Mikel Mancisidor/ ADG
Irún
Domingo, 13 de octubre 2019, 00:16
El Valladolid Promesas había comenzado la temporada de forma brillante. Cinco victorias en siete partidos daban brillo a esos quince puntos que lucían en la clasificación, lo que les otorgaba la segunda posición en la tabla a los chicos de Javier Baraja. Además, en esta octava jornada rendían visita a un Real Unión que no había comenzado nada bien, y estaba sembrando muchas dudas, de lo cual se podían aprovechar los pucelanos para poner tierra de por medio en zona de play-off, pero ayer en Irún nada salió como debía salir. Los visitantes hicieron todo lo que tenían que hacer para haberse llevado el encuentro, pero los tres puntos se quedaron en Gipuzkoa injustamente.
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Real Unión de Irún
Irazustabarrena; Estrada, Ekhi Senar, Azkoiti, Álvaro Telis, Recio; Larrucea (Alain Eizmendi, min. 78), Xabi Cárdenas, Yoel Sola (Galarza, min. 82), Etxaburu; y Jorge Galán (Orbegozo, min. 73).
2
-
1
Valladolid Promesas
Gaizka; Apa (Vilarrasa, min. 64), Jaime, Alende, Navarro; Víctor, Oriol, Kike, Zalazar (Doncel, min. 71); Soberón (Plaza, min. 66), y Miguel.
Goles: 1-0. Min. 6: Jorge Galán, de penalti. 2-0. Min. 86: Etxaburu. 2-1. Min. 90: Navarro.
Árbitro: Avalos Marcos (Comité catalán). Mostró tarjeta amarilla a los locales Estrada, Yoel Sola y Álvaro Telis y a los visitantes Apa, Alende, Navarro, Kike, y Miguel.
Incidencias: Stadium Gal. 600 espectadores.
El equipo pucelano comenzó dominando el partido, queriendo demostrar la diferencia que se veía en la clasificación entre un conjunto y otro antes de iniciar el choque. Cuando todavía la mayor parte del público no se había sentado en sus asientos, el Valladolid Promesas ya pudo adelantarse en el luminoso. Fue en el primer minuto, en un balón colgado que se tragó la zaga guipuzcoana, y que llegó dentro del área a Soberón. Éste, de espaldas a portería vio la entrada por el centro de Miguel, que controló solo frente a la pasividad de los centrales locatarios, y delante de Irazustabarrena, incomprensiblemente la envió alta.
Otro dato revelador de que el Valladolid Promesas había viajado a Irún a por la victoria, fue que con solo tres minutos de juego ya habían tenido dos saques de esquina a su favor. En el segundo de ellos, Jaime estando en el área pequeña se elevó por encima de los centrales irundarras y remató solo de cabeza, su testarazo se marchó arriba.
Pero dos minutos después, los visitantes se encontrarían con un jarro de agua fría que no esperaban para nada. El Real Unión envió un centro al área forastera, de primeras la defensa vallisoletana despejó de cabeza, pero el despeje tampoco fue bueno y el esférico voló alto por el cielo, la bajada, todavía en el área, iba a ser peligrosa, y así fue. El forcejeo entre la delantera irundarra y la defensa castellana se saldó con una mano de Alende previo bote del balón en el césped. El brazo lo tenía bastante pegado al cuerpo, pero el árbitro fue muy riguroso en esta jugada y señaló la pena máxima. Jorge Galán, la referencia en ataque de los de Alberto Iturralde, fue el encargado de enviar el cuero a la red. Lo hizo con un lanzamiento raso, pegado al poste, a la izquierda del portero.
Corría el minuto seis y evidentemente quedaba muchísimo partido, pero los de Javier Baraja una vez más tenían que afrontar el duelo a contracorriente. De todas maneras, el cuadro pucelano no se desconcentró con el gol, y siguió hilvanando bonitas combinaciones que llevaron mucho peligro al área local. En una de ellas Navarro se adentró en el área, y su pase de la muerte fue a parar a las botas de Azkoiti, que de forma involuntaria, casi se mete un gol en propia puerta. Lo evitó la estirada del cancerbero blanquinegro.
