El Real Valladolid aparca las dudas en el estreno liguero

Los dos goles del equipo blanquivioleta llegaron a centros con la izquierda de Iván Sánchez. Con 0-0 el VAR anuló un gol de Djuka tras una mala acción de Masip y la defensa local

El fútbol de mediados de agosto tiene más aroma de partido del Trofeo que de la Liga, más de pretemporada que de competición, y más en este fútbol del siglo XXI en el que manda más el mercado que el juego; los equipos siguen de pruebas y nadie duda de que el Real Valladolid y el Sporting que se enfrentaron en el Zorrilla se parecerán muy poco a los que se medirán dentro de unos meses en El Molinón.

El Real Valladolid del descenso reclamaba una limpia en el campo y en el vestuario, y Pezzolano, porque no le queda otra, presentó un primer once en el que sólo sobrevivían tres nombres de los dieciséis que no pasaron del 0-0 contra el Getafe: Masip, Luis Pérez y Escudero. Había muchas dudas sobré qué equipo íbamos a ver, pero no dio tiempo porque los primeros veinte minutos se convirtieron en una versión poco recordada del Festival de Benidorm, con muchos 'cantantes' en las áreas defensivas.

No se cumplió el primer minuto e Insua ya se llevó por delante a Cédric. Amarilla y falta peligrosa al borde del área que no aprovechó Escudero. Cinco minutos después un sudor frío recorrió las gradas del Zorrilla porque refrescó algunos de los peores recuerdos de la temporada pasada: los centrales blandeaban, Julio Otero tuvo tiempo y espacio para chutar, y Masip acudió al rechace como un espantapájaros; la pelota, golpeada por Djuka, atravesó la línea y volvió al medio campo para ponerse en juego con el 0-1; el remate fue raro y algo sospechó en el VAR Moreno Aragón, que en la repetición vio cómo el ariete serbio golpeaba el balón con el brazo. Respiren.

Suspiro de alivio, y también de resignación, porque el Real Valladolid vuelve a fallar mucho en la defensa. Menos mal que sus colegas de Gijón salieron en su auxilio, y es que cuesta entender que un veterano como Insua dejase viva una pelota que conejeaba por el área, allí la puso Iván Sánchez en busca de una duda del central y del portero, confiado en que a un 'nueve', cuando está en estado de gracia, le entra todo; Cédric tuvo la virtud de pasar por allí y firmar su primer gol como futbolita profesional.

El 1-0 tranquilizó al Real Valladolid, seguro con la autoridad que ejercían Monchu e Iván Sánchez en la medular, con De la Hoz de guardián, y con el peligro que llegaba desde las bandas, más real por la derecha de Moro que por la izquierda de Tunde, al que nadie le puede negar la voluntad. Esa calma desaparecía cuando el juego se acercaba al área blanquivioleta; Víctor Rofino demostró su bisoñez, lógica, y Boyomo despertó muchas dudas, impropias en el central de referencia del equipo. Incluso debió irse al vestuario en el minuto 39, pero González Esteban miró para otro lado, le perdonó la segunda amarilla y Pezzolano evitó riesgos sustituyéndole en el descanso.

No tenía buena pinta el arranque del Real Valladolid en la segunda parte. La iniciativa parecía ser del Sporting, pero la diferencia de calidad volvió a asomarse con el centro medido de Iván Sánchez, el agujero de los centrales gijoneses y el cabezazo impecable de Monchu. El 2-0 era una distancia insalvable para el Sporting, con los blanquivioleta cómodos en la sala de máquinas, donde se incrustaba Escudero para dar salida al balón, y con el canterano Quintana cerrando bastante bien esa zona. Además, Kenedy, aun con su planta de peñista, tiene fútbol suficiente en su izquierda para estirar al rival y exhibió una energía que le desdobló en varias ocasiones en tareas defensivas, sobre todo cuando la entrada de Hassan abrió una autopista en la banda derecha del Sporting, con un Escudero muy cansado, incapaz de taponar las entradas del franco-egipcio, al que sólo le faltó más finura en los centros para darle emoción a los últimos minutos.

El posible 2-1 se quedó en el tintero y Valladolid y Sporting habían regado con mucho sudor el césped del Zorrilla para intentar un último arreón. Kenedy tuvo el tercero en un mano a mano con Yáñez en el minuto 90, pero el balón se enredó, el brasileño se quedó sin el premio del gol y los tres puntos se guardaron en casa. Tres puntos que vendrán muy bien para calmar las aguas del Pisuerga, que no necesitan mucho para bajar revueltas.