Pezzolano, papa de puertas adentro, suegro de puertas afuera

Llegó con vitola de salvador tras la destitución de Pacheta y con todo a favor para conservar la 'capa', una fecha lo cambió todo. El 4 de junio de 2023, el descenso a Segunda volteó por completo su día a día como inquilino del banquillo blanquivioleta. Desde aquel partido de infausto recuerdo contra el Getafe, su relación amor-odio con la grada ha virado a los extremos hasta convertir sus aciertos en casualidades y sus errores en pólvora para los aficionados. Como ejemplo, un botón: La extraordinaria racha que ha propulsado al equipo al ascenso a la máxima categoría con una semana de antelación no le ha privado de las críticas ni los cánticos que le han acompañado a lo largo de la temporada. El décimo regreso a Primera en la historia del club será recordado siempre por el 'Pezzolano, dimisión' con el que le ha martilleado los oídos la afición, jornada tras jornada, desde el pasado mes de agosto.

Alguien le debió advertir antes de cruzar el charco que el relato importa, y mucho, en Europa. Precisamente su particular discurso y las controvertidas decisiones que ha tomado en el último año le han pasado la peor de las facturas de puertas afuera.... y también la mejor de puertas adentro. Su defensa a ultranza del vestuario, erigiéndose desde el primer día en ágel protector de sus jugadores, le ha proporcionado el favor y la confianza de todos sus futbolistas, y no solo el de los pesos pesados. Ahora bien, él y solo él pone las normas, y quien se las salta se expone a perder su sitio en el equipo, independientemente del rol que ocupe en el vestuario –léase Juric o Cédric–.

Ese carácter y apego a la disciplina militar no solo le ha costado más de un disgusto en Valladolid. Hasta aterrizar en Zorrilla, su carrera había resultado meteórica, coronada con el ascenso del Cruzeiro, pero salpicada también con algunos lunares que han completado un retrato kafkiano difícil de interpretar.

Y es que, sea o no virtud, Pezzolano ha estirado mucho los ocho años que lleva en un banquillo. Desde su bautismo en el Montevideo City Torque, club en el que se retiró como futbolista y que elevó luego como técnico a la máxima categoría, su camino ha tenido más rosas que espinas. Allí fue precisamente donde recibió el apodo de Papa que le ha acompañado durante su carrera, y por el que fue venerado en plazas como la del Liverpool uruguayo o el Cruzeiro brasileño.

En ambas, incluso, se llegó a elogiar un fútbol dinámico y ofensivo que le reportó títulos de postín –ascenso con el Liverpool en 2019, el equipo más goleador de aquel campeonato, y campeón en el mismo año del Torneo Intermedio tras vencer al River Plate–.

El primer lunar le sobrevino en México, donde sería despedido en noviembre de 2021 por un mal arranque de campeonato con el Pachuca, y ahí le pescó Ronaldo Nazário para formar tándem deportivo con Paulo André al frente del Cruzeiro.

Ocho meses le bastaron para devolver al club brasileño a la máxima categoría, y seis más le llevaron a dimitir, motu propio, en una decisión que despertó muchas críticas entre los aficionados de Belo Horizonte.

Ese anuncio tuvo lugar un 19 de marzo... El 4 de abril, dieciséis días después, pisaba el césped del estadio Zorrilla por primera vez. Desde entonces, y en todo este tiempo, Pezzolano ha sido más Papa que nunca con el vestuario, como también su figura ha sufrido un desgaste y se ha deteriorado más de lo habitual, penalizado por su controvertida personalidad.