El doctor Alberto López Moreno, la pasada semana en las gradas del estadio José Zorrilla José Carlos Castillo

Alberto López Moreno

«Quería jugar con Maradona y acabé ascendiendo con el Real Valladolid»

El médico y exfutbolista blanquivioleta recuerda el ascenso de 1993 y detalla cómo ha afrontado este curso la tricoleucemia que le detectaron en septiembre

Arturo Posada

Valladolid

Jueves, 23 de mayo 2024, 00:41

El doctor Alberto López Moreno (Madrid, 1967) vivió un ascenso como futbolista (y máximo goleador) del Real Valladolid en la temporada 1992-93 y lleva otros cuatro más como médico dentro de la estructura del club blanquivioleta. El fútbol profesional, con todos sus vaivenes, forma ... parte de su vida, pero este curso ha tenido que luchar también contra el cáncer. 'Tito', como se le conoce afectuosamente en el vestuario de Zorrilla, se reincorporó a su trabajo el pasado 7 de mayo después de varios meses de baja médica, y la plantilla del Real Valladolid lo celebró con grandes muestras de cariño sobre el césped de los Campos Anexos. Ahora, el doctor López Moreno vuelve a disfrutar del día a día, mientras observa cómo el Pucela pelea por volver a Primera División. De momento, no ha hecho ninguna promesa si el equipo acaba ascendiendo, pero admite sugerencias.

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–El Real Valladolid se está jugando el ascenso a Primera División, pero usted no va a olvidar esta campaña en el plano más personal…

–Sí, esta es una temporada muy especial por muchas cosas, sobre todo por la situación que he pasado. Bajar a Segunda División siempre es traumático en el plano deportivo, aunque la situación estaba controlada. De repente, me apareció 'esto' y todo se para…

–¿Qué le diagnosticaron?

–Una tricoleucemia.

–¿En qué momento le detectan la enfermedad y cómo es el proceso que sigue?

–Me hicieron unas analíticas en septiembre y vieron que las plaquetas y los glóbulos blancos estaban bajando. Se empezó a controlar hasta que en una analítica de octubre se comprobó que estaban muy bajos y se planificó un tratamiento para diciembre. Todo se adelantó mucho porque de repente me surgieron síndromes paraneoplásicos, que son lesiones que aparecen paralelas a un proceso por un cáncer. Me apareció una fiebre muy alta, con lesiones en la piel e inflamación de las articulaciones. Tuve que ingresar en el Río Hortega y allí estuve 16 días. Ahí empezaron con el tratamiento de quimioterapia, porque si no se trataba el cáncer no se curaba el resto de las lesiones.

–Usted es médico. ¿Qué pasó por su cabeza esos días que estuvo ingresado?

–Cuando uno está enfermo se siente vulnerable. Aunque seas médico, estás en manos de los que más saben, en este caso todo el servicio de hematología, que se portó de una manera extraordinaria. Ellos son los especialistas y los que saben. No miré más información ni me involucré: más o menos lo que recuerdas de la carrera. La tricoleucemia es una pregunta de MIR, así que algo sabía. El problema era lo paralelo que no permitía llevar el tratamiento con normalidad porque podía empeorar las otras cosas. Hicieron las pruebas necesarias hasta que se decidió pasar al ataque.

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–Paralelamente, hubo gestos públicos de jugadores del primer equipo para desearle fuerza en su recuperación. ¿Cómo lo vivió?

–Vi a Mamadou Sylla y a Sergio Escudero con la camiseta de 'Tito, ánimo', una prenda que tengo colgada en mi despacho. Como nadie sabía lo que me pasaba, empecé a recibir muchísimas llamadas. Yo soy una persona pública, pero hay otras personas cuyas enfermedades no trascienden. De hecho, en nuestro entorno de la familia del Real Valladolid hemos tenido dos casos parecidos con los que convivimos. Yo recibí muchos apoyos de mucha gente, empezando por el propio club y el entrenador, que fue supercariñoso y focalizaba el resto del cuerpo técnico. También la dirección del Real Valladolid y hasta el alcalde de la ciudad, algo que me sorprendió cuando me llamó y habló con mi mujer, porque yo no estaba entonces en condiciones de atender el teléfono. Son cosas que se agradecen mucho. También me llamaron personas que padecían un cáncer y empaticé mucho con ellos. Sólo de pensarlo me emociono.

–El proceso de baja ha sido relativamente corto. ¿Cómo fue su primer día de vuelta al trabajo?

–Me sentí un poco abrumado. La enfermedad está en remisión, todavía hay que hacer algunas pruebas más para ver en qué estado me encuentro. Las perspectivas son buenas. El tratamiento está estandarizado y hay unas guías que se siguen. Pero sí, me sentí abrumado. Todo el mundo te pregunta y acabas un poco agotado. La doctora me dijo que seguiría notando algún tiempo los efectos de la quimioterapia, un tratamiento agresivo que cada vez da más resultado. Yo tengo la suerte de ser relativamente joven y con buen estado de salud, sin hipertensión, diabetes, obesidad u otros factores que pueden complicar el pronóstico.

