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Roger y Alfaro, lesionados, y Peña, sancionado. Era el encuentro frente al Albacete, en Zorrilla, que terminó con 0-1.
Los intangibles del fracaso

Los intangibles del fracaso

Algunas de las circunstancias que llevaron a una de las mejores plantillas al ‘play-off’ y embarrancar a las primeras de cambio

Fernando Bravo

Viernes, 19 de junio 2015, 09:32

Lesiones de larga duración que no tienen que ver con sobrecargas de trabajo; expulsiones rigurosas en momentos críticos sobre un equipo calificado de blando durante la mayor parte de la temporada; series malditas, como las de los enfrentamientos ante la Ponferradina, Albacete y Girona a priori víctimas propiciatorias que se convirtieron en verdugos circunstanciales; falta de continuidad en una plantilla que solo repitió una vez en 42 partidos... Son circunstancias que han influido en la errática temporada de un Real Valladolid llamado al ascenso directo por haber reunido a una de las mejores plantillas de la categoría y que llegó, extenuado, al play-off donde expiró a las primeras de cambio.

Tras el descenso y los cambios en el área técnica, el Real Valladolid reconstruyó una plantilla sólida en todas las líneas. Pero muy ajustada. En la sexta jornada, ante el Sporting de Gijón, se lesionó Roger Martí, el delantero centro en el que estaban puestas las esperanzas goleadoras del club. Siete meses estuvo de baja 25 partidos ausente hasta que reapareció frente al Girona. Un mes más tarde, ante el Betis en Zorrilla, empezó el calvario de Alejandro Alfaro, otro delantero de referencia que sumó casi ocho meses en el dique seco. La línea ofensiva quedaba seriamente mutilada.

Como consecuencia de estas las limitaciones, el Real Valladolid empezó a padecer de falta de gol. Fue un soniquete recurrente pero justificado durante algunas jornadas. El veterano mediapunta salmantino Óscar Sánchez palió en parte la carencia 16 goles en 38 partidos pero faltó regularidad, porque goles sí hubo. De hecho, en el ecuador de la temporada, el Pucela logró una espectacular racha de veinte goles en siete partidos de los que ganó cinco, empató uno y solo perdió ante el Llagostera. Una racha en la que endosó siete goles al Barça B;dos al Zaragoza y al Alavés;cinco al Mallorca y cuatro al Racing. Fue una serie afortunada que consolidó la condición de favoritos al ascenso, aunque solo fue un espejismo.

28 de mazo. Jornada 31. Poco más de diez mil espectadores otro de los debes de la temporada salen decepcionados de Zorrilla. El Real Valladolid ha perdido por 0-1 frente al Albacete, un equipo al que en la primera vuelta endosó cuatro goles. En el banquillo pucelano, el resumen de sus desgracias: Alfaro, con muletas; Roger, convaleciente, y el lateral izquierdo Peña, en vaqueros, acompañándoles, porque cumplía sanción. Fue, además un encuentro precedido por la derrota ante la Ponferradina por 2-0 y seguido por otra derrota, en Montilivi, por 2-1 ante el Girona. En una serie de ocho partidos en la que el Pucela sufrió 4 derrotas y dos empates. Y, por primera y única vez, sumó tres derrotas consecutivas.

El mercado de invierno mitigó las estrecheces del vestuario, que solo fueron compensadas de forma testimonial con jugadores del Promesas, a pesar de que hizo una gran temporada en Segunda B. Algunos jugadores del segundo equipo tienen calidad pero no tuvieron oportunidad de demostrarlo, más que en minutos residuales de partidos decididos. De los refuerzos de invierno, Hernán Pérez fue un éxito; Tulio de Melo casi una incógnita con buenas maneras y Pererira, fuegos de artificio. Encandiló en Mallorca y luego solo sobresalió por su incontinencia con los árbitros. Bergdich que se fue cedido en el mercado de invierno, había marcado cinco goles, aunque Hernán Pérez hizo que no se le echara mucho de menos.

Durante muchas jornadas, el Real Valladolid fue calificado de equipo blando. Demasiado condescendiente con rivales ante los que dejó muchos puntos y sufrió las consecuencias del juego duro. Todo cambió en los dos últimos partidos en los que, sin embargo, no rentabilizaron una forma de jugar más contundente. Al revés, sufrieron cuatro expulsiones en los dos enfrentamientos de play-off ante Las Palmas que pudieron haber condicionado el resultado, aunque es cierto que, por ejemplo, en el último partido, el Real Valladolid no llegó a lanzar ni un solo disparo entre los tres palos. La carencia de toda la temporada pareció enmendarse, pero sin resultados.

En el anecdotario de la temporada tendrá un lugar de preferencia la forma en que debutó y terminó el campeonato el portero Javi Varas. Lo hizo cometiendo sendos penaltis y siendo expulsado en ambos partidos. A pesar de ello, fue uno de los grandes protagonistas de la temporada, incuestionable bajo los palos.

Las lesiones, las ocasionales sanciones y los refuerzos del mercado de invierno contribuyeron a alterar continuamente las listas de convocados y, sobre todo, los onces iniciales que Rubi ponía sobre el campo a lo largo de la temporada. El entrenador estuvo condicionado, como todos los equipos, por esas circunstancias, pero en el Pucela se agudizaron. Hasta el punto de que, en 42 jornadas, solo repitió alineación en una ocasión. Y terminó la temporada con algunas dudas. En la penúltima jornada de la Liga regular, ante el Alavés en Mendizorroza, Jeffren jugó, o al menos lo intentó, en el puesto de lateral derecho, con muy poca fortuna. Una fortuna que compensaron los goles de Roger y Pereira, que volvieron a Valladolid con los tres puntos. La intermitencia de Álvaro Rubio en las convocatorias fue otra de las circunstancias difícilmente explicables.

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