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J. C. Cristóbal
Lunes, 6 de enero 2025
Habrá que preguntar a los componentes del Real Valladolid actual, desde el palco al césped, si son conscientes de que han entrado en la historia negra del club. Esta temporada que se celebran los 75 años de una de las primeras gestas del Pucela, la final de Copa del Generalísimo de 1950 contra el Atlético de Bilbao de Zarra y Gainza en Chamartín, la plantilla de Nazário, Catoira y Cocca puede 'presumir' de ser la tercera vez en caer eliminada del torneo del KO contra un rival que milita dos o tres categorías por debajo.
Cierto es que hace muchos años que el Real Valladolid desprecia la Copa, tachada de molesta frente a los partidos de Liga. La última alegría se produjo hace dos décadas, cuando el equipo que entrenaba Sergio Kresic en Segunda eliminó al Real Madrid de los Galácticos con el 1-1 que firmó Xavi Moré en el Bernabéu; esa noche, el entrenador merengue Wanderlei Luxemburgo lo vio tan mal que dio entrada en el descanso a Raúl, Zidane y Ronaldo. No fue suficiente. En la ronda siguiente quedó eliminado por el Athletic con un global 2-4.
El techo en este siglo es el de los cuartos de final en la temporada 06-07, la del ascenso a Primera con Mendilibar. Dijo adiós con un 4-1 en Riazor, pero antes dejó atrás al Villarreal con una doble victoria que demuestra que se puede competir la Copa sin descuidar la Liga. Está visto que la afición pucelana no puede reflejarse en los espejos del Mallorca y del Osasuna, los dos últimos finalistas, equipos a los que por historia el Real Valladolid mira de frente.
Sin que sirva de consuelo, durante las etapas presidenciales de Carlos Suárez y Ronaldo Nazário, las que marcan la caída en picado del club, nunca fue eliminado de la Copa del Rey como en O Couto.
Sí quedó fuera tres veces contra equipos de menor categoría, dos ante Alavés y una ante Tenerife, dos clásicos que entonces militaban en Segunda y que se midieron a un Real Valladolid en horas bajas, hasta el punto de sufrir descensos en 2004 y 2023. Para igualar el sonrojo del 3-2 en Ourense hay que remontarse al siglo pasado.
Real Valladolid 0 - Real Irún 1 1/12/1999
El equipo que entonces entrenaba Goyo Manzano llegó a la cita en una situación complicada, penúltimo en la tabla después de trece jornadas, pero nadie sintió como una amenaza la visita del histórico equipo irundarra, por entonces en la zona media de su grupo de Segunda B, mucho menos con el 1-1 en el Stadium Gal.
La crónica de El Norte de Castilla fue demoledora con el equipo. Bajo el titular de 'El Real Valladolid, de pena' se puso en duda la «gallardía y profesionalidad» del equipo, también cuestionada por el propio Manzano en rueda de prensa; como eran otros tiempos, las gradas del Zorrilla reaccionaron con una bronca de las que ya no se estilan en un fútbol tan naif como el actual, gritos de «fuera, fuera» a los jugadores, recuerdos a Vicente Cantatore e insultos al palco; el vicepresidente, Saturnino Torío, afirmó tajante que el club tomaría «medidas de forma urgente». El equipo recogió el mensaje y acabó la Liga en una notable octava posición.
Si alguien piensa que ese Real Valladolid 99-00 era flojo, se equivoca de pleno. Entre los protagonistas del petardazo ante el Real Unión hay nombres ilustres como los de García Calvo, Torres Gómez, Peña, Ricardo, Heinze, Harold Lozano, Rodrigo, y como recambios en la segunda parte, Víctor, Luis García y Alberto, hoy médico del equipo. Nada que ver con este Real Valladolid 24-25.
Langreo 4 - Real Valladolid 2 22/10/1986
Más impactante fue todavía el petardazo de trece años antes, cuando un Real Valladolid consolidado en Primera perdió en la prórroga contra el Langreo, que en ese momento vagaba en el octavo puesto del grupo asturiano de Tercera, tres categorías por debajo de los blanquivioleta, entrenados por Xabier Azkargorta y en mitad de tabla a esas alturas de temporada, por lo que no valieron las excusas de desviar la atención entre los dos campeonatos. La crónica de El Norte de Castilla habló de «fracaso rotundo».
Es verdad que, como ahora, el club vivía un momento muy convulso. Fue el curso en que Vicente Cantatore dio la espantada después de la primera jornada por discrepancias con la directiva y, en el momento de desplazarse a Sama de Langreo, Gonzalo Alonso había presentado la dimisión y se abría un periodo electoral que desembocó en la etapa de Miguel Ángel Pérez Herrán en el palco de Zorrilla.
Al igual que contra el Real Unión, el once blanquivioleta que perdió ante el Langreo en Ganzábal estaba plagado de leyendas del Real Valladolid, como Eusebio, Minguela, Moré, Fenoy, Sánchez Valles o Moya. Ya les querría Diego Cocca para enfrentarse este fin de semana al Betis.
Hubo más eliminaciones dolorosas para la afición del Real Valladolid, pero nunca más contra rivales dos o tres categorías por debajo; también es verdad que el club pucelano deambuló, durante gran parte de los años sesenta y todos los setenta, en el desierto de Segunda División. Aun así, la parroquia no pudo explicarse cómo pudo perderse contra equipos de Tercera (entonces no había Segunda B) con tan poco pedigrí como el Eldense de entonces (1-2 en 1970), el Calella (3-0 en 1973), y no digamos el Constancia (4-1 en 1975), al que solo los muy veteranos colocarán en el mapa balear de Inca; a este Real Valladolid en perpetuo estado de crisis acababa de aterrizar el extravagante entrenador alemán Rudi Gutendorf, que ese infausto día de enero alineó a futbolistas como Landaburu, Santos, Paco Díez o Pérez García. Los jugadores, dicen las crónicas, acusaron la dureza del terreno de juego y el no llevar el calzado adecuado, algo que no convenció a Gutendorf, que afirmó en rueda de prensa: «Mi equipo no ha trabajado para lograr la victoria. Daré cuenta al presidente».
También se conserva en el cajón de los malos recuerdos, por una cuestión de vecindad, el batacazo que se sufrió contra el Palencia en 1980, el año de la ansiada vuelta a Primera, y ante un rival que andaba en el furgón de cola de Segunda y que terminó descendiendo. El titular de El Norte de Castilla fue rotundo: «Al Valladolid le perdió su desprecio al rival». Paquito lo debió ver fácil después de perder 2-1 en La Balastera y alineó un equipo que mezclaba titulares y suplentes, con nombres sonoros como los de Moré, Jorge, Jacquet y Llacer, con entrada en la segunda parte de otros como Gilberto y Rusky. No fueron suficientes para salir del 1-1 y quedar apeado de la Copa.
Esa afición del viejo Zorrilla estaba mal acostumbrada porque al Real Valladolid de su primera edad de oro, el que se codeó con los grandes durante diez temporadas entre 1949 y 1958, el de los Coque, hermanos Lesmes, Saso, Vaquero, Ortega y Lasala, le eliminaba el Real Madrid (tres veces), el Athletic (dos, una en la final del 50), el Barça (en la semifinal del 52), el Atlético de Madrid, el Valencia o la Real Sociedad. Tres generaciones después, lo hace el Ourense.
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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