Sin rastro de aquel equipo que se iba a la lona al más mínimo soplido, el Valladolid es a día de hoy el martillo pilón de la categoría. El puñetero amo de los partidos intrascedentes, que diría aquel. Un bloque granítico que no necesita dominar, ... jugar siquiera, para ganar jornada a jornada y erigirse en el máximo candidato al ascenso directo... cuando hace tan solo un mes vagaba sin rumbo ni estilo propio en busca de su sitio en la competición.
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Un mes después ya tiene una identidad. Juega feo y sin capacidad para levantar a su afición de la butaca, pero ahora es rocoso y mucho más resultadista que aquel. El Pucela más 'canchero' asomó en Miranda para encadenar su quinta victoria consecutiva -sexta en las siete últimas jornadas-, y culminar su escalada hasta el liderato de la categoría.
En lo más alto de la clasificación, el equipo de Pezzolano traslada toda la presión a la jornada dominical, donde Leganés, Espanyol y Eibar tratarán de no perder su estela.
¿Para qué jugar partidos de 90 minutos pudiendo jugar partidos de 5?
CD Mirandés
Ramón Juan; Ilyas, Sergio Barcia, Tomeo (Barbu, minuto 81), Juan María, Lachuer, Tachi (Luna, minuto 81), Alberto Reina, David Vicente (Álvaro Sanz, minuto 75), Carlos Martín (Gabri Martínez, minuto 81) y Lagumina (Lautaro, minuto 67).
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Real Valladolid
Masip; Luis Pérez, Tárrega, Boyomo, Escudero (David Torres, minuto 70); De la Hoz (Juric, minuto 70), Lucas Oliveira, Monchu (Koke, minuto 90), Moro (Iván Sánchez, minuto 61), Anuar y Negredo (Marcos André, minuto 61).
Árbitro: Guzmán Mansilla, del comité andaluz. Amonestó a Lachuer en dos ocasiones, por lo que fue expulsado en el minuto 72, y a Anuar, Tárrega e Iván Sánchez por los visitantes.
Goles: 0-1 (minuto 3): Raúl Moro.
Incidencias Jornada 38ª, disputada en el estadio Anduva ante 4.042 espectadores, 1.200 de ellos aficionados blanquivioletas.
Un solo cambio hizo Pezzolano con respecto al once que venció al Huesca una semana antes. Si Oliveira recibió el encargo hace un mes (en Cartagena) de levantar un muro en el centro del campo, en esta ocasión el técnico decidió poner un ladrillo más con la entrada de De la Hoz por el sancionado Meseguer. Más espaldas, por lo tanto, para que Monchu diera un paso adelante y jugara más pendiente de surtir a Negredo que de bajar a recibir de los centrales. Un respiro, aparentemente, que luego no sería tal por un escenario de partido que cambió con apenas 180 segundos de juego. No se había cumplido el minuto 3 cuando un balón a la espalda de la defensa rojilla encuentra a Moro en velocidad para que el extremo marque primero medio gol con su control -extraordinario cómo pincha el balón-, y después otro medio cruzando en el mano a mano con Ramón Juan.
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Primer gol del curso para Moro, marcador favorable, el Pucela líder por primera vez en diez meses de competición... y un riesgo inexorable a la vista de los últimas comparecencias del equipo de Pezzolano. El peligro de dormir el partido, como sucediera una semana antes, antes de dormirse uno mismo. El peligro de entregarse en brazos del tándem Tárrega-Boyomo, cuya eficacia por otra parte parece a prueba de bombas a estas alturas de la temporada.
A la vista del arranque fulgente del Pucela, riesgo innecesario que sin embargo aceptó asumir poco después de inquietar de nuevo con un remate en escorzo de Oliveira que el meta local envió a córner.
Se habían jugado seis minutos, y sin saberlo todavía, los más de mil aficionados blanquivioletas desplazados hasta Anduva habían visto todo el arsenal ofensivo de los suyos. Sin llegar a dar un paso atrás, el Valladolid sí tiró de freno de mano con la intención de contemporizar para meter en conserva el 0-1.
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Rápido corrió el turno y el Mirandés aplaudió con gusto la concesión, haciéndose con los mandos sin mucho más mérito que la dimisión del rival. Como en tantas y tantas ocasiones antes esta temporada, el Valladolid dedicó más tiempo a especular y jugar con fuego que a buscar la portería rival. Los rojillos, sin mucho que perder después de ganar en estabilidad en las semanas previas, fueron poco a poco ganando en confianza y en posesión de balón hasta acumular ocasiones. Con cuentagotas, pero amenaza latente para la portería de Masip, que antes del descanso vio cómo se estrellaba en el palo un remate de cabeza de Ilyas y cómo un disparo lejano de Carlos Martín le obligaba a llegar a la escuadra para evitar el empate.
A la vuelta de vestuarios, mismo dibujo, mismo once e idéntica intención en un Real Valladolid que, calculadora y cronómetro en mano, dedicó su segunda parte a restar juego del rival más que a sumar en el propio. Quiso el equipo de Pezzolano que no se jugara más, y no necesitó pinchar el balón para cumplir el objetivo.
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Con un rival enfrente incapaz de inquietar al líder, el balón sesteó de un lado a otro del campo sin nada que aportar el partido. La expulsión de Lachuer en el minuto 72 no hizo sino reforzar al Pucela en su idea de anestesiar Anduva. Sin nada que llevarse a la boca en toda la segunda parte, el debut con el primer equipo del pedrajero Koke resultó un oasis en medio del desierto blanquivioleta.
El Pucela más rácano sigue escalando, ya es líder y se sienta este domingo frente al televisor con las bufandas de Eldense, Sporting y Amorebieta.
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