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–Al ser una figura conocida, usted puede ser como ejemplo para otras personas que pasen por el mismo proceso o similar y alertar sobre la prevención y rápida detección…

–Parte de mi obligación como médico es lo que comenta. Cada vez se avanza más en los tratamientos del cáncer y en muchos casos tiene cura. Hay que adelantarse al pronóstico porque cuanto antes se haga el diagnóstico, todo resulta más fácil y existen más posibilidades de que el tratamiento sea efectivo. Hay que agradecer a todos los que están en la sombra y de una manera altruista ayudan a la gente que tiene cáncer. Un día te sientes bien y al siguiente te dicen que estás mal y que hay posibilidades de que sea una enfermedad trascendente. Hay que dar visibilidad. Los voluntarios de la ayuda contra el cáncer ayudan mucho. Yo estaba seis horas con la 'quimio' y venían con el bocadillo, que parece una tontería pero es un detalle. La sanidad pública que tenemos es fundamental y hay que cuidarla, sobre todo en estos tratamientos. Yo estuve ingresado el día de mi aniversario de boda, Nochebuena y Navidad. El comportamiento de todas las personas que estuvieron conmigo en aquellas fechas fue increíble.

–¿Ha tenido fuerzas durante los últimos meses para seguir lo que estaba haciendo el Real Valladolid sobre el césped?

–Sí, no me he desvinculado. No vas a estar veinticuatro horas pensando en lo que te pasa… Yo he rezado mucho y hay gente que ha rezado por mí. Eso me tranquilizaba. Y también ver los partidos. Los 16 días que estuve ingresado, menos, porque ahí estaba como estaba.

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–Vayamos a su pasado como jugador. Usted vivió un ascenso como futbolista con el Real Valladolid en la temporada 1992-1993. Fue el máximo goleador del equipo con 14 goles en Liga. ¿Qué es lo que más recuerda?

–Fue el ascenso de Palamós, el del tren… Al comienzo de aquella temporada, yo tenía una oferta del Sevilla. Me reuní con Bilardo, que entrenaba al Sevilla y me dijo: «Quiero a Monchu [Suárez], a Maradona y a vos». Yo quería ir a jugar con Maradona, claro. Fui a ver al presidente y le dije que me dejara marchar. Me contestó que no porque era fundamental para el ascenso. Estaba de entrenador Marco Antonio Boronat y yo le dije que me iba a declarar en rebeldía. Me contestó que dejase de hacer el tonto y que subiese a entrenar. Eso hice, pero haciéndome el enfadado metía más goles que estando concentrado. Destituyeron a Marco Antonio Boronat tras los cuatro primeros partidos y luego llegó Felipe Mesones. En aquella época, los triunfos valían dos puntos y los partidos eran muy defensivos y rocosos. Teníamos un equipazo, con Amavisca, Onésimo y yo arriba, Roberto Martínez, Caminero atrás, Castillo… A falta de tres jornadas, teníamos que ganar los tres y en Lugo empatamos a cero. Pensábamos que ya no ascenderíamos, pero el Villarreal ganó al Mallorca en la penúltima jornada, así que dependíamos de nosotros: ganamos al Castilla aquí en casa y luego al Palamós y ascendimos a Primera División.

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–Como médico ha vivido también los ascensos de Mendilibar, Djukic, Sergio y Pacheta… Y, si todo sale bien, el de Pezzolano. ¿Hay algún punto en común?

–Yo lo noto en las miradas. Esa mirada del tigre… Lo percibo en los entrenamientos de esta campaña. No sé lo que pasará, pero uno está tranquilo al ver la responsabilidad y la profesionalidad de la plantilla. Hay años en los que sale todo rodado, como el de Mendilibar, pero otros hay que pelearlo más, como el de Pacheta. Con Sergio veíamos que subíamos sí o sí, una vez que nos metimos en el 'play-off' con esa inercia que llevábamos. Como jugador, en aquel Real Valladolid de la campaña 1992-1993 pasamos altibajos de una semana a otra.

–Usted conoce bien al público de Zorrilla. ¿Le ha sorprendido el divorcio grada-entrenador que se ha vivido incluso con las victorias?

–Puedo entender los antecedentes y lo que puede pensar la afición, pero lo principal siempre es el equipo. El que dirige es el entrenador y hay que potenciarlo, al igual que a los jugadores. Teniendo la oportunidad y estando tan cerca, creo que debemos pensar sólo en positivo.

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De Primera

Esta entrevista forma parte del suplemento De Primera que se distribuirá el próximo sábado 25 de mayo junto a la edición impresa de El Norte de Castilla. Hasta esa fecha -en la que el Real Valladolid podría lograr el ascenso a la máxima categoría del fútbol español de ganar al Villarreal B y si el Eibar pierde en Gijón- la web de El Norte publicará una decena de contenidos de apoyo al equipo.

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