Secciones
Servicios
Destacamos
No hay manera. Ni del derecho ni del revés este Valladolid es capaz de frenar la hemorragia de fútbol y puntos que viene sufriendo este curso, y que en Vigo alcanzó su punto más álgido en un partido que tenía atado y bien atado en ... el minuto 93 y medio. Había sobrevivido a un partido tedioso, jugado prácticamente sin porterías, agarrado a la pizarra y con su orden y presión como únicos aliados. Agarrado a un solitario gol de Orellana, y al larguero que hizo tambalear Aspas al lanzamiento de una falta.
Solo tenía que defender, cuchillo entre los dientes, la última falta. No una cualquiera. Una pertrechado en una línea de 5, tres centrales, seis defensas y todos los centímetros en el área tras la salida de El Yamiq al campo. ¡Pues ni por esas!
Murillo se elevó por encima de la línea de 5, los tres centrales y los seis defensas para imponerse sus 184 centímetros, rescatar un punto para el Celta y de paso dejar una semana más al Valladolid flagelándose en zona de descenso.
Celta de Vigo
Rubén Blanco; Hugo Mallo, Murillo, Araújo (Aidoo, minuto 67), Aarón Martín (Ferreyra, minuto 76); Tapia, Solari (Baeza, minuto 57), Denis Suárez (Holsgrove, minuto 57), Brais Méndez; Santi Mina y Aspas.
1
-
1
Real Valladolid
Roberto; Janko (El Yamiq, minuto 79), Bruno, Joaquín, Olaza; Óscar Plano, Alcaraz (San Emeterio, minuto 86), Roque Mesa, Orellana (Nacho, minuto 86); Guardiola (Kodro, minuto 81) y Weissman (Luis Pérez, minuto 79).
Goles: 0-1 (minuto 70): Orellana. 1-1 (minuto 90+4): Murillo.
Árbitro: Medié Jiménez, del comité catalán. Amonestó a Tapia, Aidoo y Ferreyra por los locales, y a Weissman, Olaza, Joaquín y El Yamiq por los visitantes.
Incidencias: Jornada 25ª de Primera División, disputada en el estadio Balaídos sin público en las gradas por las pandemia.
Entró mejor al partido el Valladolid, que en la pizarra acostumbra a ganar sus partidos y a sacar ventaja a los rivales, sobre todo en la presión. Otro cantar es el juego. En cuestión de fútbol le cuesta, y eso se nota no solo a la hora de conectar con sus dos delanteros sino también en su decisión de destruir cualquier amago ofensivo del contrario. Se cuida mucho cerca del área propia pero en el centro del campo corta el más mínimo intento de creación. En esa línea se movió en Vigo ante un Celta que por otro lado no necesita elaborar mucho para llevar peligro a la portería contraria. La amenaza del conjunto celeste, más desde la llegada de Coudet, radica en los 15-20 últimos metros donde su aguijón es mortal de necesidad.
Y el plan de partido de Sergio cuidó mucho ese extremo, aun a costa de jugar sin áreas y de arrinconar tu propia amenaza en una isla. Como si de dos náufragos se tratara, Guardiola y Weissman persiguieron sombras sin posibilidad de arrimarse y tocar pelo. Si acaso el balear, más acostumbrado a lidiar defensas sin el apoyo de la cuadrilla, trató de bajar a mediocampo y caer a la banda derecha en busca de ganar algún balón de oxígeno para la línea de ataque. El único que llevó peligro en el primer tiempo, de hecho, lo ganó el propio Guardiola en un robo a Tapia muy cerca del área que Weissman no supo aprovechar al disparar centrado al cuerpo de Rubén Blanco.
No hubo mayor amenaza en una primera entrega con poco que contar más que la presión eficaz de los blanquivioleta ante un Celta que solo percutió por su banda derecha (Mallo-Brais-Aspas) con un pase de la muerte de Aspas como única acción de peligro digna de mención.
En todo caso, pasaban pocas cosas en el partido, que no dejaba de ser la mejor de las noticias en cualquiera de los planteamientos que suele llevar a cabo Sergio González.
El paso por vestuarios no alteró el guion. El Valladolid mantuvo mejor el tipo sin balón que con él, y el Celta se vio incapaz de conectar con sus jugadores de referencia. Con Tapia más pendiente de destruir y Denis Suárez sin balones para construir, al cuadro vigués se le hizo de noche demasiado pronto. Reaccionó rápido Coudet y movió pronto el banquillo antes de que el partido se enquistara y pasara a engrosar el dudoso capítulo de los empates sin goles de esta liga.
Sin rastro de juego por parte de ninguno de los protagonistas, el marcador quedaba a expensas del más mínimo detalle. De una acción aislada o un ataque de talento individual como el que tuvo Aspas a la hora de juego en el único balón con plenas garantías que tuvo en 90 minutos. Una falta al borde del área que el 'Príncipe de las Bateas' envió a la mismísima cruceta con Roberto batido haciendo la estatua.
No entró por milímetros y ese aire que ganó, lo aprovechó el Valladolid para adelantarse en el segundo balón que tocó Weissman en 70 minutos de juego. Un balón que conduce Roque Mesa desde la medular, que el israelí barre al borde del área antes de disparar cruzado, y que Orellana remata a puerta vacía aprovechando el rechace de Rubén Blanco.
Con veinte minutos por delante al Valladolid solo le quedaba mover piezas para robar segundos al reloj, enfriar el partido y de paso armar, al fin, la defensa de cinco por la que tanto suspiraba Sergio desde el arranque de temporada. La entrada de El Yamiq y Luis Pérez lo hizo posible. Y la de Nacho y San Emeterio vino a reforzar la intención de que no pasaran más cosas de las que habían pasado.
Solo pasó una. Sí, esa. Con tres centrales en el campo, Murillo se eleva al saque de una falta para cruzar de cabeza al fondo de la red. El empate no saca del hastío en el que lleva instalado el Valladolid desde que empezó este año 2021. Al contrario. Alarga su agonía una semana más, flagelado por el enésimo error inconcebible.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.