Derrota justa y goleada compartida la que sufrió en Bilbao el Real Valladolid, que se llevó más castigo del merecido por mor de un arbitraje sonrojante que condicionó claramente el marcador, que no el resultado. Díaz de Mera y el VAR dejaron sin sancionar un ... claro penalti con 1-0 por manos de De Marcos, y no castigaron una falta sobre Aguado en la acción que precedió al segundo gol. Dejando estas dos situaciones en el debe arbitral, el Athletic se hizo acreedor de la victoria con absoluta justicia y el Pucela de la derrota sin excusas de fondo.
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Saltó el Real Valladolid valiente a San Mamés, con intención de dar la cara, y se la partieron de cuatro sopapos, tres de ellos merecidos por su extraordinaria fragilidad, primero en el centro del campo donde el Athletic rompe el juego para lanzar a sus dos balas -los hermanos Williams- y después en su propia área por incomparecencia de su pareja de centrales, y el cuarto facilitado por los trencillas, que incluso parecieron remangarse para reafirmarse en sus errores.
Athletic Club
Unai Simón; De Marcos, Vivian, Yeray, Lekue; Ander Herrera (Vencedor, minuto 67), Vesga, Iñaki Williams (Villalibre, minuto 78), Sancet (Raúl García, minuto 78), Nico Williams y Guruzeta (Muniain, minuto 67).
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Real Valladolid
Masip; Fresneda, El Yamiq, Feddal, Olaza, Plata (Lucas Rosa, minuto 83), Monchu (Iván Sánchez, minuto 62), Kike Pérez, Narváez (Plano, minuto 62); Sergi Guardiola (Sergio León, minuto 67) y Weissman (Aguado, minuto 46).
Goles: 1-0 (minuto 19): Guruzeta. 2-0 (minuto 51): Guruzeta. 3-0 (minuto 78): Vivian.
Árbitro: Díaz de Mera, auxiliado por Medié Jiménez en el VAR. Amonestó a Ander Herrera, Guruzeta y Vencedor por los locales, y a Monchu por los visitantes.
Incidencias: Jornada 14ª disputada en el estadio San Mamés ante 40.072 espectadores.
Saltó descarado el Valladolid a la catedral. Tratándose de un partido de culto, como todos los que se juegan en San Mamés, había señales de sobra para pensar en un partido abierto y un equipo alegre, atrevido, sin miedo a atacar las debilidades del Athletic. Una, la puntuación, que ahuyenta cualquier tipo de urgencias. Dos, el perfil de Pacheta, que ha conseguido que su plantilla -no su equipo- crea a pies juntillas en su idea de encarar todos los partidos de frente, sea cual sea el rival y su propuesta. Y tres, un once de meritorios con ganas de agradar y reivindicar más protagonismo.
El técnico apostó por un once buenista, con inéditos como Narváez y Guardiola, y un salto de sistema al 4-4-2 que tanto éxito reportó en Segunda. Y de la coctelera salió un equipo valiente, dispuesto a dar un puñetazo en la mesa en el primer asalto. El mensaje anunciaba un intercambio de golpes, con más intención de dar que miedo a encajar. De hecho las tres primeras ocasiones, sin apenas cumplirse el primer cuarto de hora, tuvieron color blanquivioleta. Una a los dieciséis segundos, aún sin el mantel puesto, y gracias a un robo en banda de un hiperactivo Guardiola que sirvió a Weissman para que éste transformara a palos, más que rematar. La segunda, también en las botas del '9', se fue desviada tras un buen centro de Olaza, en un signo evidente de que el israelí continúa desenchufado. Y en la tercera fue Guardiola quien recortó al borde del área antes de afeitar la base del palo derecho de la portería de Unai Simón.
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Tres remates que se quedaron en amagos, porque después del perdón visitante iba a llegar el arreón propio un león herido. No necesitó dar muchos zarpazos el Athletic de Valverde. En el primero encontró premio. Una contra que conduce y remata por partida doble Guruzeta ante la pasividad de El Yamiq, y que el donostiarra manda a la red tras desvío inicial de Masip.
Ahí estribó la gran diferencia entre una y otra propuesta. Si el púgil tiene buena presencia, buen juego de pies y se mueve bien pero no noquea, más que púgil es sparring. Y la mejor prueba la sufrió en sus carnes el equipo de Pacheta en los últimos veinticinco minutos de la primera parte. Marcó Guruzeta en el primer gancho, pudo repetir de un revés Nico Williams pero se topó con Masip, y poco después fue Feddal quien pudo repelir el croché de Sancet.
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Por el camino el árbitro de la contienda privó al Pucela de la posibilidad de igualar fuerzas, en una clara mano de De Marcos dentro del área -con el precedente de la mano de Carvajal en Vallecas horas antes- que ni Díaz de Mera ni Medié Jiménez quisieron sancionar -al menos el segundo sí la vio desde la sala VOR-.
Con el equipo en la lona en dos golpes de viento, propiciados por un centro del campo de papel y un centro de la zaga de cristal, el combate esperaba órdenes desde el rincón. A la vuelta de vestuarios, Pacheta dio entrada a Aguado para regresar al 4-3-3 y dotar algo de presencia y mayor peso al centro del campo.
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El problema es que la manta daba ahora para tapar la medular pero seguía sin disimular la fragilidad de los centrales. Sin tiempo para comprobar si el regreso al 4-3-3 iba a cambiar el panorama, una acción dentro del área precedida de clara falta sobre Aguado, que tampoco quisieron sancionar ni Díaz de Mera ni Medié Jiménez -al menos el segundo sí la vio-, acabó de nuevo en la red tras disparo de Guruzeta, que si en el primer tanto le sacó los colores a uno de los centrales (El Yamiq), en el segundo burló a los dos (Feddal y El Yamiq).
Al partido, ya decantado en la última media hora, poco más le quedaba por ofrecer. Acaso otro ejemplo más del estado de confusión en el que vive el fútbol español con la (no) sanción de las manos: meridianamente clara la de De Marcos y no se manda ver en la pantalla; de espaldas y desequilibrado Olaza, se ordena su revisión en la pantalla. ¡De locos lo de Medié Jiménez!
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Y un tercer gol para volver a retratar a los centrales, en una acción a balón parado que bota Muniain y que Vivian remata de cabeza, libre de marca (con Feddal y El Yamiq compartiendo marca sobre Villalibre), al fondo de las mallas.
De cristal atrás, de papel en el centro del campo y transparente en posiciones ofensivas (sin tiros entre los tres palos), el Real Valladolid acabó claudicando sin ninguna excusa a la que agarrarse -ni siquiera la desastrosa actuación arbitral-.
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