Los entrenamientos con público constituyen casi una rareza en la pretemporada del Real Valladolid. Paulo Pezzolano prefiere trabajar sin aficionados y prensa la mayoría de días, pero no todos, así que conviene aprovechar las sesiones abiertas para atisbar los primeros mandamientos del técnico uruguayo en ... su lucha inicial para devolver al equipo a la Primera División. El entrenamiento del jueves comienza pronto y, antes de las nueve de la mañana, ya se congrega un buen número de aficionados en las puertas de los Campos Anexos. El preparador físico Fran Albert y Álvaro Rubio, tercer entrenador, miden distancias antes de que lleguen los protagonistas. Los niños del Campus de Verano del Real Valladolid, que han acudido en masa, se inquietan: «¿Cuándo vienen los jugadores?», preguntan. Después de algunos minutos ven aparecer a los primeros futbolistas: «¡Monchu, Monchu! ¡Masip, Masip! ¡Asenjo, Asenjo!». Luego, llegan las fotos colectivas con los chavales, encantados de posar junto a los integrantes de la primera plantilla y los canteranos reclutados por Pezzolano.
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Los guardametas se quedan al margen inicialmente con el preparador de porteros, Juan Carlos Martínez, que, de acuerdo con la información del club, estará «momentáneamente» en el equipo técnico del técnico uruguayo. El resto de jugadores disponibles se arremolina en torno al preparador físico Gonzalo Álvarez, el primero que lleva la voz cantante en el entrenamiento. «Dale buena resistencia», dice a los futbolistas mientras se sujetan con bandas elásticas en los primeros ejercicios. En esta sesión de jueves también está presente la nutricionista Andrea de la Cruz, en principio adscrita al cuerpo técnico del Real Valladolid Promesas. Después de algo menos de media hora de trabajo puramente físico, llega el turno de los ejercicios con balón.
El protagonismo ahora corresponde a Martín Varini, el segundo entrenador. El principal ayudante y mano derecha de Pezzolano se desgañita para que los jugadores entiendan los conceptos que demanda. El primer entrenador se va implicando progresivamente: «Buena pelota al espacio», aplaude tras una diagonal bien tirada. Pezzolano también remarca algunos conceptos iniciales: hay que intentar que la línea de pase sea más corta para minimizar errores y los defensas centrales deben estar muy atentos a los carriles interiores. Además, el entrenador trata de afinar para que los futbolistas entiendan en qué momento deben «saltar» desde su posición para evitar que se produzcan descompensaciones y que el rival se aproveche de estos espacios.
Pezzolano desliza igualmente una idea clara en uno de los ejercicios de campo, sin oponentes más allá de unas vallas estáticas y con la idea de encontrar fluidez combinativa, con pases fuera-dentro: todas las jugadas deben culminar con una buena finalización. «¡Cada vez más intensidad!», demanda el entrenador. Por su parte, Martín Varini insiste en otros conceptos: «Paso el balón y me posiciono». A Eugene Frimpong le recuerda: «Buena, Frimpong. Siempre perfilado. Si no, de cara». A Monchu le dice: «Buena, Monchu. Si no veo nada, reboto». Robert Kenedy, con manga larga en medio del creciente calor, observa atentamente. En este tramo de la sesión, Pezzolano y Varini plantean un dibujo 4-3-3 ante la atenta mirada del director deportivo, Fran Sánchez; el secretario técnico, Luis Casas; y el director del área de estrategia deportiva, Paulo André Benini
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El entrenamiento sube de intensidad cuando se miden dos equipos, aunque sólo con diez jugadores, con formación 4-4-1. Ahora se trata de mantener férreamente la línea defensiva hasta que llegue la pelota. Por otra parte, se dejan «espacios libre de recepción» para los extremos Iván Sánchez y Robert Kenedy. «¿Qué queremos fomentar?», pregunta Varini. «La recepción a espaldas de los volantes», contesta él mismo rápidamente. Cuando los extremos reciben la pelota, uno de los jugadores de la línea defensiva puede «saltar» al marcaje. Los laterales deben coger altura pegados a la banda.
Pezzolano insiste posteriormente en el concepto de la «fijación» defensiva. «Si la agarra el zaguero, el lateral o el que sea, vayan contra la marca. Ahí es dónde va a estar el espacio. Si se la doy acá a Luis (Pérez), Hugo (Vallejo) llega a marcarlo. Si voy contra Hugo y se le doy a Luis, ya Hugo no participa. Si Hugo me tapa el pase por fuera, tercer hombre con Kenedy afuera. Vayan contra la marca. Si no, no vamos a atacar», recalca el entrenador. En otros momentos de la sesión, Pezzolano demanda «paciencia» para enhebrar las jugadas y mantener el orden defensivo.
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En este partidillo para pulir conceptos tácticos se ven muchos detalles interesantes, como la calidad de Selim Amallah convirtiendo en oro cada balón que toca. O la fuerza de Enzo Boyomo para salir desde atrás con el balón jugado. O la potencia del canterano Iván Cédric en sus arrancadas ofensivas como delantero. Por citar sólo tres ejemplos, porque todos los jugadores andan muy enchufados.
Pezzolano ya plantea algunas ideas para romper sistemas de equipos cerrados porque, como avisa a sus jugadores, será una situación recurrente este curso en Segunda División. Por eso, le pide a Lucas Rosa que llegue rápidamente a espacios de ataque y cuelgue balones al área al primer toque sin solución de continuidad. El lateral brasileño responde sin problemas y la pelota llega diáfana a espacios de remate.
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Después de hora y media de entrenamiento, a la sesión aún le quedan más ejercicios. Esta vez, en el otro campo de hierba natural de los Anexos, con partidillos de ocho contra ocho (incluidos porteros). Aquí se trabaja la presión, la salida del balón y la manera de encontrar asociaciones rápidas en espacios reducidos. La sesión acaba con carreras de ida y vuelta supervisadas por Fran Albert. Han sido casi dos horas de trabajo intenso, con gran ambiente de público. Pezzolano recibe los vítores de los chavales presentes que le piden que devuelva al equipo a Primera División. Les dice que lo hará con trabajo y los niños prorrumpen en aplausos. Los jugadores se retiran entre muchas fotos y petición de autógrafos. La pretemporada avanza a todo tren. Mañana será otro día en los Anexos, seguramente igual de intenso, pero ya a puerta cerrada.
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