Aramendi y Mirlo abrazan alborozados a Morollón, autor del primer tanto blanquivioleta ante el Oviedo. Carlos Gomes, con su uniforme y gorra negros, no puede ocultar su decepción, mientras el encargado del marcador coloca el 1-0 Archivo del autor

El primer doblete de Morollón fue contra el Oviedo

La Vista Atrás ·

La actuación del delantero y de Endériz bajó del pedestal a los asturianos

José Miguel Ortega

Valladolid

Domingo, 12 de diciembre 2021, 08:38

Después de un paso efímero y triunfal por segunda división, el Real Valladolid había regresado a la élite en un ambiente de euforia entre los aficionados y con una plantilla extraordinariamente reforzada, gracias a la famosa «Operación Saso», que se trajo de América a dos ... argentinos y dos uruguayos por el módico precio de un millón de pesetas.

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Solé, Benítez, Endériz y Aramendi eran en sí mismos un espectáculo y una garantía de diversión para el público, pero en aquel partido la estrella fue uno de los más grandes goleadores de la historia blanquivioleta, Emilio Morollón.

El 25 de octubre de 1959 visitaba el estadio Zorrilla el Real Oviedo, otra de las sensaciones de la temporada en primera división, pues en el arranque liguero había derrotado sucesivamente al Atlético de Madrid y Barcelona en Buenavista y al Sevilla en Nervión. El equipo asturiano viajó a Valladolid con etiqueta de favorito y opciones de asaltar el liderato, pero se encontró con un Pucela pletórico que, lejos de amilanarse ante la trayectoria del rival, encaró el partido con ambición y sin complejos.

Fruto de su intensidad, a los 15 minutos ya estaba por delante en el marcador gracias a un tanto de Emilio Morollón, el referente goleador del equipo, que amenazaba constantemente la portería defendida por Carlos Gomes, el portero internacional portugués por quien el Granada había pagado el año anterior un millón de pesetas.

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Carlos Gomes se hizo famoso por su atuendo negro, por su gorra, por su irregularidad en las salidas y por el mal carácter en el trato con compañeros y rivales. Es de suponer que maldijo a Morollón después de ese primer gol, y a Endériz cuando culminó una jugada de bandera, driblando a varios contrarios, con un disparo cruzado que llegó a la red. Era el segundo gol blanquivioleta, que subió al marcador al filo de la media hora de una primera parte espectacular de los hombres de Saso, que apenas dejaban respirar a los asturianos.

Y al filo del tiempo reglamentario apareció otra vez Morollón, para redondear el que sería su primer doblete en primera división. Ya había logrado varios la temporada anterior en segunda y volvería a hacerlo en la 1959-60, pero aquel frente al Real Oviedo fue el primero en la máxima categoría y el que vino a demostrar que su olfato goleador también hacía estragos en primera.

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Con el partido resuelto, el Valladolid levantó el pie del acelerador dando más protagonismo a los defensas, sobresaliendo Solé, Benítez y el portero Parcet, que fue uno de los destacados por la prensa. Parcet había llegado aquella misma temporada del Sabadell, pero acabó perdiendo la titularidad en beneficio de Estrems, que también se incorporó aquel año procedente del Barcelona.

El partido lo arbitró el aragonés Rey Martínez, que ya era veterano y se retiraría al año siguiente, pero que estuvo bastante entonado, sin desmerecer en aquella brillante tarde de fútbol. Las alineaciones fueron: Real Valladolid: Parcet; Pontoni, Solé, Benítez; Matito, Endériz; Joselín, Aramendi, Morollón, Mirlo y Beascoechea. Real Oviedo: Carlos Gómes; Marigil, Álvarez, Iguarán; Paquito, Hermes González; Sande, Artabe, Izeta, Laurín y Lalo.

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Pese a la severa derrota sufrida en Zorrilla, el Oviedo era un señor equipo, no solo por su famoso portero, sino también por los argentinos Álvarez, Sande y Sanchez-Lage, y el paraguayo Hermes González, sino también por gente como Marigil, Lalo y Paquito, un centrocampista de gran poderío físico y excelente calidad técnica, que fue traspasado al Valencia y vistió nueve veces los colores de la selección nacional absoluta, además de estar ligado al Real Valladolid en su posterior faceta de entrenador, al que dirigió en dos ocasiones.

Buena prueba del potencial que aquel año tenía el equipo ovetense fue su clasificación, sexto, con los mismos puntos que el Atlético de Madrid, mientras que el Valladolid, pese al buen fútbol que exhibió, terminó en el puesto 13 y se vio obligado a jugar la promoción de permanencia, ante el Celta, que había sido subcampeón del primer grupo de segunda división.

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Menos mal que, tras empatar en Balaídos, los blanquivioletas golearon (5-0) a los vigueses en el viejo estadio Zorrilla. El protagonista de aquella feliz tarde ante el Oviedo, Emilio Morollón, fue el máximo goleador de la temporada con 13 tantos, seguido de Aramendi con 9 y Endériz con 5.

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