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Tres de las mejores figuras de la historia madridista, Di Stefano, Gento y Puskas, que sin embargo no pudieron evitar la gran victoria del Real Valladolid ante el pentacampeón de Europa
Y el Real Valladolid borró del campo al Madrid

Y el Real Valladolid borró del campo al Madrid

Considerado el mejor partido de la historia del viejo Zorrilla, el Pucela se impuso a un rival con Di Stéfano, Puskas y Gento

José Miguel Ortega

Valladolid

Domingo, 26 de enero 2020, 08:29

A pesar de ser un día desapacible y lluvioso, aquel 6 de diciembre de 1959, el estadio municipal «José Zorrilla» registró el mayor lleno conocido hasta entonces, porque no en vano se enfrentaban el Real Valladolid de los cuatro sudamericanos que se trajo Saso en la mejor operación-fichaje de la historia del club blanquivioleta, y el Real Madrid, que había ganado cuatro Copas de Europa y se postulaba aquella temporada como pentacampeón continental.

El equipo blanco llegaba a aquella duodécima jornada de Liga como líder y con 36 goles marcados en los once encuentros anteriores, gracias a la impresionante capacidad realizadora del trío Puskas, Di Stefano y Gento, sin olvidar la aportación del brasileño Didí, campeón mundial con su selección, que Bernabéu había fichado para hacer olvidar a Kopa, que había vuelto a su país.

En los comentarios previos, los tres periódicos locales dejaban entrever que lo normal sería un triunfo visitante, pero que no parecía imposible que el joven Valladolid de José Luis Saso plantase cara a aquella constelación de estrellas mundiales entrenadas por el paraguayo Manuel Fleitas. Un empate tenía sabor de victoria vallisoletana en los pronósticos que se hacían en las tertulias de los cafés futboleros de entonces.

Lo que nadie podía imaginar es lo que iba a ocurrir en aquella tarde inverniza, sobre el mojado y resbaladizo césped de «Zorrilla». El Valladolid salió hecho un vendaval, cerrando espacios al rival y percutiendo a base de rapidez y profundidad sobre el área visitante una y otra vez. El Madrid, aturdido por las oleadas atacantes locales, apenas acertaba a alejar el peligro a base de despejes y fueras de banda, sin conseguir imponer la enorme calidad de sus hombres.

Fruto de la abrumadora superioridad blanquivioleta, a los 14 minutos llegaba el primer gol, con un gran pase de Endériz que Morollón aprovechó para batir al meta argentino, Domínguez. Saso le estaba dando una lesión táctica a su colega Fleitas, cambiando de posición a algunos de sus jugadores, como Solé, Mirlo y Endériz para anular a las principales piezas de artillería rivales, especialmente a Puskas, mientras que Didí se perdía él solo sobre el barro del campo.

Este era el aspecto juvenil de Endériz, la gran figura del partido, que entonces solo tenía 19 años

El fútbol del Valladolid era veloz, fluido, profundo y ambicioso, una sinfonía perfecta como nunca antes se había visto en el estadio. Poco antes del descanso, Morollón protagonizaba una gran jugada, dejando a Mirlo solo para conseguir el segundo tanto, que hacía justicia a los méritos locales.

Siempre se ha dicho que los quince minutos de tregua entre la primera y la segunda parte, suelen beneficiar más al que va perdiendo, porque puede reconocer sus errores y ordenar las piezas de cara a la reanudación. Y en efecto, el Real Madrid redujo diferencias a los 59 minutos, con un formidable remate de volea de Gento, tras el saque de un córner. El gol madridista sembró de dudas el horizonte, pero aquel Valladolid tenía hambre y ambición, de modo que lejos de venirse abajo, volvió a tomar el mando y apenas dos minutos después, Cacho Endériz protagonizó la jugada del partido, avanzando con el balón pegado a los pies y driblando a cuantos contrarios le salían al paso, incluso al último bastión de la zaga, el central Santamaría, engañando después a Domínguez con un amago, para marcar a puerta vacía el 3-1 que sería definitivo. Fue la guinda a la formidable actuación de Eduardo Endériz, tal vez la mejor de su carrera.

El gol debió oírse hasta en la Plaza Mayor y las gradas se llenaron de pañuelos para festejar el tanto y lo que ya parecía un triunfo seguro, como efectivamente ocurrió. Todas las crónicas locales coincidían en señalar a aquel partido como el mejor de cuantos se habían celebrado en el estadio, que cumplía por entonces 19 años de vida. La prensa nacional se hizo amplio eco de la hazaña del Pucela, que frenó en seco al SuperMadrid que meses después ganaría su quinta Copa de Europa.

En los vestuarios, Fleitas reconoció la justicia del triunfo vallisoletano y la sorpresa que le había causado la calidad del futbol desplegado por el rival, aunque puesto a buscar excusas, dijo que el terreno de juego les perjudicó más a ellos.

Con el arbitraje de Ortíz de Mendivil, probablemente el mejor colegiado español de aquella época, los protagonistas del partido fueron, por el Real Madrid: Domínguez; Marquitos, Santamaría, Zárraga; Vidal, Ruiz, Chus Herrera, Didí, Di Stefano, Puskas y Gento, y por el Real Valladolid: Estrems; Pontoni, Lesmes, Benítez; Matito, Solé; Joselín, Aramendi, Morollón, Mirlo y Endériz.

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