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Mohamed, con chaleco, camisa y gafas de sol, en el partido ante el Atlético de Madrid. Salvador Sas-Efe
la pasión del 'turco' contagia al celtismo

la pasión del 'turco' contagia al celtismo

El técnico Antonio Mohamed, argentino adoptado por el fútbol mexicano, ilusiona en Vigo por su fútbol directo y de alto riesgo

Viernes, 21 de septiembre 2018, 12:39

Sabía Felipe Miñambres a quien llamaba cuando estableció conferencia este verano con Argentina. Marcados por el patrón que divide a los técnicos entre 'bilardistas' y 'menotistas', el director técnico del Celta de Vigo quería sin embargo otro tipo de perfil. Uno que escapara de ambos prototipos y dotara al equipo gallego de una personalidad propia, menos encorsetada que los primeros y más directa y vertical que los segundos. A medio camino se encontró Miñambres con un técnico, discípulo confeso del Coco Basile, que se ha hecho un nombre en el fútbol mexicano (América y Monterrey) y que, pese a defender una fórmula de éxito en todas las plantillas que ha dirigido, nunca ha saltado el charco. Ése es el principal hándicap de Antonio Mohamed (Buenos Aires, 1970) y al mismo tiempo su principal desafío. Por eso cuando el 'Turco' descolgó el teléfono, no se lo pensó dos veces. Perdía dinero pero no le importó.

«Quiero hacer carrera, para mí Europa va a ser un trampolín o un tobogán», reconoce hoy una de las sensaciones de LaLiga 2018/19, no solo por su apuesta de fútbol sino por su elegancia en el vestir.

De origen árabe y argentino por sus abuelos paternos –Mohamed era el nombre de su abuelo cuando llegó a Argentina y las autoridades lo convirtieron en apellido–, el excéntrico entrenador reconoce haber tenido más de un problema por esta dudosa herencia. «¡Cuando voy a Estados Unidos me revisan hasta las uñas de los pies!», exclama cuando le preguntan sobre un apellido con distinta pronunciación según de donde llegue la llamada. «Si es de Argentina me dicen 'Moamed', en México me llaman 'Mojamed', y sin embargo en árabe es 'Mo'amma'», explica desde Vigo. ¡Cómo no iban a llamarle el Turco!

En Balaídos han recibido con los brazos abiertos al argentino, cuya sombra planea sobre la delgada línea que separa el entrenador del personaje, que apenas ha necesitado tiempo para ganarse al aficionado por su carácter explosivo y con un punto provocador.

Su padre y la muerte de su hijo

De su padre, chatarrero en Lomas de Zamora, al sur de Buenos Aires, heredó el carácter abierto y sus ganas por hacer carrera en el mundo del fútbol. Él mismo lo confiesa en el libro 'El Turco, una vida llena de pasiones', que firma el periodista Leandro Sánchez con prólogo del exseleccionador argentino Alfio Basile, y en el que confiesa una descarnada admiración por su progenitor. «Soy jugador por él, soy gracioso por él, soy alegre por él, soy mentiroso por él, soy de barrio por él, soy querido por mis amigos por él». Y por él regresó a Argentina, a su muerte, renunciando al contrato que había firmado en 2005 como técnico del Chiapas. Poco después llegaba al banquillo de Huracán, el equipo de su vida –también de su padre– al que devolvió a la Primera División en 2007 y al que pretende regresar algún día como presidente cuando decida dejar los banquillos. Precisamente ese ascenso encuentra su origen en una promesa que le hizo a su padre pero también a su hijo fallecido en accidente de tráfico cuando tenía 9 años y se encontraba disfrutando del Mundial de Alemania. Antonio Mohamed viajaba también en aquella autocaravana y resultó herido de consideración con tres fracturas que a punto estuvieron de costarle la pierna. El pequeño Farid, que da nombre hoy al campo donde entrena la cantera de Huracán, acompaña también a su padre a través de un tatuaje que mantiene vivo su recuerdo. De fuertes convicciones, el 'Turco' ha llegado a asegurar también que nunca entrenará a San Lorenzo –por ser el seguidor número 1 de Huracán–, a Unión –porque trabajó para Colón– y Racing de Avellaneda –por haber jugado en Independiente–. Y es que su carrera como futbolista no desmerece en nada a la que está labrando en los banquillos. Vistió la camiseta de Huracán, Boca e Independiente (Argentina), y también la de los Toros de Neza, América, Monterrey, Marte, Irapuato, Atlante, Atlético Celaya y Zacatepec (México). Todavía hoy se recuerdan algunas de las excentricidades que le elevaron a la categoría de ídolo, por ejemplo, en el estadio Neza. Allí donde apareció rapado al cero un día después de que su entrenador le pidiera que se cortara el pelo largo. O donde lucía máscaras, sombreros o pelucas en las fotos previas al comienzo de los partidos. O donde se convirtió en el primer jugador en lucir botas que no fueran de color negro.

«Si recupera el 4 no se la va a dar al central. El 4 va con el 8, el se apoya con el 5 y el 5 va con el 9»

antonio mohamed, entrenador del celta

Ahí donde forjó un carácter a prueba de bombas, hoy le ha servido para armar un libreto que es de obligado cumplimiento para el vestuario. Cercano a los jugadores y al trabajo con la cantera, el Turco se confiesa resultadista, no negocia la actitud, es fiel defensor de la posesión, y no se ciñe a planteamientos rígidos. «No me caso con un dibujo porque para mí son más importantes los futbolistas. Pongo a los mejores y a partir de ahí genero el dibujo», suele repetir, amante del riesgo y del fútbol de equipos como el Barça de Guardiola. «A mí siempre me gustó jugar para adelante, con un equipo corto que presione en campo rival, que asuma riesgos».

El suyo, confiesa, debe ser un equipo que recupere y ataque. «Si recupera el número cuatro, no se la va a dar atrás al central y este al otro central. No. El 4 va con el 8, el 8 se apoya con el 5 y el 5 va con el 9. Directo al arco. Esta es mi manera de jugar favorita», resume Mohamed.

El Turco, que tendrá que improvisar este sábado por la ausencia de Cabral –ha repetido once las tres últimas jornadas–, es de los técnicos que ve en la pelota un medio, no un fin. Y cuando la pelota la tienen Aspas, Maxi o Sisto, la vida es más fácil para el Celta...

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