El día que el río Pisuerga se rebeló
Pausa de hidratación ·
Dieciocho años han pasado desde que el agua se llevó lo mejor de la historia del primer club de baloncestoPausa de hidratación ·
Dieciocho años han pasado desde que el agua se llevó lo mejor de la historia del primer club de baloncestoAhora que nuestros pabellones han sufrido en carnes propias los rigores de la gota fría –en casos concretos, también los del paso del tiempo–, vuelve a la memoria la última vez que vimos una embarcación navegando por el barrio de Arturo Eyries. Dieciocho años han pasado desde que el río diera carta de naturaleza al parqué flotante del polideportivo Pisuerga y se llevara a su paso, literalmente, la historia del club de baloncesto. En sus oficinas no quedó vídeo ni archivo ni documento alguno, papel mojado todos, que dejara constancia de sus épocas doradas. Tampoco de su tortuoso camino, interrumpido entonces durante diecisiete largos días en los que los empleados del club lucieron katiuskas hasta la rodillas. El río se comportó entonces como nunca lo había hecho, llegando a soportar un caudal de 2.300 metros cúbicos por segundo, y causando destrozos en el pabellón por valor de 180.000 euros.
Publicidad
Uno aún recuerda al entonces director general Oriol Humet más circunspecto de lo habitual pendiente de todos los contratos que se acababa de llevar el río en dirección a Simancas. El agua anegó casas, obligó a evacuar a todo un barrio, y al equipo de Gustavo Aranzana lo envió al pabellón Miriam Blasco hasta nueva orden. Puede que aquella fuera una señal del cielo porque tan solo unos meses después, el Pisuerga se remangó por última vez para disfrutar de un 'play-off' por el título de Liga ACB.
A aquella catástrofe le siguió años después otra mucho menos natural, sin agua por medio, que se llevó lo poco que quedaba de un club carcomido por las deudas. Visto con perspectiva se antoja una metáfora el muro que se levantó entonces para evitar que el río se desbordara de nuevo.
Las filtraciones sufridas en la noche del pasado martes en algunos pabellones, caso del Pilar Fernández, Huerta del Rey o el Lalo García en Parquesol –con su estructura dañada–, nos devuelven a aquel 6 de marzo de 2001. Y nos recuerdan la dictadura del agua. Nada tan sumiso como el agua mansa, ni tan brava como cuando se rebela.
Liga de Campeones
En la era de la inmediatez, también en el fútbol hay prisa por destetar jugadores que nos saquen del bostezo. El último en derribar el muro, el Ansu Fati de la Champions, es un noruego nacido en Leeds cuyo padre hizo carrera en la Premier inglesa. La criatura, Erling Haaland se llama, va a pasar a la historia como el futbolista más joven (19 años) en hacer un 'hat trick' en una sola parte en Liga de Campeones –Messi se demoró hasta cumplir 22 años y 286 días–. Su padre es Alf-Inge, conocido desgraciadamente por la lesión que le retiró del fútbol provocada por Roy Keane cuando este jugaba en el Manchester United y aquel en el City. Se desconoce si éste fue el motivo por el que desaconsejó a su hijo que firmara con los diablos rojos. Lo hizo hasta en dos ocasiones. Primero colgó el teléfono a Mourinho y meses después, nada más darse a conocer al mundo tras hacerle nueve goles a Honduras (12-0) en el pasado Mundial sub-20, también a Solskjær, que ya le tuvo en el Molde noruego. Alfie, que ahora es el padre de Erling, le recomendó Austria. Este lunes el niño paseaba en su primer coche por las calles de Salzburgo cuando su compañero Maximilian Wöber le paró por el volumen de la música.
Publicidad
Era la música de la Champions...
Polideportivo
El regreso a la primera línea del fútbol y el ciclón Ronaldo han echado por tierra las previsiones de no pocos clubes de la ciudad, con cara de póquer ahora cada vez que presentan su campaña de abonados. Han debido bajar el listón cuando presupuestan la partida relativa a la entrada a sus recintos, y aún así siguen dándole vueltas a cómo competir con un fenómeno que no conoce antídoto. El fútbol lo devora todo. Se filtra por cada rendija y no hay fórmula ni carné 2x1 que lo detenga. Siendo cautos por tratarse de inicio de curso, los primeros en sufrir la adicción por el opio del pueblo han sido el rugby y el balonmano en sus respectivas puestas de largo ante rivales cántabros. 600 en Pepe Rojo y 1.787 espectadores en Huerta del Rey. Un par de victorias, como las que han animado la campaña del baloncesto, y la llegada de octubre mitigarán sus migrañas. Seguro.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.