La imagen que ayer transmitió el equipo al término del partido en el Bernabéu dejaba patente que cualquier sombra de duda acerca de su solvencia quedaba desterrada.
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Si hasta ahora se había venido presenciando una madurez y un peso específico poco frecuente para un recién ... ascendido, faltaba la confirmación ante un grande y en su coliseo para determinar que no es fruto de la casualidad lo que está pasando.
A mi particularmente la derrota no me dice sino que no se acertó a ganar cuando mas cerca se estaba. O sea, que hubo mucho mas de pérdida de puntos que de derrota de equipo.
En términos taurinos, atronamos de olés la Maestranza, pero nos quedamos sin apéndices por culpa del estoque.
Y aunque la práctica totalidad del público se acuerde ahora de los dos largueros como responsables últimos de la no victoria, lo cierto es que el equipo, respondiendo con un nivel altísimo a las exigencias de un partido tan dificil como el de ayer, cumplió con sobresaliente el examen que se le planteaba. Y ahí es donde tenemos que poner el acento.
Respondiendo al conocido cliché de sereno, bien plantado y con juego sobrio de toque corto, preciso y al pie, respondió de forma perfecta a un Madrid herido que pretendía hacer valer su condición a base de atosigar ofensivamente al rival.
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Dos líneas muy próximas con apoyos constantes de lateral a extremo y de volantes a centrales anulaban el pase fácil y la sorpresa en la acción.
El Real Valladolid le jugaba de tú a tú al RealMadrid en Chamartín, y pasados los primeros envites y con el paso de los minutos empezaba a contemplar seriamente la posibilidad de marcar. Lástima que Ünal, Antoñito y Toni no tuviesen el acierto necesario.
En ese tuteo –¡menudo mérito poder realizarlo!–, el Madrid había tenido sus opciones y Masip había respondido con la eficacia y solvencia sabidas.
La segunda mitad nos regaló los mejores momentos porque la gente ya sabía para entonces que lo utópico era factible.
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Tácticamente el equipo daba un curso defensivo de orden y eficacia, con Calero en plan Franco Baresi, al tiempo que permitia que Toni luciese lo mejor en el terreno donde realmente es decisivo.
Sin embargo, hubo dos lástimas a considerar. La primera: que Leo Suarez y Ünal no terminen de conectar en la medida en la que lo pueden conseguir para ser realmente letales; y la segunda, que Toni no pudiese terminar el partido en esa posición de diez donde tanto va a decir en el próximo fútbol español.
La aparición de Verde y las presencias de Plano, Anuar, Cup... mas los que están en la recamara, me dicen que esto ni ha sido ni será un espejismo. ¡A Chamartín y el Nou Camp solo se va de exhibición...!
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