Montse y José Luis Peña IZQUIERDO
JOSÉ MIGUEL Y MONTSE PEÑA ‘SIEMPRE PUCELA’

¡Enfermera, una radio!

El 13 de mayo de 1994, José Miguel tuvo un grave problema de salud que le llevó a la UVI. Gracias también a la asistencia de su hermana Montse, salvó su vida. Cuando despertó y preguntó la hora, solicitó un transistor porque el Real Valladolid se jugaba el descenso ante el Celta de Vigo

SANTIAGO HIDALGO CHACEL

Martes, 19 de mayo 2015, 17:02

No fue una buena festividad de San Pedro Regalado la de 1994. José Miguel tenía un poco de gripe y optó por tomarse una aspirina. Una reacción alérgica le provocó que se quedara sin oxígeno y comenzara a ponerse morado. La eficaz labor de su ... hermana Montse, que le hizo el boca a boca porque lo había visto en la serie Los vigilantes de la playa, hizo que al menos pudiera acudir en ambulancia al hospital con vida. Cinco minutos más y efectivamente no lo hubiera contado.

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Algunos años antes, a José Miguel le habían diagnosticado una enfermedad hereditaria en el tiroides que le hacía que el oxígeno no le llegara bien a las extremidades, sobre todo a las piernas. Con 8 o 9 años jugaba al fútbol y hacía judo aunque, de pronto, sus piernas no le sujetaban, se caía redondo al suelo o no podía sostener un vaso. Los médicos decían que si era una artimaña del chico para no ir al colegio. Fue en Madrid cuando dieron con la dolencia. Allí estuvo cuatro o cinco meses en tratamiento. Luego, todas las semanas tendría que volver a la capital durante bastante tiempo. Esta quizás fue una de las razones por las que su hermana Montse se acercó al fútbol: «Había ido a ver antes solo el partido del Valladolid con el Mónaco. Como José Miguel estaba ingresado en Madrid y las chicas del colegio iban al fútbol, un buen día decidí ir con ellas. Nos gustó y nos hicimos socias». Era la campaña 92-93, Montse tenía 15 años y el Real Valladolid venía de completar una mala temporada iniciada por Maturana y finalizada por Javier Yepes, con el descenso de categoría a Segunda. Mal panorama.

Sin embargo, el descenso y jugar en Segunda no fueron razones suficientes para apartar a Montse del Real Valladolid. Tampoco José Miguel decidió hacerse abonado en una campaña tranquila para los intereses del Real Valladolid. Era la 94-95 y el Real Valladolid había perdido también la categoría en el terreno de juego. Sin embargo, el descenso administrativo de Celta y Sevilla por defectos en la documentación de la inscripción de las ya Sociedades Anónimas, provocó que se repescara inicialmente al Valladolid y al Albacete, y luego, se produjese la liga de los 22, con los cuatro equipos en la máxima categoría. Para todo eso, hubo manifestaciones y salidas a la calle del aficionado que reclamaba sus derechos. En Valladolid, también las hubo. En alguna de las fotografías aparecen en primer plano portando una pancarta los hermanos Peña, Montse y José Miguel.

Pero regresemos a 1994 con José Miguel en el hospital y en la UVI (Unidad de Vigilancia Intensiva). Así lo relata: «Me desperté y me vi con todos los tubos conectados a una máquina. Aun así, le pregunté a la enfermera qué hora era y le pedí una radio para poder escuchar al Real Valladolid que se estaba disputando la permanencia. La pobre no se lo podía creer».

Efectivamente, era el encuentro de la última jornada de la campaña 93-94 y tanto al Real Valladolid como al Celta de Vigo les valía un punto. A los gallegos, para salvarse matemáticamente y a los pucelanos, para poder disputar la promoción. No había otras opciones posibles, así que el encuentro fue más que nunca amistoso. El partido del que se besen, que se besen, como dice José Miguel. Sí que es verdad que aunque ese día la radio no ofrecería mucho espectáculo sí que lo hubo el día anterior en la resolución de la liga de Primera división. Djukic lanzaba un penalti con el Deportivo que nadie se atrevió a disparar y González, portero que como el serbio militó en la disciplina del Valladolid, detendría el balón. La Liga viajó de Coruña hasta Barcelona. Era un 14 de mayo.

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Montse sí que acudió al estadio Zorrilla para ver ese no partido del Celta de Vigo. Ya había hecho su labor y allí en la UVI, apenas dejaban estar con José Miguel un rato y a dos personas. Ya solo quedaba el trago del Toledo en la promoción.

José Miguel Peña tiene ahora 34 años y necesita de una silla de ruedas para desplazarse cuando no es un recorrido cercano por las calles de su barrio de la Rondilla. Montse tiene 38. Ambos pertenecen a la peña Siempre Pucela actualmente con ocho miembros. Montse ha viajado sobre todo hace años con el Real Valladolid por toda España. José Miguel también, pero algo menos, ya que con su enfermedad y la silla es más complicado tanto trajín. Montse, ahora ocupa un asiento de fondo sur abajo porque la crisis y el paro también golpean duro y el empleo de repartir el 20 minutos se acabó. Por su parte, José Miguel, se emplaza en la zona reservada a discapacitados de la preferencia A, justo debajo del palco. Allí ve el fútbol con Edu, otro miembro de la misma peña que también va en silla de ruedas.

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Tanto Montse, José Miguel, como muchos otros peñistas y aficionados echan de menos la mayor cercanía de los antiguos jugadores como Santamaría, Peternac, Fernando, Marcos o Harold Lozano. «Se relacionaban más con el seguidor. Te hacías fotos, firmaban autógrafos y hablaban con nosotros. Ahora, salvo algunas excepciones, están en plan más jugador, más estrella», dice Montse, que confiesa tener de esas épocas más de diez camisetas, sudaderas y material de los jugadores. Entre Peternac y Harold Lozano se reparten las mayores admiraciones de Montse, mientras que las de José Miguel van más hacia el terreno de los porteros. Un ejemplo: César Sánchez.

Pero ni Montse, ni José Miguel olvidarán esa semana de mediados de mayo de 1994. Cuando el hermano pequeño pidió una radio

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