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José Miguel Ortega
Sábado, 16 de marzo 2024, 20:59
Aunque la Federación Española de Fútbol no había decidido nada al respecto sobre la obligatoriedad de alinear en cada partido de Liga a dos jugadores menores de 20 años, el Real Valladolid fue un adelantado y dos años antes de que llegase esa norma, alineó a ¡cinco jugadores Sub-20! el 19 de marzo de 1978.
Fue en La Romareda, en la jornada número 30 del campeonato de 2ª división frente al Zaragoza, que era el líder y máximo aspirante al ascenso. El Valladolid, en cambio, había perdido todas las opciones de retornar a primera pese a que al principio de temporada partía como uno de los más firmes candidatos a alcanzar ese objetivo.
Seguramente por eso el técnico blanquivioleta, Paquito, se atrevió a dar la oportunidad soñada a los más jóvenes de la plantilla, en un campo difícil y ante un rival experto que tenía en sus filas a varios internacionales y marchaba embalado hacia el ascenso. En la formación inicial del conjunto vallisoletano aparecían nada menos que tres Sub-20: Gail (17 años), Borja (18) y Aragón (18), lo que ya suponía un acto de valentía notable en el fútbol de hace cuarenta y seis años, pero es que en la segunda parte también entraron Sánchez Valles (18) y Luis Minguela (18) para sustituir a Toño y a Rusky, por lo que coincidieron en el terreno de juego los cinco juveniles del Pucela gracias a la valentía rayana en la temeridad del míster.
El Zaragoza ganó por 3-0 y dio un salto casi definitivo para acabar la Liga como campeón de segunda, pero la verdad es que no le resultó tan fácil hacerse con la victoria como pueda parecer por el resultado, pues el primero de los goles llegó a los 22 minutos, obra de Pichi Alonso, pero los otros dos tantos maños se produjeron en la segunda mitad, a los 50 minutos y a los 91, en el tiempo de prolongación, obra de Juanjo y de Pichi Alonso, respectivamente.
Hubo gente que no entendió aquella decisión de poner a cinco chavales frente a jugadores hechos y derechos, algunos internacionales como Víctor Muñoz, Pichi Alonso y Planelles, pero no tardaría mucho en demostrarse que gracias a la valentía del entrenador el Valladolid pudo vivir de la cantera, y muy bien por cierto, en lugar de hacer grandes desembolsos para fichar jugadores con más experiencia pero con menos calidad.
Salvo Juanjo Aragón, que jugó menos a pesar del talento que indudablemente tenía, los otros cuatro fueron piezas importantes en el futuro del Real Valladolid, especialmente Minguela que estuvo quince temporadas en Zorrilla y se consolidó como uno de los más importantes mitos de la historia blanquivioleta.
Sánchez Valles y Gail fueron traspasados al Betis en donde también dejaron un excelente recuerdo y Borja, probablemente el mejor futbolista nacido en Valladolid, se malogró con una lesión en la rodilla de la que hoy se recuperan todos los que la sufren, pero entonces desgraciadamente la traumatología estaba a años luz de la que actualmente se practica.
Francisco García 'Paquito' que en sus tiempos de futbolista activo militó en solo dos equipos, Real Oviedo y Valencia, de los que fue santo y seña llegando a vestir la camiseta de la selección española en diez ocasiones, se convirtió después en uno de los entrenadores españoles con una trayectoria más dilatada, nada menos que treinta años, siendo el Real Valladolid uno de de los primeros equipos que apostó por él en dos etapas diferentes.
La primera en la temporada 1977-78 cuando se produjo la noticia que hoy hemos recordado, en la que el equipo se clasificó 7º, a siete puntos del ascenso, y la segunda, ya con el Pucela en primera división, campañas 1980-81 y 1981-82, en las que consiguió el objetivo de la permanencia holgadamente, duodécimo y noveno clasificado, respectivamente.
Paquito fue el técnico ideal para el plan que habían puesto en marcha Ramón Martínez y Santiago Llorente a quienes se unió más tarde Javier Yepes, y que consistía en apostar por la cantera fichando a juveniles de las diferentes provincias de la región por muy poco dinero para convertirles en jugadores de alto nivel que garantizasen el éxito deportivo del equipo y también el aspecto económico si alguno de los equipos grandes se interesaba por sus servicios sin que resintiera el potencial futbolístico del Pucela, como lamentablemente había ocurrido en la década de los cincuenta.
Al técnico asturiano no necesitaban darle instrucciones desde la Secretaría Técnica para que promocionase a los más jóvenes, pues esa apuesta la tenía él por bandera. Y así, además de aquellos cinco Sub-20 que jugaron juntos contra el Zaragoza en La Romareda, en su segunda etapa promocionó a Jorge, Eutiquio, Javi y Duque al tiempo que tres de los miembros del quinteto de los Sub-20, Sánchez Valles, Gail y Minguela, se asentaban como titulares indiscutibles. Lamentablemente Borja estaba ocupado en recuperarse de su grave lesión de rodilla y Juanjo Aragón prefirió probar fortuna en el Granada.
Pero volviendo a la noticia que tanto había impactado en aquel encuentro del día de San José de 1978, las alineaciones fueron, por el Real Zaragoza: Nieves; Blanco, Camus, India, Royo; Arrúa, García Castany (Víctor Muñoz), Oñaederra; Juanjo, Oviedo (Mendieta) y Pichi Alonso.
Real Valladolid: Llacer; Avelino, Gail, Nicolás, Toño (Sánchez Valles); Borja, Moré, Mellado; León, Rusky (Minguela) y Aragón.
Los aficionados más jóvenes se preguntarán por qué hace casi medio siglo había tantos jóvenes con talento en la cantera blanquivioleta y ahora no. La respuesta es fácil: la clave no estaba en los chavales, sino en quienes les descubrían.
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