Las consecuencias de la derrota ante el Betis se escenificaron en el once inicial con tres cambios cantados. Sergio mantuvo el dibujo, pero reemplazó cromos en busca de la resurrección. Borró a Míchel, Plano y Waldo para dar la alternativa a Toni, Kike, por fin ... titular, y Carnero, que matizó el doble lateral en el perfil zurdo, con el objetivo de contener el torrente ofensivo del Celta. Orellana escoró su picante a la derecha. Perdió protagonismo y determinación. La renovación pinchó la parsimonia y elevó la intensidad, pero no ensanchó las ocasiones. Toni generó las acciones más incisivas. La más clara la estropeó Guardiola ante Iván Villar en la primera parte.
Media hora con el dibujo afilado y dos puntas
El gol de Aspas antes del descanso descompuso la pizarra de Sergio. El técnico aguantó un cuarto de hora del segundo acto con el mismo dibujo, pero no tuvo más remedio que volver al 4-4-2, con Marcos André arriba. Hervías y Toni buscaron el filo que faltaba con Carnero y Orellana en los costados. El movimiento táctico tuvo premio inmediato, más por suerte que por la eficacia de la maniobra, aunque los dos puntas quebraron la paz en la zaga visitante y pusieron la mayúscula a uno de los párrafos más brillantes del Real Valladolid en el partido. El fútbol se volvió más profundo y el Celta se encontró con el contragolpe como único argumento.
Marcos André debe cerrar el paso a Budimir
El brasileño presentó sus credenciales ante el Celta. Su entrada otorgó un aire nuevo a la vanguardia del Real Valladolid. Exhibió movilidad y potencia, también pericia. Fichar a Budimir y cerrarle la puerta representaría un error de bulto, sobre todo porque el déficit del cuadro castellano continúa vigente en el centro del campo. Kike demostró que tiene hueco en el once. Forzó el penalti del empate y aportó elasticidad. Defiende y ataca. Los minutos le aportarán oficio, pero el Pucela necesita algo más para que la Liga no se convierta en el Everest. Por eso, es más conveniente volcar los euros en la medular que en ataque, bien cubierto con Guardiola, André y Weissman.
La caliad de Aspas desnuda las carencias defensivas
Afrontar la temporada del salto de calidad con la defensa cogida con alfileres es un ejercicio parecido a querer acelerar más que un Ferrari con un seiscientos. El club ha reforzado con criterio el eje de la zaga con el fichaje de El Yamiq para detener la hemorragia que se avecina sin Joaquín y Olivas. A Bruno y Javi Sánchez les falta cohesión y estabilidad para afianzarse. El gol de Aspas desnudó sus carencias. Un balón en largo fue suficiente para romper la línea y dejar al gallego solo delante de Roberto. En el epílogo pudo haber ocurrido algo similar, aunque Aspas se obcecó. Los errores son lógicos, pero a la zaga blanquivioleta le falta poso.
El Pucela volvió a ser el Pucela
Si el Pucela no hubiera recuperado sus señas de identidad, estaríamos hablando ahora de una nueva derrota. Recibir un gol al filo del intermedio suele representar un terremoto para el equipo que lo sufre. El cuadro castellano reseteó su mente y volvió a competir. Escogió el camino opuesto al esperpento que firmó en Sevilla. Y el fútbol le premió con un punto que le permite templar nervios y acudir al envite contra el Real Madrid con un par de muescas en su casillero. Con algo más de calidad, sobre todo en los últimos metros, el Real Valladolid podría haber rascado un botín mejor, pero me quedo con el compromiso, la solidaridad y la fe para seguir empujando a pesar del viento en contra.