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La pasión turca
A banda cambiada ·
El autor hace un repaso por la trayectoria de Enes Ünal, el delantero más en forma del Real Valladolidjesús moreno
Valladolid
Miércoles, 5 de febrero 2020, 21:47
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A banda cambiada ·
El autor hace un repaso por la trayectoria de Enes Ünal, el delantero más en forma del Real Valladolidjesús moreno
Valladolid
Miércoles, 5 de febrero 2020, 21:47
El Sakaryaspor es un club pequeño, humilde. Casi siempre ha estado alejado de la primera división de Turquía y la mayor parte de su historia ha tenido que desempeñarse en estadios semivacíos, de césped mal cuidado. Su mayor éxito fue la Copa de 1988, de la mano de un joven llamado Hakan Şükür. El 'toro del Bósforo' acababa de debutar profesionalmente pero ya marcaba la diferencia en esto del balompié. Así que no es difícil imaginar que ser jugador de una entidad de segunda en un país en el que ese deporte se vive con excesiva pasión -solo un escalón por debajo del baloncesto, ese que utilizaba la expresión infierno turco como declaración de intenciones para aquellos que se adentraban en las canchas del Efes Pilsen o del Fenerbahce- curte tanto a nivel profesional como personal. Imprime carácter. Provoca en las personas una maduración prematura.
Pensaba estas cosas mientras observaba una foto del once titular de ese pequeño equipo. En ella se aprecia la típica estampa con seis futbolistas en pie y otros cinco agachados. Todos ellos con los brazos entrelazados para dar impresión de equipo, de bloque, de uno para todos y todos para uno. En esa instantánea, sin embargo, destaca la estampa de un niño. Abajo, a la derecha, agachado, se podría decir que en ese momento estaba distraído. No es la presencia de un chaval lo que hace especial la imagen, al fin y al cabo, es una constante que los más pequeños aprovechen para aparecer retratados con sus ídolos en el momento en el que estos posan para las cámaras antes de un partido. Es que, en realidad, ese niño responde al nombre de Enes y se está fotografiando con su padre Mesut Ünal.
El delantero del Real Valladolid solo tiene 22 años, conserva la mirada distraída de aquel crío que aparecía en la foto con su papá, pero ya se ha hecho mayor. De golpe. Sin arrugas en la frente, como dicen Celtas Cortos. Fruto de sus circunstancias. Siguiendo a su progenitor por los estadios de Turquía. Errando por Europa demasiado tiempo para alguien demasiado joven. Se ha visto obligado a abandonar su zona de confort, a perder esa inocencia que aún conserva en sus ojos, a pelear por hacerse un hueco en el mundo del fútbol profesional. Valladolid está siendo testigo de cómo esa persona fría, tímida y, en ocasiones, desesperante, muta en un deportista talentoso, sacrificado y entusiasta. En pura pasión turca.
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