Rafa Nadal era diestro, pero su tío le colocó una raqueta en la zurda y él se aplicó con vigor para convertirse en el mejor deportista español de todos los tiempos. Todo es cuestión de mentalidad y sacrificio. El éxito descansa sobre el trabajo ... infinito. Su tenis es tan exigente como su espíritu de superación. Nunca se da por satisfecho, es metódico y rutinario. Sabe muy bien lo que quiere y no tira la toalla ni perdiendo 5-0 en el último set. Hace unos años, las lesiones le situaron al borde del abismo, pero Rafa nunca se rinde. Muchos le daban por muerto, pero Rafa siempre vuelve. Rafa siempre tiene la última palabra y todavía no la ha pronunciado. Su triunfo en el US Open ha ensanchado su leyenda, pero Nadal jamás pierde la coherencia. Su humildad permanece inquebrantable. Es un ejemplo que deberían incluir en los libros de texto cuando quieran explicar a los niños lo que representa la esencia de los valores en el deporte, en la vida.
Conocí a Nadal cuando disputó su primer Open del Espinar en el año 2003. Era un niño, pero ya tenía la mente muy despejada. Mientras sus compañeros de circuito bucearon hasta la madrugada en la fiesta de apertura del torneo, él se tomó una fanta y educadamente se despidió a las once para irse a descansar. Ganó en la final a Zib. Jamás he visto a ningún deportista entrenar como aquel adolescente que soñaba con ser una estrella y hoy ya es un mito.
Si yo fuera Sergio, colocaría un póster gigante de Rafa Nadal en el vestuario. No, no es una broma. No se me ocurre mejor exhibición de valores y motivación que la figura de Rafa apretando el puño. El Real Valladolid vuelve al cole con mucha plancha por delante. Cuatro puntos en el cajón y el reto de copiar, renglón a renglón, los valores de Rafa para convertir sus carencias en virtud. Si se detiene en la demoledora lógica de los números y los presupuestos, el alambre se convertirá en un hilo. No es cuestión de comparar al Pucela con Nadal, porque están en las antípodas, pero el fútbol es un estado de ánimo y no existe mejor historia de superación para buscar el acicate que te ayude a convertir en realidad la utopía.
Iniesta visualizaba éxitos de otros deportistas para salir de la angustia que le provocaban las interminables lesiones musculares. Todo está en la mente. El Real Valladolid regresa el domingo a Zorrilla con la obligación de mantener el pulso y poner su ánimo a punto para afrontar el reto con pasión. Su primera asignatura reside en abrochar la cremallera de su estadio para que los puntos no se escapen. El resto será cuestión de no perder la perspectiva ni el anhelo de disfrutar de una temporada sin estridencias. Paso a paso.
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