Secciones
Servicios
Destacamos
J. C. Cristóbal
Lunes, 8 de enero 2024, 11:57
Con la 23-24 actual, son ya catorce temporadas desde que se instauró la promoción de ascenso a Primera entre el tercer y el sexto clasificado de la división de plata. Suficientes para tener una perspectiva que permita un análisis sosegado, sin necesidad de derrumbarse por el realismo que acarreó la doble derrota de la última semana de competición del año (1-0 y 0-1 ante Villarreal B y Racing de Ferrol), el pésimo juego del equipo y la pasividad de la directiva para reforzar la plantilla en el mercado de invierno; si en todos los corrillos futbolísticos de la ciudad hay un consenso, es que el grupo que maneja Pezzolano es corto e insuficiente para dar el salto de forma directa. Además, y por desgracia para el aficionado pucelano, el Real Valladolid es protagonista directo del proceso al participar en ocho de las catorce ligas, contando la de este curso, con resultados dispares: sólo un ascenso directo (21-22), dos en la promoción contra Alcorcón (11-12) y Numancia (17-18), dos fiascos en el 'play-off' contra Elche (10-11) y Las Palmas (14-15) y dos temporadas consecutivas en las que ni siquiera se accedió a los puestos de acceso a la promoción (15-16 y 16-17). Sí que hay un dato común desde que se abrió el sistema de competición en la 10-11: el equipo que se proclama campeón de invierno, sube siempre a Primera; solo el Las Palmas, el año que eliminó al Real Valladolid, necesitó la repesca de la promoción.
Un vistazo a la clasificación al término de la primera vuelta deja una lectura sin discusión: la igualdad es máxima debido a la mediocridad general; entre el líder Leganés y el Elche, en el peldaño 12, hay solo nueve puntos de diferencia, tres jornadas, muy pocas si se tiene en cuenta que la Segunda concede varias rachas positivas y negativas a todos los equipos, también al Real Valladolid, con una trayectoria que parece el perfil de una etapa alpina del Tour: un arranque liguero con tres derrotas consecutivas que presagiaban un desastre, una serie de nueve victorias en doce jornadas que igualaban registros de tiempos mejores y un cierre de tres derrotas en cuatro partidos que dejan una imagen más real del potencial de la plantilla blanquivioleta. Tampoco es el Real Valladolid de Segunda un equipo con buenas primeras vueltas, sólo una vez, en la temporada 11-12, alcanzó el ecuador en puesto de ascenso directo, por detrás del Deportivo, sumó en la segunda vuelta más puntos que en la primera (39 y 43), y necesitó superar en una promoción al Córdoba y al Alcorcón para volver a la División de Honor. Era el Pucela de Djukic, con Óscar, Nauzet, Javi Guerra, Sisi o Jesús Rueda.
Hay que dejar fuera de la ecuación a los equipos de las temporadas 15-16 y 16-17, cuando ni siquiera se alcanzó la promoción. En la primera de ellas, con baile en el banquillo entre Gaizka Garitano (hoy en el Almería), Portugal y Alberto López, la puntuación fue de 28+23 para terminar en un lamentable decimosexto puesto, a solo cuatro puntos del descenso a Segunda B, pese a que en la plantilla jugaban Kepa (hoy en el Real Madrid), Mario Hermoso (hoy en el Atlético) o Mojica (hoy en el Osasuna); al año siguiente, con Paco Herrera, el equipo sumó 31+32 y se quedó a las puertas de la repesca, empatado con el sexto, una plantilla con Raúl de Tomás (hoy en el Rayo), Jordán (hoy en el Sevilla), José Arnaiz o Álex López (que dio una lección hace unos días con el Racing de Ferrol en Zorrilla). Dos temporadas nefastas que vinieron precedidas por la frustración de la 14-15, con Rubi a los mandos; el equipo empezó como un tiro, pero a diferencia de lo que es habitual, renqueó y perdió el paso en la segunda ronda (38 y 34 puntos), llegó a los partidos de promoción con desventaja de campo ante Las Palmas y se enfrentó a los arbitrajes que le dejaron con nueve jugadores en los dos partidos.
Noticias relacionadas
Noticia relacionada
Noticia relacionada
Arturo Posada
Noticia relacionada
Arturo Posada
Del Real Valladolid hay que esperar un acelerón. En la temporada 10-11, la del estreno de este sistema de competición, el equipo fue un desastre de salida, con Antonio Gómez, se enderezó con Abel Resino, que firmó una serie de diez victorias y cuatro empates en quince jornadas, y consiguió arañar una séptima plaza que era clasificatoria porque por delante entró el Barça B, sin acceso por razones obvias al ascenso. La eliminatoria contra el Elche es de las que no se olvidan, Óscar adelantó al Pucela en el Martínez Valero y dos 'estacazos' de Edu Albacar enterraron las esperanzas blanquivioleta; ese día empezamos a conocer en Valladolid cómo se las gastaba José Bordalás, «me gustaría saber el tiempo real que se ha jugado en la segunda parte», se lamentó Resino en rueda de prensa. La carambola que rozó el Real Valladolid, ascender sin entrar entre los seis primeros de Liga, sí llegó tres años después, en la 13-14, de la mano del Córdoba, decimosexto en la jornada 32ª, séptimo en la 42ª, la última, y camino de Primera con un gol en el minuto 93. Los milagros existen.
Como tal hay que entender el ascenso de la temporada 17-18. El equipo de Luis César Sampedro no empezó mal, se desplomó en octubre y noviembre con solo una victoria en nueve jornadas, pareció enderezarse y la montaña rusa le retuvo más cerca de los puestos de riesgo que de los de esperanza; Sergio González le sustituyó en la jornada 35ª y el Real Valladolid no entró en zona verde hasta la 40ª, acabó sin freno gracias a los 33 goles de Jaime Mata y se convirtió en el coco de la promoción, donde se paseó ante Sporting y Numancia (5-2 y 4-1 en el global) para poner fin a una etapa negra de cuatro campañas en Segunda.
El último ascenso, con Pacheta, fue más cómodo, el único en el que no necesitó superar las eliminatorias finales, aunque tuviera que esperar al 3-0 contra el Huesca del último partido para escalar a una de las dos plazas de acceso directo, descabalgando a un Éibar que se perdió en Alcorcón. También le tocó ese curso remar contra corriente después de la primera vuelta, en la que sumó 37 puntos (dos más que ahora), y necesitó 44 en la segunda para celebrar el ascenso. La clave estuvo en las primeras jornadas del año, el Real Valladolid despidió 2021 con dos victorias consecutivas (al revés que ahora) y recibió 2022 con una serie de seis victorias y tres empates en nueve jornadas. Ojalá se repita ahora en 2024.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.