay futuro, que si se apuesta por ellos no defraudarán, al menos no por nivel, pues asaltar la tercera plaza de esta liga (el Grupo V) no es nada sencillo al ubicarse allí grandes canteras profesionales.

Sobra decir que el objetivo primordial es la formación. Bien es cierto que con una meta competitiva todo se forma mejor y más rápido. Los de Manu Olivas, desde el principio, se empeñaron en cumplir este reto. De hecho, ya el año pasado se quedaron a las puertas de conseguirlo, al quedar fuera en la última jornada.

Este curso la plantilla era aún mejor o, al menos, más compensada. Desde la portería, donde Samu y Gonzalo –protagonistas ya el curso anterior– han mostrado su mejor cara, hasta la delantera, con un Mariano estelar –9 goles viniendo de marcar 26 en una categoría inferior– pasando por un centro del campo que reunía todas las características disponibles.

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Con Pascu a la cabeza, con sus chispazos con el balón como principal valor, con un Juan Carlos Murcia que, pese a ser el nuevo, se adueñó pronto de la medular y con Rulo como gran filtrador de pases tan arriesgados como claves. Faltaba mejorar el aspecto defensivo y el Valladolid encontró a Alani, que se ganó la titularidad a base de esfuerzo.

Once con el que saltó ante el Burgos. Lidia Risco-RVCF

No empezó del todo bien la temporada, es cierto, porque todo lo que el Valladolid ganaba en casa lo perdía a domicilio. Los tres primeros triunfos en Anexos se contrarrestaron con tres derrotas lejos de casa y no había regularidad. Se consiguió a base de trabajo y también de encajar piezas y encontrar ese 11 tipo, hasta tal punto de que los blanquivioletas no volvieron a perder en liga, a excepción del choque ante el Atlético de Madrid. Un gol en el 87 les privó de mantenerse invictos en casa en un partido donde merecieron más.

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Por ello, el partido posterior, en Getafe, se planteó como una final anticipada. Cada visita a Madrid había sido un tormento, ya fuera por la superioridad del rival o por las decisiones arbitrales que casi siempre caían en contra. Getafe borró todo eso pese a que el guion inicial del choque no invitaba a ello.

El gol a los pocos minutos de los azulones los espoleó hasta acabar goleado en una exhibición de sus hombres de arriba (doblete de Mariano, gol de un Yago San Miguel que poco a poco ha ido creciendo y de Hugo Calvo, valiente durante todo el curso), pero también gracias a un sistema defensivo que pocas veces decepcionó.

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Arco, Aranda y Galde fueron turnándose en el once inicial. A ello se le sumó la sobriedad de Flores y la extraversión de Platero, que llegó casi a perder un ojo por el equipo. Cada uno fue relevante en su papel, pero nada más importante que todos en su conjunto.

Fue la clave de un éxito que ya se celebra en Los Anexos, una alegría dentro del oasis que rodea al club en lo deportivo. La cantera, en este caso el juvenil, ha conquistado un objetivo que empezará a disfrutarse cuando dé inicio la competición. Todo lo que llegue después ya será un regalo.

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