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Déjà Vu

Javier pardo

Martes, 15 de marzo 2016, 17:12

Durante la temporada 2015-16, los pucelanos estamos viviendo en una constante montaña rusa entre la ilusión y la decepción. Porque parece de cámara oculta que después del esperpento del partido en Zorrilla ante el Huesca, hagamos uno de los mejores partidos de la temporada en el campo del tercer clasificado.

Como si de un romance de ni contigo ni sin ti, el Pucela no ha conseguido pasar de la mitad de la tabla en toda la campaña pero sin embargo, nos ha dejado partidos contra equipos importantes como Córdoba y Oviedo que nos hacen pensar que somos mucho más de lo que demostrado hasta la jornada 29. Como la chica guapa del instituto que nos hace caso pero no es más que un amor platónico.

Y para máxime, este amor platónico se nos repite en bucle como si estuviésemos viviendo en un 'déjà vu' constante especialmente desde la llegada de Portugal al banquillo. No soy partidario de hablar de finales ni ser tan visceral, pero el próximo sábado ante el Llagostera tenemos la enésima oportunidad de enganchar a una afición que necesita creer y de alcanzar puestos nobles en la clasificación por primera vez en la temporada.

Además, el Pucela comparecía en el Carlos Tartiere sin el centro del campo titular, ni Rubio ni Leao por lesión estaban disponibles. Y allí emergió la figura de Pedro Tiba, que veía la derrota ante el Huesca desde la grada del Zorrilla la semana anterior, y que ha pasado toda la temporada sentado en el banquillo contando sus apariciones a lesiones o sanciones de compañeros

Con la vuelta al idilio con el gol de Juan Villar, el descubrimiento de Tiba y el funcionamiento colectivo en Oviedo deben ser argumentos más que suficientes para ganar el sábado ante un equipo que no ha ganado a domicilio en toda la temporada. Si lo conseguimos, conseguiremos transformar el espejismo del Tartiere en una realidad constante en la que asentarnos en los puestos que un club de la enjundia del Real Valladolid debe siempre ocupar en la Liga Adelante.

El estado del césped, los arbitrajes o la mala confección de la plantilla son excusas pasadas para justificar el mal rendimiento de un equipo que ha demostrado el nivel que puede alcanzar, aunque lo verdaderamente complicado siempre es mantener el máximo rendimiento.

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