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La capacidad de resiliencia de Paulo Pezzolano como entrenador del Real Valladolid es directamente proporcional al poder que le ha otorgado el club blanquivioleta. El técnico uruguayo evita por el momento un despido que pareció cantado tras la derrota con penosa imagen ante el Racing de Ferrol (2-0) ... y que quedó en el aire después de que David Espinar, director del Gabinete de Presidencia, no lo ratificase el lunes por la mañana. El club blanquivioleta, con Ronaldo Nazário a la cabeza como presidente, duda en apuntar con el pulgar hacia abajo por las consecuencias que tendría en la estructura interna la destitución de Paulo Pezzolano, convertido en una piedra angular del nuevo proyecto, más allá incluso de la primera plantilla.
El cambio de entrenador suele ser la decisión lógica para desbloquear futbolística y emocionalmente a equipos atascados (como le sucede al Real Valladolid fuera de casa), pero esa terapia de electrochoque implicaría un cambio muy drástico que ahora se trata de medir cuidadosamente dentro de las oficinas.
Como explica gráficamente una de las personas consultadas, a Paulo Pezzolano «le han dado las llaves de todo». Para empezar, el entrenador del Real Valladolid se ha rodeado de un extenso cuerpo de ayudantes en el vestuario para facilitar su trabajo. El técnico vio el pasado mes de diciembre cómo Martín Varini abandonaba su puesto como segundo entrenador en Zorrilla para pasar a dirigir a Defensor Sporting en Uruguay. Camilo Speranza, uno de los denominados 'asistentes técnicos', se convirtió el nuevo 'número dos' de Pezzolano, pero eso no impidió que llegase una nueva cara al vestuario: Joaquín Papa, que aterrizó tras su etapa en el banquillo de Rentistas, también en Uruguay. Entre los ayudantes se mantiene Matías Filippini, que ejerce como «secretario» del primer entrenador y está «atento a todos los detalles» que pueda necesitar Pezzolano en el día a día, desde los futbolísticos hasta los más triviales. El analista Manuel Ramas y el preparador físico Gonzalo Álvarez llegaron también inicialmente junto al técnico y siguen junto a él. Un despido de Pezzolano implicaría la salida de todos ellos y la necesidad de incorporar nuevos efectivos, especialmente en la parcela física (salvo reestructuración del Área de Rendimiento, de la que se encarga Fran Albert tras su vuelta al club el pasado verano).
La destitución del entrenador uruguayo afectaría también al ascendiente que mantiene Pezzolano sobre el Real Valladolid Promesas. El despido de Julio Baptista el pasado 8 de noviembre y el nombramiento de Álvaro Rubio como entrenador del filial blanquivioleta tiene relación con el método del uruguayo para disponer diariamente de los futbolistas del Promesas que considere necesario. Echar a Baptista no resultaba fácil por la buena relación personal que mantenía con Ronaldo Nazário, pero después de criticar la presencia de integrantes del Promesas con el primer equipo, el exfutbolista fue despedido sin contemplaciones. Pezzolano ganó ese pulso interno y mostró su poder porque, hasta entonces, Julio Baptista se consideraba más o menos intocable dentro del club blanquivioleta. De hecho, los intentos previos para forzar su salida habían fracasado. Ahora, nada chirría con Álvaro Rubio al frente del filial en la relación con el primer equipo.
«Si se produce un cambio en el banquillo del primer equipo, será algo drástico. De metodología y de todo. Y queda muy poco tiempo de competición: once jornadas. Requiere de un análisis profundo», apunta una de las fuentes consultadas. El Eibar no resulta el mejor rival para afrontar un cambio de técnico en un partido de altísima exigencia y por ahí aparece otro obstáculo. El conjunto armero está situado en la cuarta posición de la tabla con 52 puntos, cuatro más que el Real Valladolid. La victoria por 0-2 en el campo del líder Leganés en su última salida muestra las buenas sensaciones del cuadro armero, por mucho que haya perdido dos de sus tres últimos partidos en Ipurua.
