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Alguien dijo una vez que las plantillas las hacen buenas los resultados, y si nos fiamos del axioma convendremos a día de hoy que la del Real Valladolid 23-24 es, cuando menos y a día de hoy, discutible. En ese debate entrarían una serie de variables, como la gestión del entrenador al frente de ella o la necesidad de un rodaje previo para evaluar con más argumentos de peso, pero con cuatro jornadas ya disputadas y casi dos meses de adaptación al terreno, las primeras conclusiones que se pueden extraer son de un grupo descompensado, producto de una planificación atropellada.
No es casualidad que los primeros tropiezos serios –tres en las cuatro primeras jornadas– se hayan producido después de una pretemporada inusual en la que el protagonismo se lo han cobrado jugadores del filial que han ido desapareciendo con el tren ya en marcha a medida que iban llegando refuerzos. El club aceleró operaciones pendientes en los diez últimos días de mercado, y esto ha provocado un desajuste evidente en la preparación que ahora se ha visto agravado por la desconcertante capacidad de improvisar que tiene su técnico.
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En ese mismo proceso, el cambalache generado con la destitución del director deportivo ha provocado una disfunción más que notoria entre unos fichajes y otros. El salto entre la planificación inicial diseñada por Fran Sánchez y la ejecutada por Paulo André en última instancia, bajo la atenta mirada de Domingo Catoira, ha generado un plantel de dos velocidades. Un 'bloque Frankenstein' con varios padres. Chirría, en este sentido, la llegada de dos jugadores con el 'sello André' como John Maciel y Gustavo Henrique frente a otros, más enclavados en el producto nacional caso de Raúl Moro, Joni Montiel o Víctor Meseguer.
Ese desequilibrio, lógicamente, también se traslada al césped como ha quedado patente en las primeras semanas de competición con la connivencia del propio Pezzolano. Esos ajustes y automatismos que toda plantilla necesita, más cuando se firman 21 bajas y se dan diez altas, están todavía por llegar después de una pretemporada tirada por el desagüe. El Valladolid de Pezzolano acumula un retraso que ni el propio técnico acertó a descifrar cuando se le preguntó al término del último partido en Albacete.
- ¿Cuando se verá un equipo competitivo?, se le inquirió.
- Ni idea, respondió el uruguayo, que empieza a estar tan perdido en las comparecencias como ha demostrado pizarra en mano.
La limpia que pidió en las oficinas del club al término de la última temporada le está pasando factura apenas tres meses después de sembrar el desconcierto con su planteamiento ante el Getafe. Está por ver que las incorporaciones que ha avalado mejoren el armazón que ya tenía armado el Real Valladolid hasta su llegada.
Si desgranamos, uno a uno, todos los movimientos que se han generado en el club durante el mercado estival, nos encontramos con una configuración forzada en su tramo final que genera muchas dudas, aun con 38 jornadas por disputarse.
El primero de los espasmos lo encontramos en la portería, donde a últimísima hora se tomó la decisión de acelerar el aterrizaje primero de un preparador de porteros (Ricardo Pereira) y, días después, el del brasileño John Maciel. El sacrificado, en este caso, ha sido Sergio Asenjo, que bien pudo haber conocido el plan de la dirección deportiva dos meses antes, y no con el reloj acechando el cierre de mercado.
Por el momento, los 196 centimetros de Maciel responden más al deseo del entrenador que a una imperiosa necesidad del equipo, que salvo el primer día ante el Sporting ha encajado en todos sus compromisos (cinco en tres partidos).
El final de mercado confirmó la cesión del canterano Álvaro Aceves al Eldense, apenas unas horas después de celebrar su convocatoria con la selección española sub-21.
Es la línea en la que más se acusa una falta de planificación del cuerpo técnico, amén de una preparación más que discutible que ha derivado en cuatro parejas de centrales en las cuatro jornadas de liga que se han disputado. Conocida la baja de Joaquín y la lesión de Javi Sánchez desde que terminó la temporada pasada, el club se adelantó con buen criterio en el fichaje de Boyomo, procedente del Albacete, y ha esperado hasta ultimísima hora para terminar improvisando la incorporación de Gustavo Henrique, un central de dudoso rendimiento a juzgar de su trayectoria última. La constatación de la ausencia de una hoja de ruta fiable lo confirma la alineación de un centrocampista como Quintana en el centro de la zaga.
En ese proceso, el vestuario despidió a jugadores cuya marcha estaba cantada como El Yamiq, Lucas Olaza o Iván Fresneda, cuyo pase al Sporting de Portugal por 9 millones de euros se ha convertido en la tercera venta más cara en la historia del club.
Ya no es solo el empeño compulsivo por cerrar centrocampistas, cinco en este mercado estival, sino también la incorporación de los laterales que propone Pezzolano durante los partidos para poblar de jugadores el centro del campo. En este sentido, al vestuario han ido llegando César de la Hoz, Víctor Meseguer, jugadores específicos como Joni Montiel y Raúl Moro, y en última instancia el croata Stanko Juric para aportar una contundencia que por el momento no se ha traducido en el campo.
Las comparaciones son inevitables en este puesto. La ventana del pasado verano, el de 2022, se cerró con tres jugadores de peso en el mercado del gol (Shon Weissman, Sergio León y Sergi Guardiola), y la de este curso se ha desinflado notablemente, generando solo un movimiento relevante como es el de Marcos André. El equipo de Pezzolano inició la pretemporada con Cédric (filial) y León como referencias ofensivas, y ha debido esperar hasta el último día de mercado para firmar un '9' sin gol que a priori despierta muchas dudas.
El senegalés Sylla descolló en el Girona con 9 tantos en la 20-21 en su mejor año realizador, y luego ha firmado cero goles en la 21-22 en su paso por Alavés y Rayo, y 4 en la 22-23 con el equipo vitoriano en 19 partidos en Segunda División.
Este mercado, en cambio, ha sido muy goloso en lo económico gracias a las ventas de Gonzalo Plata (Al-Sadd Sports), que ha dejado 6 millones en las arcas, Cyle Larin al Mallorca (7,5), El Yamiq al Al-Wehda saudí (1,2), y Fresneda al Sporting de Portugal (9).
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