Waldo intenta el quiebro dentro del área. Rodrigo Jiménez

El Real Valladolid B se acerca a la permanencia al ganar al Adarve

Los blanquivioletas se imponen con claridad al Adarve con goles de Miguel y Zalazar

Domingo, 24 de marzo 2019, 15:29

En el mundo del fútbol la conexión entre las piezas es lo que logra separar la victoria de la derrota. El Valladolid B, en el momento clave de la temporada, ha logrado ensamblar todas las piezas de tal manera que no solo la ausencia de ... alguna pasa desapercibida, sino que ha tornado en un equipo versátil en el que muchos hacen muchas funciones, y casis todas bien. Durante gran parte de la temporada Waldo y Miguel, o Waldo y quien fuera eran el arma ofensiva más reconocible. Ayer lo fueron Waldo, Miguel, Zalazar, Javi Pérez, Kike Pérez y Apa. Y cuanto más eslabones tiene una cadena, más fuerte es.

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Real Valladolid B

Samuel, Apa, Corral, Jaime, Salisu, Raúl Navarro, Zalazar, Kike Pérez, Miguel, Javi Pérez (Mario, min. 81) y Waldo (Dani Pedrosa, min. 84).

2

-

1

Unión Adarve

Parras, Miguel, Jordi, Olmedo (Sánchez, min. 57), Juanma, Darío, Gianni, Richi Jr, Adighibe, Onega (Gerardo, min. 57) y Ángel Auñón (Miñambres, min. 46).

  • Goles 1-0, min. 36: Miguel aprovecha un rechace después de que Zalazar disparara al poste tras una buena triangulación con Apa y Kike Pérez; 2-0: min. 48: Zalazar saca tajada de una exquisita jugada de Miguel; 2-1, min.76: Berodia, de penalti.

  • Árbitro Gao Aladro (comité asturiano). Extraordinaria actuación del trencilla asturiano. Aplicó la ley de la ventaja con criterio, controló los nervios de los jugadores y dejó jugar cuando era necesario. Amonestó a Salisu, Jaime y Waldo, del Real Valladolid B; y a Richi Jr, Darío y Gerardo, del Unión Adarve.

  • Incidencias Partido correspondiente a la trigésima jornada del Grupo I de Segunda División B celebrado en los campos Anexos al estadio José Zorrilla.

Necesitaba el filial blanquivioleta el triunfo ante el animoso pero limitado Adarve. Encadenar dos triunfos seguidos se antojaba clave apra huir de la zona infernal de la clasificación. Y lo logró. Y con los tres puntos deja a seis la zona de promoción y a 10 la de descenso. Y con ocho jornadas. Nada está decidido, pero sí encarrilado.

El triunfo, los tres puntos, los cimentó Miguel Rivera en dos decisiones: dar entrada a Jaime con Salisú para manejar los balones aéros en el área propia y, especialmente, confiar en Raúl Navarro y los Pérez para desarmar a los madrileños en la línea de creación. Y le salió de maravilla el planteamiento al andaluz, que vivió el choque con relativa placidez porque pronto se vio que las dupla Corral-Waldo y Apa-Zalazar iban a terminar desequilibrando. El Adarve, que conocía la explosividad de la banda izquierda pucelana hizo todo el esfuerzo por taponar esa zona, y se encontró con que el palentino y el uruguayo mezclan de manera tan adecuada que siempre encontraron las superioridades y con ellas el primer gol.

A partir de ahí los locales se serenaron en proporción inversa a como aumentaba el nerviosismo madrileño. El fútbol es un juego de once contra once en el que uno no marca nunca a nadie aunque pueda coger el balón con las manos. Por eso, al arrancar la segunda mitad, Miguel encontró el balón que buscaba -profundo, en ventaja y con opciones de exponer sobre el tapete su excepcional técnica-. No lo desaprovechó porque ganó la línea de fondo y superó al portero con un toque preciso y tenso para dejar el balón a Zalazar en bandeja.

El 2-0 inclinó el choque hacia el campo forastero. El filial tocaba, jugaba, se gustaba y llegaba antes. El Adarve se desesperaba y cada minuto que pasaba era una palada más en el túnel que les conduce a Tercera. Ni Parras, el alma del equipo, podía contagiar optimismo y garra. Hasta que Salisú midió horriblemente mal un balón cruzado y al intentar remedar el error cometió un flagrante penalti. El tanto debía reactivar a los visitantes, pero lo que hizo fue sacar a flote la madurez de los Pérez y Raúl Navarro. Y el Promesas apenas sufrió. E incluso debió aumentar la cuenta en dos buenas contras a las que Parras, el guardameta, respondió con solvencia y calidad. Fue el epílogo adecuado para un partido justo en el que los mejores fueron los de más calidad. Por ambos lados.

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