Un Real Valladolid castigado otra vez por su excesiva fragilidad

Rubio dio la vuelta como un calcetín al once del Pucela, con siete cambios respecto al último partido ante el Celta. El más significativo fue el debut del canterano Arnau Rafús en la portería, en ausencia del lesionado Karl Hein, a pesar de la presencia de André Ferreira en la lista (el portugués, con molestias desde hace un mes, se quedó en el banquillo). Luis Pérez volvió al lateral derecho en detrimento de Antonio Candela; David Torres ocupó el lugar de Eray Cömert en el eje de la zaga; Juric apareció en el centro del campo en lugar de Nikitscher; Iván Sánchez relevó a Anuar en la banda derecha del ataque; Amallah entró por Grillitsch y Latasa volvió a ocupar la punta tras su sanción para dejar a Sylla en el banquillo. En la Real Sociedad, Imanol Alguacil conservó más el esqueleto de la última jornada ante el Rayo y sólo rotó en el lateral derecho (Traoré), en la medular (Marín) y en punta, con la vuelta de Oyarzabal.

El Real Valladolid salió con mucho brío durante el primer tramo del partido, una energía ofensiva que le permitió llegar con cierto peligro al área de Remiro. El disparo de Latasa a los 40 segundos quedó invalidado por fuera de juego, pero anunció una intención blanquivioleta. La Real se mostró algo deslavazada defensivamente y Zubeldia se ovilló en una acción que no pudo aprovechar Latasa. Un error en la salida del debutante Rafús no tuvo consecuencias y el partido adquirió ritmo de ida y vuelta, con el Pucela soplando más fuerte que los donostiarras.

El conjunto blanquivioleta exploró las dos bandas, con Iván Sánchez percutiendo hacia dentro y Raúl Moro buscando el desborde. Las asociaciones parecían sólidas y a Remiro se le empezó a perlar la frente. El Real Valladolid trataba de taponar la salida blanquiazul con un 4-4-2 defensivo, con Amallah en línea junto a Latasa.

Sin embargo, no tardó en acaecer la desgracia. Ya se sabe que este Pucela presenta una mandíbula de cristal y que si hay un término que lo define es el de 'fragilidad'. Pablo Marín cabalgó por la banda izquierda de la Real sin que Luis Pérez le encimase, lo que facilitó un centro placentero. David Torres se bloqueó sobre el césped y dejó que Oyarzabal rematase a bocajarro mientras Rafús saltó 'hacia abajo', con nula potencia en las piernas. El 1-0 en el minuto 22 mandó al Real Valladolid a la lona sin muchas contemplaciones y volvió a evidenciar que basta un simple soplido para derribarlo.

El equipo de Álvaro Rubio se deshizo durante los siguientes minutos mientras rumiaba su habitual desgracia. La Real Sociedad jugó a placer, en tercera, sin despeinarse. Los espacios se abrían a pesar de la lenta circulación y el Pucela mostró los múltiples problemas que padece para jugar sin balón. La realidad es que nadie parecía estar en su sitio.

Las llegadas de Traoré por la banda derecha aumentaron la sensación de peligro local, con Aznou tratando de mantener el tipo y ayudas intermitentes de Raúl Moro. Juric se jugó el penalti ante Pablo Marín, pero el árbitro no consideró suficiente el agarrón antes del remate. Con Latasa alejado del área y el Real Valladolid hundido atrás, el mando era donostiarra. Olasagasti no llegó al centro de Javi López y sólo un centro de Moro despejado por la defensa permitió una mínima proyección visitante antes del descanso.

Raúl Moro cayó en el área tras un golpe de Sergio García, pero Cordero Vega no quería saber nada de penaltis. A continuación, Kubo retrató la inconsistencias de las marcas pucelanas con una internada en el área de Rafús y un disparo desviado. Moro ejerció de heraldo ofensivo con un centro que Elustondo casi convierte en un autogol. Torres no llegó a un balón bien centrado desde el cornijal. El Real Valladolid se repuso. Las entradas de Grillitsch y Sylla derivaron el dibujo hacia un 4-4-2. Pero llegó otra desgracia: David Torres ejerció de cadete con un agarrón absurdo sobre Oyarzabal junto al lateral del área. Sergio Gómez marcó el 2-0 de falta directa, con el balón paseándose ante un bosque de piernas y Rafús superado por su palo largo.

El Real Valladolid no perdió el pulso y Chuki gozó de una ocasión inmejorable para recortar distancias en el área. La entrada de Arnu dejó a tres 'nueves' del Pucela sobre el campo en el tramo final. La inclusión de Machis resultó determinante. El venezolano se sacó de la chistera un gran centro que remató a gol Juanmi Latasa en el 92. El 2-1, con cuatro minutos de tiempo añadido, sirvió como toque de corneta para un Real Valladolid que vio una rendija iluminada. Machis aceleró una y otra vez y hasta Rafús se sumó al área de Remiro en la jugada final.

El Pucela perdió de nuevo (suma un punto de los últimos 30), pero, al menos, acabó peleando. No parece mucho, pero es lo que hay.