Veintiún días después, el Real Valladolid de Pezzolano sigue de pretemporada, probando fórmulas que le permitan salir a flote, acumulando kilómetros y derrotas en las piernas, y buscando una identidad que le permita responder a esa etiqueta de favorito que todos los rivales le cuelgan ... antes de pisotearla.
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En Albacete el rival no era el 'queso mecánico', del mismo modo que el Alcorcón era hace una semana el que eliminara al Real Madrid de la Copa, pero su oposición sí se pareció a la de un gruyere pasado de fecha, inacapaz de competirle siquiera una segunda jugada o un balón dividido. La tercera derrota en cuatro jornadas convoca gabinete de crisis en el mes de septiembre, con ocho meses todavía por delante y un cierre de mercado por detrás que convence aún menos.
Albacete
Bernabé; Isaac (Ros, minuto 84), Djetei, Glauder, Alonso; Riki, Olaetxea, Juanma, Fuster (Pacheco, minuto 71); Agus Medina (Álvaro, minuto 84) y Escriche (Quiles, minuto 66).
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Real Valladolid
John; Luis Pérez (Tunde, minuto 64), Quintana, Gustavo Henrique (Boyomo, minuto 46), Escudero; Monchu (Juric, minuto 64), De la Hoz, Raúl Moro (Montiel, minuto 46), Lucas Rosa, Iván Sánchez (Marcos André, minuto 64) y Kenedy.
Goles: 1-0 (minuto 17): Djetei, de cabeza. 2-0 (minuto 61): Agus medina.
Árbitro: Guzmán Mansilla, del colegio andaluz. Amonestó a Djetei por los locales y a Gustavo, John, Monchu, Iván Sánchez y Montiel por los visitantes.
Incidencias: Cuarta jornada de liga disputada en el estadio Carlos Belmonte, con 11.453 espectadores en las gradas.
La peor de las noticias llegó antes siquiera de pisar el césped, una semana después de caer sonrojado ante el colista, y apenas unas horas desde que el propio Pezzolano se reconociera feliz por estar en el centro del huracán, como quien disfruta agitando la coctelera culpando a los demás de no saber apreciar sus combinados. Porque la realidad es que en lo que va de temporada, los onces titulares del Real Valladolid son eso, combinados. Aproximaciones a un estilo y una idea muy particulares del uruguayo que, sin llegar a calar lo más mínimo, buscan algo de homogeneidad sin conseguirlo. Cada día se rectifica tras probar el anterior sin que el cóctel acabe de casar -¿para qué ha servido la pretemporada?-.
Lo hizo el técnico a las primeras de cambio en Zaragoza, sentenciando a Boyomo después de dos ratos; repitió ante el Alcorcón al enterrar a Quintana al tiempo que ponía a los pies de los caballos al debutante Gustavo; y en Albacete no podía ser menos, retorciendo el laboratorio para improvisar un nuevo esquema y de paso sentenciar a Cédric, único delantero disponible a la espera de que Marcos André tome velocidad. Un conejo de la chistera que, como decíamos, chirrió ya de salida sin necesidad de pisar el césped y rozó el esperpento a medida que fueron cayendo los minutos.
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La pizarra escupió esta vez un 4-4-2, sin delantero de referencia -con un falso '9' y un falso extremo- y, peor aún, con las mismas o más dudas en defensa de semanas precedentes. No ha tardado Gustavo Henrique en dar la razón a los seguidores del Fenerbahce cuando aprobaban con toneladas de ironía el traspaso del central brasileño. Ya apuntó maneras ante el Alcorcón y su primera parte en el Carlos Belmonte dejó meridiniamente claro que su aportación dista mucho de la de un jugador de referencia en el centro de la zaga. Recibió una amarilla antes de cumplirse el minuto 8 y bien pudo haber visto otras tres antes del descanso. Conclusión: ni experiencia, ni liderazgo ni posicionamiento... ni la altura que le precede sirvió siquiera para impedir que el Albacete se adelantara en el marcador a la salida de un córner.
Tampoco en esos detalles se nota la pizarra de Pezzolano, con los casi cuatrocientos centímetros que presentan dos jugadores como John Maciel y Gustavo desperdigados en el área. En este caso fue De la Hoz quien perdió la marca y Djetei quien remató solo en el primer palo para batir al meta brasileño, convidado de piedra en línea de gol.
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No era la peor noticia. Sí que con todo el partido por delante (minuto 17), lo que se barruntaba anunciaba nueva tormenta, la tercera en cuatro jornadas. El paso de los minutos no hizo si no confirmar la sensación de equipo perdido en el campo, sin profundidad ni pegada ninguna y sin soluciones prácticas desde la grada (Pezzolano cumplió ayer su cuarto partido de sanción). Por esa misma rendija se coló el baño táctico que se regaló Rubén Albés, cuyos equipos si por algo destacan es por tener extraordinariamente claro a lo que juegan.
En este caso, también tuvo la mejor de las lecturas. Se adelantó a balón parado el Albacete, y eso le dio para jugar al espacio, buscar las cosquillas a su rival.... y encontrarlas. Lo hizo nada más dejar volver de vestuarios en un centro raso que Agus Medina no empujó a gol por milímetros, y lo volvió a hacer a la hora de partido en un balón al área que el propio Medina baja al césped, controla sin oposición, se la coloca en su pie bueno y la manda al palo izquierdo, lejos del alcance de John.
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Ya en el peor escenario posible, con 2-0 y un equipo incapaz de disparar a puerta, se vio el único motivo de esperanza del partido y también de lo que ha dejado el mercado. Bastaron unas carreras de Marcos André para encontrar algo de aire fresco en un once que, ya con un jugador de referencia arriba, llevó un mínimo de coherencia a su estilo, que no a su respuesta sobre el campo.
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