Fernando Bravo
Lunes, 15 de febrero 2016, 05:29
La regla 12 de la FIFA sobre faltas e incorrecciones tipifica expresamente como tal la celebración de un gol cubriéndose la cara o la cabeza con una máscara o artículos similares. Lo considera, textualmente, «una demostración innecesaria y excesiva de celebración» y, para mayor escarnio, ... ilustra el artículo sancionador con una fotografía del delantero ecuatoriano Iván Kaviedes, que jugó en la temporada 2000/2001 en el Real Valladolid, cubriéndose el rostro con una máscara para celebrar un gol.
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El sábado, en San Mamés, Roger y Mojica celebraron el gol del primero, que supuso la consecución de los tres puntos para el Pucela, cubriéndose por unos segundos la cara con una máscara veneciana de carnaval, lo que les supuso una amonestación que para el extremo suma la tercera amarilla, y la primera, para el delantero autor del gol.
Tras el encuentro, el técnico Miguel Ángel Portugal manifestó su disgusto por esta circunstancia, pero prefirió no ir más allá en este asunto, probablemente porque prefería quedarse con el buen gusto de la victoria, a sabiendas de que el impulsivo Mojica dejó en inferioridad ya en una ocasión al equipo por su explosiva manera de mostrar sus emociones (en el Ángel Carro de Lugo vio la segunda amarilla por agarrar a un jugador que le sobrepasó en el centro del campo).
La perla de Portugal
Portugal, sin embargo, ofreció una perla en sus declaraciones. Dejó caer, como quien no quiere la cosa, que lo que le molestaba de la celebración es la presunción de que sus jugadores no conocen el reglamento, lo que supone cuestionar, en cierta forma, su profesionalidad.
Lo cierto es que la normativa es grande y muy compleja, a pesar de que los jugadores profesionales deberían estar avisados de ciertos aspectos muy relevantes para su profesión, como son los diferentes reglamentos que regular las sanciones y los códigos de disciplina. Entre otras razones, porque situaciones como la de ayer en San Mamés pudieron haber tirado por la borda una trabajada victoria. No en vano, el Real Valladolid terminó el encuentro con siete amonestados Borja, Mojica, Roger, Juanpe, Leão, Silva y Chica con serio peligro de haber quedado en inferioridad, en un encuentro en el que el Pucela terminó pidiendo la hora por la reacción, durante los últimos minutos, de los jugadores bilbaínos, que intentaron hasta el final de los 95 minutos ¡cinco de descuento! buscar el empate.
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Un expulsado
Aunque la actuación de Pizarro Gómez solo pareció relevante por el número de tarjetas amarillas, diez en total, lo cierto es que el árbitro madrileño fue realmente riguroso.
No solo por la aplicación estricta del reglamento en las siete amonestaciones a los jugadores del Real Valladolid, sino por la expulsión de un técnico bilbaíno, que paso prácticamente inadvertida.
El acta del encuentro recoge la expulsión del campo del técnico Iban Urkiza Ibaibarriaga, por el siguiente motivo: «Lanzar una botella fuertemente contra el suelo en el área técnica, en actitud de desconsideración a una decisión mía».
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No tuvo trascendencia para el resultado del encuentro esta expulsión, que se produjo en el minuto 63, apenas unos instantes después de que hubiera mostrado la tarjeta amarilla a Juanpe por derribar a un contrario.
Pizarro González probablemente no contribuyó de forma decisiva a la victoria del Real Valladolid ni dio alas a los locales en su apretón final, pero fue lo suficientemente riguroso como para haber dejado en inferioridad a un Valladolid cuyos centrales y centrocampistas estaban amonestados.
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El hecho es que el Código Disciplinario de la RFEF no hace referencia a la situación vivida el sábado en San Mamés que costó las amonestaciones a Roger y Mojica. El citado código, en su título II, capítulo IV referente a sanciones leves y sus sanciones, incluye un artículo, el 111 sobre amonestaciones, en cuya letra h especifica que se sancionará al jugador «cuando con ocasión de la celebración de un gol el futbolista se despoje de su camiseta o la alce por encima de la cabeza así como cuando se encarame a la valla que rodea el recinto [si la hubiere]». En la letra d del citado artículo incluye una razón más genérica que podría haber sido también de aplicación, en función del rigor del árbitro. Justifica la sanción por «cometer actos de desconsideración con directivos, técnicos, espectadores y jugadores». Para intérpretes.
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