El penalti señalado el domingo por Santiago Jaime Latre en el Benito Villamarín contra el Real Valladolid nunca debió ser cobrado. Ni por el colegiado del partido ni por su compañero al frente del VAR, el catalán Medié Jiménez. La jugada en la que Óscar ... Plano intenta despejar, falla, y el balón le golpea en el brazo derecho, cumple el criterio marcado desde el Comité Técnico de Árbitros (CTA) como para que sea considerado un lance del juego y la mano, por tanto, involuntaria: exigió varias repeticiones y mucho tiempo. Pero Medié, en la sala VOR, lo vio de otra manera.
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Días antes de que se iniciara el campeonato, los dos máximos responsables del arbitraje en el fútbol español, Velasco Carballo y Clos Gómez, comparecieron para explicar los nuevos criterios, lo que se considera mano y lo que no, lo que pasa con las manos de los atacantes en caso de gol y diversos aspectos referidos al siempre polémico sistema de vídeo arbitraje.
En esa exposición Clos Gómez señaló que la herramienta del VAR está para corregir errores graves, «heridas que sangran», dijo de forma muy gráfica. Pero esas heridas han de ser muy evidentes, rápidas de detectar. Y si para llegar a una conclusión sobre una jugada se necesitan varias repeticiones –dos o tres se ha llegado a cuantificar en reuniones con los árbitros–, entonces la conclusión debe ser que esa acción no es tan clara como pueda parecer, y por tanto la recomendación a los árbitros de la sala VOR es que no intervengan. Dicho de otro modo: si es necesario invertir mucho tiempo viendo repeticiones, mejor dejarlo estar, porque entonces es que no está claro y lo que debe primar es lo que ha visto el árbitro en el campo.
Y eso es, exactamente, lo que pasó el domingo en el Villamarín con Plano y su brazo. Latre ve la acción, no señala nada y deja seguir el juego. Diez segundos después es avisado por Medié y el partido se para durante dos minutos y medio. En ese tiempo Latre espera y, finalmente, va al monitor, ve las imágenes y pita el penalti. Mucho tiempo de espera y muchas repeticiones. Estaba claro que la mano no era flagrante ni el error, por tanto, sangrante. No se detectaba rápido.
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Ese sería el principal criterio, en esta jugada en concreto, para que hubiera prevalecido la opinión del árbitro de campo.
Pero hay más razones. Más subjetivas, pero razones al fin y al cabo.
El primero la manera en la que Plano extiende los brazos. Una manera que sería antinatural en caso de un centro, pero que se convierte en natural desde el mismo momento en que el futbolista intenta despejar con la pierna izquierda un balón que era para la pierna derecha. El escorzo al que se obliga el jugador a fin de obtener más seguridad para el golpeo con su mejor pierna, exige un movimiento coordinado de los brazos, que se abren para así mantener el equilibrio del cuerpo. La acción es totalmente natural en vivo, como lo apreció Latre, pero a cámara lenta y en una pantalla, parece otra cosa. Y eso fue lo que vio Medié.
Abundando en el razonamiento, Juan Carlos Alonso, colaborador de este periódico para analizar la actuación de los árbtros, señala que si «en lugar de darle en el brazo, le roza ¿se habría pitado penalti? Es una acción que entra de lleno en el terreno de las jugadas grises. Y esas son del árbitro»
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Por eso el penalti nunca debió ser señalado.
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