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Eloy de la Pisa
Sábado, 4 de junio 2016, 20:34
La crónica de este partido es una crónica anunciada. El relato de un duelo en el que un equipo continuó arrastrándose por el campo después de un año para olvidar. Viendo a los blanquivioletas ante el Mallorca, su falta de ganas, su indolencia, su apatía ... y su nula precisión, se hace hasta difícil entender como sumó los puntos que sumó.
Alberto dispuso de inicio el esquema habitual, con Del Moral por la izquierda y Óscar de enganche. Y dio entrada a Varela, que había ya ganas de ver en partido oficial al portugués. No lo hizo mal, pero tampoco se le puede pedir mucho a un portero que ha jugado un partido en toda la temporada. Fue lo único positivo. El fútbol tiene la particularidad mde que siempre te da la esperanza de ver algo distinto, pero el Valladolid de este sábado ha sido más de lo mismo.
Desde el principio, y pese al gol de Villar producto de un error visitante, se vio claro que el Mallorca no tenía prisa pero no iba a dar un solo paso atrás. Sin prisa, pero sin pasua, fue acercándose una y otra vez al área de Varela. Y los defensas y los centrocampistas pucelanos a verlas venir. A nadie sorprendió que remontaran los bermellones. El Valladolid perdía rápido el balón, no enganchaba nunca con peligro las jugadas y le costaba una vida llegar al centro del campo con el balón controlado. Lo de casi toda la temporada vamos. Y si enfrente tienes un tipo como Brandon, perlita de la cantera insular, que la pega que la rompe y que pone el balón en sitios imposibles para el portero, el desarme de los locales se hizo aún más patente ante una irritadísimo público local.
El Mallorca remontó el partido porque no solo tuvo acierto y fe, sino porque se dedico a trabajar y a no volverse loco. Bien colocado por Fernando Vázquez, necesitó muchas ocasiones para marcar, pero lo importante es que las generó. Y en el fútbol para marcar goles hay que generar ocasiones. Es de perogriullo.
Y cuando a poco de empezar la segunda mitad Pereira hizo el tercero quedó claro lo que iba a pasar.
Antes Alberto había dado entrada a Rodri y a Alfaro, pero eso no supuso nada. Y nada es nada. Porque a partir de ese gol estaba todo ya dicho y el único interés era saber qué pasaba en otros campo. Al final, la Ponferradina se fue a Segunda B, pero si no hubiera sido por el triunfo ante el Albacete el único en los últimos 12 partidos-, el Valladolid habría estado en situación muy parecida a los bercianos. Lo peor es la dinámica perdedora en la que está el equipo, y que no siempre desaparece con el cambio de temporada.
Los minutos finales fueron el reflejo de la temporada. Menos mal que ha acabado.
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