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El Real Valladolid Promesas espantó sus fantasmas con una goleada en Los Anexos que le sirvió para reencontrarse con su mejor versión, espoleado, sobre todo, por el nivel mostrado por sus zurdos y sus juveniles. A pesar de su juventud, Chuki y Garri ayudaron a ... elevar las prestaciones del conjunto de Baptista respecto a anteriores jornadas y a obtener su segundo triunfo seguido, que le sirve para asentarse en las posiciones de cabeza de la clasificación.
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El filial blanquivioleta arrancó con buen pie, en contra del tópico, con el izquierdo. Garri profundizó por la izquierda y sirvió el cuero para que Chuki, por bajo, pusiera el 1-0 en el minuto cuatro. Aunque se las prometía muy felices, porque pronto comenzó a llevar el balón arriba, no debió perder la tensión: Chuki, en una mala entrega, propició el primer susto, del espigado Fagir. Casi a continuación, en un córner mal defendido, Dailos, en boca de gol, solo la tuvo que empujar ante la sorpresa de todos. Aunque no fue suyo el gol, el ariete, de muchos centímetros, puso en más de un aprieto a una zaga más baja de lo habitual sin Torres y sin Quintana y acarició el segundo gol en el ecuador, en una oportunidad que propiciaría una salida en falso de Aceves.
Si el gol a favor había servido para imprimir ritmo, el recibido lo cortó de raíz. De primeras, los pupilos de Julio Baptista –quien cumplió su segundo partido de sanción y fue suplido en la banda por su alter ego, José Luis Rueda– cayeron en buscar progresar rápido y directo. Al ver que no encontraban un volumen alto de acercamientos, volvieron al plan inicial de querer avanzar a partir de sus 'falsos extremos', que la pedían interlineados. Que de esa forma también se puede ser vertical y profundo se vio en el 2-1, que empezó en la derecha con Chuki imponiéndose a su par y con un centro al otro lado, en el que Pozo disparó fuerte a la red. Sendos lanzamientos exteriores de Rivera y Maroto supusieron la mayor amenaza sobre la puerta asturiana antes del descanso.
R. Valladolid Promesas
Aceves; Koke, Adrián Gómez (Pedro, min. 90), Kike Ríos, Garri; Chuki (Adrián Carrión, min. 88), Maroto, Fran Rivera (Mikel Carro, min. 81), Pozo (Diego Moreno, min. 88)); Iván Cédric y Slavy (Frimpong, min. 81).
4
-
1
Marino de Luanco
Buru; Borja, Trabanco, Prado (Julio Delgado, min. 78), Dailos; Lora, Nacho Matador (Cárcava, min. 65), Guille Pinín; Iván Fernández (Ben Hamed, min. 65), Luis Nuño (Óscar, min 65) y Fagir (Guaya, min. 78).
Goles 1-0, min. 4: Chuki. 1-1, min. 16: Dailos. 2-1, min. 33: Pozo. 3-1, min. 62: Iván Cédric. 4-1, min. 89: Diego Moreno.
Árbitro Recio Moreno (colegio navarro). Amonestó a los visitantes Trabanco, Nacho Matador y Prado. Expulsó por doble amarilla a Borja.
Incidencias 13ª jornada del Grupo I de la Segunda RFEF: Partido disputado en Los Anexos ante unos 500 espectadores.
Nada más volver de vestuarios, Slavy pudo ampliar distancias, si bien no endureció el remate tras un regalo de la zaga rival. Pese a la promesa del ritmo, el filial fue inteligente a la hora de mover el cuero entre centrales cuando el Marino no apretaba, pues era el que debía tener prisa. Pero esta tenencia no significó el olvido de la portería rival; fue solo que las salidas fueron más seleccionadas. Como si hubiera optado por vestirse el mono de veterano, el Promesas actuó como tal, y así, en una falta lateral que primero Fran Rivera cabeceó al palo, Iván Cédric hizo el tercero, valiéndose de un balón parado siempre útil, y más en estas categorías.
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En contra del Marino jugaron varios factores. El primero, y más claro, el reencuentro con las sensaciones. El segundo, la falta de fe. Y el tercero, la roja a Borja, que acabó de liberar a los blanquivioletas, superiores en calidad y cantidad. A pesar de la actitud nada reprochable que le había llevado hasta ahí, el Promesas la volvió a cambiar y quiso más, espoleado a menudo por los adolescentes. Garri asomó en el último tercio de campo y puso un caramelo al área que nadie aprovechó, Koke, por su parte, demostró la razón por la que con España es lateral, y Chuki, el mayor de los tres, tocó el cuero en tantas zonas que los asturianos nunca lo detectaron. De sus botas nació la ocasión de Cédric, que cabeceó ligeramente fuera un centro de Pozo, y una propia, con un disparo que se fue alto. El zurdo se fue ovacionado, sin celebrar otro gol, que llegó en el primer balón con el que Diego Moreno entró en contacto: duro, abajo, ajustado al palo, elevaría la cuenta en el modo en el que se merecía el Promesas, puesto que, con sus zurditos y sus juveniles –debutó otro antes de terminar el choque, el central Pedro–, dio su mejor versión.
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