Fabián Orellana (Santiago de Chile, 27 de enero de 1986) reconoce que es un hombre muy callado. Y no le falta razón. Se conoce bien a sí mismo. En su primera comparecencia pública tras fichar por dos temporadas con el Real Valladolid, el futbolista fue ... parco en palabras, contenido en las expresiones y ni siquiera la presencia de dos compatriotas suyas entre los periodistas le soltó la lengua. Eso sí, afirmó que Mendilibar y Sergio son dos entrenadores muy parecidos y que los equipos de ambos juegan igual. Y, también, que le gustó mucho el proyecto que le presentó el club, lo que unido a su deseo y el de su familia de seguir en España, hizo que todo se uniera adecuadamente.
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Un proyecto que, según desveló Miguel Ángel Gómez, pasa por lo que al chileno se refiere en dejar caer en él mucho del peso ofensivo del equipo estas dos próximas temporadas. «Queremos que tire del carro», enfatizó Gómez. Y el hecho de que llegue al Pucela con 34 años no es ni cortapisa ni valladar. Lo dejó claro el director deportivo: «El nivel actual de preparación de los futbolistas hace que la edad no sea determinante. Cada vez se prolonga más la vida de los profesionales». En este sentido, el mismo futbolista, sin conocer el apoyo de Gómez, fue rotundo al indicar que se encontraba en un momento «muy bueno» de su carrera y que le quedan aún «años» de fútbol
Más allá de estas cuestiones, el delantero o centrocampista chileno se mostró como una persona muy confiada en sus cualidades. Tanto que a pesar de que los datos dicen que es mucho más eficaz ante la portería cuando parte desde la banda izquierda que cuando lo hace desde la derecha, a él le es indiferente «jugar en una banda o en la otra». Una confianza que se extiende hasta su capacidad física, ya que se ve perfectamente capaz de responder a la exigencia de Sergio de que los delanteros sean los primeros defensores y sean capaces de trabajar hacia atrás
Muy satisfecho de cómo le ha recibido el vestuario, se permitió una sonrisa cuando fue interpelado sobre su carácter. Mendilibar dijo de él que era un gran jugador pero que había que saber llevarlo. Cuando se le recordó la media sonrisa dejaba entrever lo de acuerdo que estaba con la sentencia de su exentrenador, pero respondió de una manera rotunda. «Soy una persona muy callada, pero tengo personalidad para decir lo que pienso. Los que me conocen saben como soy. No me molesta que se digan cosas sobre mi carácter».
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