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Penélope

carlos pérez

Viernes, 20 de mayo 2016, 12:39

Cuenta Homero en la Odisea que cuando Odiseo se fue a la guerra de Troya, su mujer Penélope le esperó fiel durante veinte años. Penélope tenía muchos pretendientes y se los quitaba de encima diciendo que daría por muerto a su marido cuando concluya el sudario que está haciendo a su suegro, Laertes. Hasta entonces permanecerá fiel. Penélope tejía durante todo el día y descosía por la noche para no acabar el sudario. Así hasta el día en que Odiseo volvió a Itaca justo cuando Penélope acababa el sudario.

Así quedamos ya solo unos pocos en Zorrilla, esperando al Real Valladolid. Nosotros no queremos abandonar y tratamos de tejer una tela de araña para que nadie pueda irse. Pero cada domingo la tela de araña se rompe. Al contrario que Penélope, la tela no la rompemos nosotros, sino que es el Pucela el que la deshilacha. Es como si Odiseo se presentase en casa después de veinte años borracho y con dos putas agarradas a sus brazos.

Serrat nos cuenta el mito de Penélope, disfrazando a la protagonista con un bolso marrón, sus zapatos de tacón y su vestido de domingo. Penélope va cada día a la estación en espera de su amor y ve pasar todos los trenes. Para ella todos los pasajeros son muñecos.

En la Odisea, cuando Odiseo vuelve, mata a todos los pretendientes de Penélope y luego viven felices toda la vida. Sin embargo, Serrat nos habla de una Penélope que no reconoce a su amante cuando regresa y le dice: «Tú no eres quien yo espero».

Creo que desgraciadamente el final de la historia de nuestro club es como en la canción de Serrat. Cuando el Real Valladolid vuelva muchos no lo reconocerán y ya no lo aceptarán. Hemos pasado de pegarnos por el carné de alguien que no va a Zorrilla a no poder «colocar» seis entradas una agradable tarde de sábado.

Escribí a principio de temporada que la campaña de abonados era poco original y cobarde. Y me temo que el roto que se va a producir en septiembre va a ser considerable. Me gustaría que la gente pusiese al club por encima de las personas, pero cuando el que manda quita legitimidad a una masa que se va marchando poco a poco, mala solución veo.

Creo que la mejor campaña de abonados que se puede hacer la temporada que viene es escuchar a los que se han ido. Solo así reconoceremos a nuestro Valladolid cuando estemos en la estación con nuestro bolso color marrón, los zapatos de tacón y nuestro vestido de domingo. Y no dar opción a nadie a decir: «Tú no eres quien yo espero».

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