El Pizjuán pone a prueba el desparpajo del Real Valladolid lejos de Zorrilla

La cercanía del partido contra el Getafe, que haya hasta seis jugadores al borde de la suspensión por tarjetas (Joaquín, Salisu, Plano, Alcaraz, Fede San Emeterio y Toni Villa), obliga al cuerpo técnico a tomar más decisiones de las habituales. Especialmente si se piensa que los dos próximos partidos son en casa y ante rivales de la liga de los albivioletas: Levante y Alavés. Sumar en esos dos partidos una victoria podría perfectamente significar la permanencia.

No parece que jugar con tres centrales vaya a ser una opción, sobre todo si se piensa que Joaquín no viaja aquejado de molestias y que Salisu está a una amarilla de descansar y llegan la semana que viene Levante y Alavés. Pero esa es la teoría, claro, que luego el fútbol sigue sus propios caminos.

El caso es que el Real Valladolid llega a un estadio que no es el que mejor se le da de la Liga, pero en el que suele hacer muy buenos partidos. Y lo hace en una situación de confort clasificatorio, que siempre es una ayuda para desterrar la ansiedad de puntuar. Y más cuando Sergio y Diego Rivera insisten una y otra vez en que no es recomendable querer alcanzar la permanencia demasiado rápido, porque la precipitación es la mejor amiga de los errores. Y errores es lo que no puede permitirse un equipo como el Pucela, que fía casi todo a la solidez defensiva. Aunque, visto lo visto en el Wanda, que la segunda unidad se comporte con la misma fiabilidad de la primera supone un colchón para tomar decisiones de indudable valor.

Enfrente, el Pucela se va a encontrar un Sevilla que espera un partido al límite, que es muy consciente de que el Pucela hace a casi todos los equipos peor de lo que son y que tras el empate contra el Villarreal ha de sumar de tres en tres para aprovechar el bajón de la Real Sociedad en la lucha por los puestos de Liga de Campeones. Y para ello cuenta con un arsenal notable, de tanta calidad que es difícil destacar a alguien. Con todo, Munir está siendo en los últimos partidos el jugador diferencial, En La Cerámica, más allá del extraordinario gol que logró, fue un dolor de muelas para la defensa tanto por sus desmarques en diagonal como por su desparpajo y confianza para afrontar el uno contra uno. En Villarreral, Banega, Suso y Jordán le suministraron de balones que supo aprovechar.

Pero esa es la banda izquierda del Sevilla. Por la derecha está el incombustible Jesús Navas. Es muy factible que entre en las rotaciones y no salga de inicio, pero también es seguro que tarde o temprano jugará. Total que Antoñito y Carnero deberán no solo estar atentos, sino recibir muchas ayudas para frenarles. Porque esa es otra: las ayudas. Hasta el momento esa es la clave de que el Valladolid se le atragante a casi todos los rivales. El sistema diseñado y trabajado por el cuerpo técnico se fundamenta en provocar que los rivales se encuentren casi siempre con dos o tres blanquivioletas en su intento de ir hacia la portería. Esta virtud será más relevante aún en el Pizjuán..