El Real Valladolid es, junto con Real Oviedo y Sporting, el segundo equipo que más puntos ha logrado en casa (33), sólo por detrás del Burgos (38). Los dos próximos partidos, ante Eibar y Levante, se disputan en Zorrilla, otro factor que favorece la continuidad de Pezzolano, más allá del factor ambiental que puede vivirse en choques de altísimo voltaje con la grada. Sin embargo, y aunque el club se aferre a esa idea, puede ser un arma de doble filo. «El equipo parece ahora más cerca de pinchar en casa que de cambiar la dinámica fuera», apunta un profesional del fútbol con amplio conocimiento de la Segunda División. «Siempre he visto al Real Valladolid como un equipo que podía subir, independientemente de Pezzolano, por la calidad individual que tiene. Pero la Segunda es muy traicionera y cualquiera te puede ganar sin un buen plan de partido y si no eres competitivo fuera de casa. El Real Valladolid ganó de suerte en Oviedo porque le salió el tiro en la última jugada a Marcos André y ganó defendiendo debajo de la portería ante el Eldense. Te pones a pensar y ves que lo poco que se ha ganado ha sido de casualidad y pocas veces ha dado un golpe de autoridad [a domicilio]».
Esa misma idea se traslada desde otras latitudes futbolísticas: «No veo evolución en el Real Valladolid. El equipo puede hacer un partido bueno, pero no acaba de dar una sensación de ser poderoso».
La identidad
La visión que tienen varios profesionales del fútbol sobre el momento que atraviesa el conjunto blanquivioleta no resulta favorable por varios factores. Uno de ellos pasa por el estilo. «¿A qué juega el Real Valladolid? No se sabe. Equipos de esta talla deben tener una identidad. Puede ser una u otra, pero deben mostrarla. Yo no sé 'qué' es Pezzolano. Si es defensivo, ofensivo, si se dedica a contrarrestar al rival...».
Otra de las personas vinculadas laboralmente al mundo del fútbol observa desde la distancia el divorcio entre la grada de Zorrilla y Pezzolano. «Cuando pierdes, se puede entender. Pero no hay unión ni desde el buen momento, ni desde el malo, ni desde el regular. Así es difícil conseguir cosas en mi opinión. Claramente, el entrenador no ha encajado allí. Cuando te piden la dimisión ganando 3-0 es porque algo no ha funcionado».
Este mismo profesional subraya que el cambio de entrenador sirve como revulsivo, incluso aunque no se ajuste a las estructuras creadas: «Pepe Mel no será el mejor entrenador metodológico del mundo, pero llega al Almería y gana el primer partido que dirige allí después de 28 jornadas sin victorias. Al Sevilla le sirvió en su momento con Mendilibar. Por lo que sea, a veces funciona».
Las individualidades
El Real Valladolid aún puede aferrarse a las individualidades para ganar partidos, a pesar de todo el ambiente convulso y la sensación de que el futuro del equipo con Pezzolano sigue muy brumoso. Lo apunta otro de los interlocutores contactados: «Cuando tienes tantos futbolistas buenos, lo tienes que hacer muy mal para que no se dé el objetivo. Pero ves que el Espanyol viene de ganar en Zaragoza [con nuevo entrenador, Manolo González, tras el despido de Luis Miguel Ramis] y existe la sensación de que el Real Valladolid tiene que ganar sí o sí al Eibar esta semana porque si no la lucha por el ascenso directo va a empezar a quedar lejos...».
Incluso con victorias ante Eibar y Levante en Zorrilla, el Real Valladolid tendrá que afrontar cinco salidas en el tramo final con visitas a los campos de Cartagena, Amorebieta, Mirandés, Alcorcón y Tenerife. Y ahí seguirá el gran caballo de batalla para un Pucela que no gana fuera de casa desde el 24 de noviembre. Como recuerda una de las personas consultadas, «si el equipo no ofrece un poco más fuera de casa, no le va a dar para subir». Y, de momento, no hace más que empeorar.
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