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Estaban siendo buenos minutos para los de Javier Baraja, y cinco después fue Soberón el que gozó de otra buena oportunidad, ya que Víctor le envió en profundidad un buen balón al área, que el delantero pucelano no pudo meter a la cazuela debido a que Irazustabarrena volvió a realizar otra parada de mérito. Al minuto, llegó otra ocasión flagrante para Soberón ante una defensa locataria que hacía aguas. Víctor le volvió a poner un centro raso el área pequeña que pilló por sorpresa al atacante castellano, que con poner el pie ya le hubiera valido para hacer el empate, pero como no se esperó el fallo del central Azkoiti, no pudo rematar ese envío. El balón se perdió por la línea de fondo.
Era el minuto veintitrés, y cinco después fue Víctor el que chutó fuera por muy poco. Con esta ocasión se terminarían los mejores momentos del Valladolid Promesas en el partido. Lo estaba haciendo bien, pero estaba perdonando demasiado, y encima el Real Unión se vio con un gol caído del cielo, así que tanta penalización debía de hacerse notar tarde o temprano.
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Los de Baraja comenzaron a acusar un poco el cansancio, y en los últimos quince minutos de la primera parte ya no gozaron de oportunidades para establecer la igualada. Incluso fueron los unionistas los que, a falta de cinco para el intermedio, en una contra pudieron hacer el segundo. La transición rápida culminada por Dani Estrada, acabó con el esférico yéndose fuera por escasos centímetros del palo izquierdo de la portería defendida por Gaizka.
De esta manera se llegó al descanso. El 1-0 que imperaba en el luminoso estaba siendo injusto con la labor realizada por los chicos de Baraja, pero éstos tenían que seguir intentándolo, y la manera de hacerlo debía ser el juego desplegado durante los primeros veinticinco minutos del duelo.
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Lejos de eso, en la reanudación el público que se acercó al Stadium Gal se aburrió de lo lindo. Durante casi toda la segunda parte no ocurrió nada. El Real Unión montó un auténtico tren atrás con nueve jugadores más el portero, solo Galán se quedaba arriba como referencia ofensiva, que trajo por la calle de la amargura al Valladolid Promesas. Los pucelanos tuvieron toda la posesión del balón, pero les faltaba claridad en los últimos metros. Incluso, en algunos momentos, pareció que los jugadores vallisoletanos estaban desquiciados, ya que protestaban todo, y el árbitro en este instante sacó varias amarillas a los de Baraja.
Eso sí, la entrada al campo de Plaza supuso un soplo de aire fresco para el ataque pucelano, y en los últimos minutos del encuentro fue este el que puso un poco de picante a la contienda. En el ochenta y tres, un disparo suyo desde la media luna se fue fuera por poco, pero la había tocado un zaguero local, y el árbitro decretó córner. No pasó nada relevante en el saque de esquina, pero espoleó un poco a los castellanos. Estos se vinieron arriba, no tenían nada que perder, y fruto de esa osadía vino el segundo de los de casa. Un patadón para arriba al despejar, se convirtió en un envío envenenado para la zaga pucelana. La pareja de centrales saltó al mismo tiempo para despejar ese cuero, pero ambos midieron mal, y se tragaron la bola. Etxaburu que había ido a la caída de ese balón se encontró con el cuero botando delante suyo en la media luna, y con el portero adelantado en el punto de penalti. Coser y cantar. El jugador blanquinegro tiró una vaselina perfecta que supuso el segundo gol para los de casa. Excesivo castigo para el filial del Valladolid, que había sido mejor que su rival.
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Pero el encuentro no había terminado ni mucho menos. Quedaban cuatro para la prolongación, más el propio descuento. Fue en el noventa cuando los de Baraja obtuvieron premio a su trabajo. Una buena pared en la frontal de Navarro con Plaza, dejó al primero solo en el área frente a Irazustabarrena. Esta vez el cuero acabó dentro. Fue merced a un buen golpeo de Navarro que la envió cerca del palo, a la derecha del portero.
Todavía quedaban tres minutos de prolongación, y el Promesas gozaría de la última para poder haber realizado el empate. Fue en un centro desde la derecha de Víctor al punto de penalti, donde esperaba Plaza para saltar por encima de cualquiera y rematar fuerte abajo. Los aficionados que poblaban grada del Stadium Gal se temía lo peor, pero su portero Irazustabarrena, el mejor de los locales, atajó ese balón, dando los tres puntos a los de casa, que sin hacer nada obtuvieron demasiado premio visto lo que propuso cada bando.
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