Eloy de la Pisa
Sábado, 14 de mayo 2016, 19:21
4-4-2, juntitos, balones a Óscar, Rubio y Borja a currar como locos, los demás a ayudar, buscar el juego por dentro para acabarlo por fuera. Esas parecieron ser las instrucciones de Alberto López antes de que el Valladolid saltara al campo. Y, de ... entrada, salió bien. Pero solo de entrada. El Valladolid no ofrecía nada, y el Albacete no podía ofrecer nada porque está muy limitado. Ambos explicaron sin dudas porqué están donde están.
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El gol de Óscar debía dar tranquilidad al Valladolid. Y se la dio. Quizá demasiada en la primera parte. El salmantino fue determinante en los primeros minutos, y se le vio extramotivado, pero a raíz del gol el cuadro blanquivioleta juntó líneas, se refugió atrás y se dedicó a esperar nuevas ocasiones. Tuvo un par de ellas en las botas de Roger y Villar. Poco bagaje para un grupo llamado a metas más altas y que sufre ahora lo indecible ante cualquier rival.
El público, mientras tanto, esperaba algo. Conocedor de la importancia de los puntos ni silbaba ni protestaba el paupérrimo juego de los suyos, quedándose con el trabajo estajanovista de Borja y temblando en silencio cuando los desajustes de Juanpe y Hermoso daban opciones a los rivales. Lo cierto es que en esa primera mitad había poco material para alegrarse, más allá del gol.
Y la segunda parte dio motivos más para el silbido y el enfado que para el aplauso. Los extraños cambios de Alberto dio entrada a Leao los dos minutos y luego a Tiba por Villar-, descolocaron aún más al Pucela, que solo se mantenía por el esfuerzo del orensano y por la sobriedad de Juanpe en los balones aéreos. Y solo.
Con todo, el bagaje era paupérrimo, del inframundo casi. El Albacete, un equipo muy limitado y con unos problemas en ataque terribles, sacó la casta que debe tener todo equipo profesional y empezó a poner en serios aprietos los locales. El Valladolid no supo aprovechar ni uno solo de los contragolpes que tuvo. Y fueron unos cuantos. El Albacete estaba volcado, pero el Valladolid era incapaz de sacar provecho: lentos , imprecisos, demasiado atrás. El miedo atenazaba a los futbolistas blanquivioletas, que en el último segundo estuvieron a punto de recibir el castigo a la mediocridad con un remate que salió por poco por encima del larguero de Kepa. No hubiera sido injusto.
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Los pitos finales del público reflejan perfectamente la frustración de unos aficionados que no por vencer estaban contentos.
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