Paulo André abraza a Ronaldo Nazário durante un entrenamiento en los dos años que coincidieron en Corinthians El Norte

Paulo André y el vínculo con Ronaldo

El presidente del Real Valladolid y su consejero deportivo coincidieron como futbolistas en el Corinthians, donde ya esbozaban planes sobre el futuro profesional

Arturo Posada

Valladolid

Miércoles, 16 de junio 2021, 08:32

Paulo André Cren Benini (Campinas, Brasil, 1983) volvió a su país en el verano de 2009 para jugar en el Corinthians, después de tres años de aventuras y desventuras en el Le Mans francés. Allí se encontró con Ronaldo Nazário. «'O Fenômeno' era la ... estrella del club y acababa de consagrar su regreso al fútbol brasileño, marcando goles increíbles en partidos decisivos. Yo estaba extasiado. No solo formaba parte del equipo de Corinthians, sino que estaba al lado del mejor jugador que pude ver en toda mi vida», relata Paulo André en el libro 'O Jogo da Minha Vida', publicado en 2012. En el club de São Paulo se forjó una amistad que, una década más tarde, cristalizó con la llegada de Paulo André al Real Valladolid como mano derecha del presidente Ronaldo para asuntos deportivos (el cargo del nuevo asesor-consejero-mánager general aún está oficialmente por definir).

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En el Corinthians, Paulo André y Ronaldo Nazário mantuvieron conversaciones sobre el desarrollo del fútbol brasileño y sus planes para el futuro. En las charlas entre los dos, el astro mostraba un perfil reflexivo: «Ronaldo solía alojarse solo en las concentraciones y yo, siempre que podía, pasaba por su habitación para hablar. Cuando no había nadie, cambiaba, se ponía más serio, hablaba de su vida, de sus sentimientos y de sus planes para el futuro. Lástima que esos momentos fueran raros, y si la conversación no fluía, pronto se distraía con uno de sus dos ordenadores, que estaban encendidos sobre la mesa. Entonces llegaba la hora de irse y dejarlo allí», rememora Paulo André en su autobiografía.

Aquellas conversaciones se quedaron grabadas en la mente de Ronaldo, al que Paulo André define como «muy perspicaz», «extremadamente competitivo»y siempre con la idea de «demostrar que sabía más que el resto sobre cualquier tema». Ronaldo prologó el libro de su amigo y excompañero en 2012: «Considero que sus reflexiones y sugerencias son excelentes puntos de partida para el desarrollo del fútbol brasileño en asuntos como las categorías inferiores, la relación con los agentes, el calendario, la pretemporada, las concentraciones y, sobre todo, la opinión pública, que a menudo no refleja la realidad», escribió el hoy presidente del Real Valladolid en la introducción.

Paulo André, en una imagen de sus redes sociales El Norte

Ronaldo colgó las botas en 2011. Paulo André siguió con su carrera como defensa central en Brasil (Cruzeiro, Atlético Paranaense), con una breve etapa en el Shanghai Shenhua chino. Con intereses más allá del fútbol (pinta cuadros, escribía un 'blog' y, aún como jugador, ya orientaba a otros futbolistas sobre sus inversiones), Paulo André fue el único integrante del Atlético Paranaense que se negó a saltar al campo antes de un partido con una camiseta amarilla y una frase de apoyo al ultra Jair Bolsonaro en las elecciones brasileñas de 2018, según había determinado el propio club (el Tribunal Superior de Justicia Deportiva acabó multando al Atlético Paranaense con 19.000 dólares). Tras retirarse como jugador, fue nombrado director general de fútbol en junio de 2019, en la primera incursión en una dirección deportiva. Su trayectoria en este puesto en el Atlético Paranaense solo duró una temporada. En octubre de 2020 puso su cargo a disposición de la entidad, que aceptó la renuncia. El pasado mes de marzo fue entrevistado en el 'podcast' brasileño 'The Pitch Invaders' donde analizó el estado de las estructuras del fútbol brasileño, la necesaria evolución en la formación de jóvenes jugadores y lamentó que los grandes astros de su país no suelan interesarse por un futuro como entrenadores o directores deportivos.

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Los inicios

Paulo André conoce bien los caminos tortuosos del fútbol. A los 14 de años salió de su casa para formar parte de la cantera del São Paulo. Con el tiempo se preguntó por las privaciones que sufren los jóvenes futbolistas a estas edades («éramos tratados como caballos») y reflexionó sobre la necesidad de una formación cultural. A los 19 años, su carrera no había despuntado y fichó por el Águas de Lindoia, en la sexta división brasileña, en condiciones muy precarias. Supo sacar partido de sus limitaciones físicas a base de esfuerzo y desde allí dio el salto al Guaraní, donde ya debutó como profesional en la Serie A brasileña. En esa etapa Paulo André desestimó una oferta muy jugosa de un club coreano (él mismo relata la negociación y las cantidades en su libro).

En la primera etapa en el Atlético Paranaense se convirtió «en un deportista de verdad» gracias a los métodos físicos del club de Curitiba. En el verano de 2006, fue traspasado al Le Mans francés por cuatro millones de euros. Allí coincidió con el exblanquivioleta Túlio de Melo como compañero. El choque cultural y futbolístico fue muy grande y Paulo André relata algunos hilarantes episodios de la preparación en pretemporada y la «locura» del entrenador, Fréderic Hans, al que acabó viendo como un «genio» por los resultados exitosos de sus estrambóticas decisiones. Tres operaciones quirúrgicas en tres años convirtieron en «un pesado fardo» su sueño de jugar en Europa.

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La vuelta a Brasil para militar en el Corinthians llenó de orgullo a su padre, Arnaldo Benini, que vivió «el día más feliz de su vida» cuando se concretó el fichaje. Más allá del fútbol, Paulo André y Ronaldo compartieron en los dos años como compañeros de equipo partidas de póker y encuentros de tenis, una pasión que les sigue uniendo. En uno de estos partidos, con apuestas personales de por medio y ventajas iniciales para Ronaldo (le bastaba ganar un juego mientras Paulo André debía sumar seis), el fisio del club colocó un pulsómetro al delantero para ver su ritmo cardiaco. Paulo André, que venció por 6-0, recuerda que Ronaldo acabó «muerto». «Al final del partido, el preparador físico, Eduardo Silva, me dio las gracias porque era la primera vez que, en un entrenamiento del Corinthians, el corazón de Ronaldo latía a más de 180 pulsaciones por minuto».

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