Secciones
Servicios
Destacamos
fernando bravo
Martes, 28 de julio 2015, 07:40
La consigna de la pasada temporada fue no obsesionarse con el ascenso, a pesar de que el diagnóstico lo convertía en un imperativo. Este año, solo Óscar, uno de los jugadores menos políticamente correctos dice lo que piensa, sin muchos miramientos, ha explicitado que el objetivo es irrenunciable. Mientras, el nuevo entrenador, el vizcaíno Gaizka Garitano, ha decidido tirar por la calle de en medio, no enredar mucho con las posibilidades del objetivo y trabajar para conseguirlo.
Ayer fue inflexible con sus jugadores. No hubo ni una concesión, a pesar de que se vieron por primera vez a las 9:30 de la mañana y se despidieron doce horas después, tras la cena en el balneario de Mondariz.
Con un pequeño descanso tras el viaje, el equipo técnico hizo sudar a los jugadores en el campo de A Lagoa. Garitano ya tiene su pequeña colección de latiguillos para estimular el trabajo de sus jugadores. Ayer, cuando la luna ya se marcaba con claridad en el cielo gallego, el vasco fustigaba a los jugadores sin contemplaciones: «¡Quitamos la galbana!», les pedía, para que le pusieran ritmo a la segunda sesión de trabajo.
Y tras explicarles lo que quería, el dibujo táctico de algunas jugadas, seguía espoleándoles: «Que me lo crea. Quiero algunas buenas».
Chica, la única baja
Lo fue solo a medias. El lateral derecho del Real Valladolid fue el único que no se calzó las botas ayer, en A Lagoa. Estuvo con sus compañeros pero una herida en el talón le impidió hacer la mayor parte de los ejercicios. Aunque no renunció a su marse al grupo, extender una esterilla y hacer algunas flexiones. «El problema lo tengo en el pie. Esto puedo hacerlo».
Mientras, Garitano seguía dibujando tácticas, moviendo a los jugadores y evitando que se apoderara de ellos la galbana. «¡Un pivote no recibe de espalda!»; «¡Se supera una línea!». Nada nuevo, pero la reiteración y los gritos movían a los jugadores.
Al final empezaron a correr por grupos hasta terminar exhaustos. Aunque alguno, como Alfaro, parecía estar por encima del resto. En plena carrera, a su paso por donde se encontraban algunos auxiliares, como el delegado Paco Santa María, el onubense levantaba los brazos, apretaba el sprint y gritaba «¡El Gerrouj!», ante el regocijo de los presentes.
Alfaro, que tiene claramente superada la lesión que le mantuvo en el dique seco seis meses durante la temporada pasada, sigue haciendo gala de una forma envidiable y de un humor contagioso y no menos sorprendente, además de regalar una sonrisa cada una de las intervenciones públicas que protagoniza. Ayer volvió a ser uno de los motores de un grupo que acabó rendido en Mondariz.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.