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La expedición blanquivioleta en el Hotel Mediodía de Madrid. De pie: Ortega, Babot, Goyo, Rafa, Vaquero, Helenio Herrera y Barrios. Sentados: Rico, Peralta, Mario, Coque, Lasala, Busquet, Soler, Revuelta y el utillero Tomás Martín; en detalle, Helenio Herrera. Foto: Archivo J. M. O.
Las normas de Helenio Herrera en el Real Valladolid

La Vista Atrás

Las normas de Helenio Herrera en el Real Valladolid

Cobraba prima doble e impuso a los jugadores traje y corbata para viajar

José Miguel Ortega

Sábado, 24 de agosto 2024, 17:44

Con su primer ascenso a Primera División, el Real Valladolid hizo un esfuerzo económico importante para fichar al que era el entrenador de moda en el fútbol francés: Helenio Herrera. Gracias a la gestión de Luis Conde, el club blanquivioleta se adelantó al interés de otros equipos españoles y cerró un acuerdo para que el técnico argentino dirigiera a los jugadores vallisoletanos en su debut en la máxima categoría.

Aunque el club anunció a bombo y platillo el fichaje de Herrera, a última hora surgieron dificultades económicas que a punto estuvieron de frustrarlo. El acuerdo se había cerrado en un millón y medio de francos antiguos –unas 150.000 pesetas– más un sueldo mensual de 7.000 pesetas, el más elevado de todos los entrenadores que había tenido el Valladolid en su todavía corta historia, que también estaba por encima de lo que en aquellos años de posguerra era habitual en el fútbol español.

Los directivos fruncieron el ceño pero acabaron cediendo. Después llegó otra exigencia del técnico franco-argentino-marroquí: cobrar por adelantado, por si las arcas del club no llegaban al fin de temporada con la liquidez necesaria para asegurar su salario. Nueva cesión del presidente Represa y del tesorero Román Asegurado, que tuvieron que saltarse las reglas del Gobierno para hacer llegar el dinero recorriendo un extraño itinerario Madrid-Tánger-Paris para no despertar sospechas en las aduanas.

Y una vez aquí, hecha la presentación como nuevo entrenador blanquivioleta, don Helenio apretó una vez más las clavijas exigiendo cobrar el doble que los jugadores en las primas por partido ganado. Teniendo en cuenta el desembolso ya realizado, no hubo más remedio que asumir esta nueva exigencia del entrenador que hubieran querido fichar otros muchos equipos, sobre todo el Atlético de Madrid, que quiso tenerle a orillas del Manzanares aunque aquel año acabó a orillas del Pisuerga.

Pese a la enorme expectación despertada, a las primeras de cambio llegó el primer bofetón: el 7-2 que le endosó al Athletic de Bilbao en San Mamés en el partido del debut del conjunto blanquivioleta en Primera División. Los jugadores echaron la culpa al entrenador por cambiarles de posición y provocar un caos táctico, y Helenio Herrera dijo que los responsables eran los jugadores por no haber sabido interpretar sus órdenes.

En el año 48, el Pucela se presentó en Chamartín con un 3-5-2 y se fue al descanso por delante... pero acabó perdiendo 4-1

Después se lograron tres triunfos ante Celta, Sevilla y Oviedo y otra derrota en Sarriá contra el Español, con las críticas apuntando a la portería que compartieron Rico, recién llegado del Levante y Goyo, formado en las filas del Alas. A Rico le metieron 12 goles en tres partidos y a Goyo 3 en los dos encuentros que jugó y que se ganaron.

Pese a todo, en la sexta jornada el Real Valladolid visitó en Chamartín al Real Madrid y don Helenio decidió que jugase Rico en la portería y que Coque, aunque viajó, se quedara en la grada. El once presentado por el Pucela fue: Rico; Busquet, Babot, Soler; Ortega, Lasala; Revuelta, Vaquero, Peralta, Rafa y Mario. Un 3-2-5 que respondía al modelo de la WM que el argentino había impuesto en el conjunto vallisoletano.

Gol de Vaquero

El Real Madrid, a quien dirigía un técnico británico llamado míster Keeping, salió a verlas venir y se encontró con un gol en contra, obra de Vaquero, a los 37 minutos. Los blanquivioletas estaban siendo más veloces y ambiciosos que sus rivales y se fueron al descanso con una corta pero merecida victoria. Lo malo es que después, H.H. echó atrás a su equipo y montó un muro por delante de su portería pensando en que podría mantener la ventaja hasta el final. Olmedo, Pahiño, Arsuaga y Montalvo se encargaron de demostrar lo contrario, concluyendo el partido con un rotundo 4-1, que tuvo diversas interpretaciones.

El crítico de El Norte de Castilla, Carmelo Sabater, que firmaba como Ceese, atizaba de lo lindo a Helenio Herrera: «La decisión de jugar en la segunda parte con siete defensas fue un grave error. Aquello parecía una Babel en la que nadie se entendía. Por eso llegaron los cuatro goles a pesar de que Rico estuvo bastante bien».

No debió pensar lo mismo el entrenador porque a raíz de ese partido pidió a los directivos que solicitaran al Real Madrid la cesión de uno de sus cuatro porteros: Bañón, Adauto, García Martín e Hilario.

La prensa de Madrid tenía otra visión del partido, deshaciéndose en elogios hacia el fútbol vallisoletano durante la primera parte, veloz, valiente y ofensivo que encontró el premio del gol de Julián Vaquero. El diario 'Pueblo' decía: «El mejor del Valladolid fue Babot, que anuló completamente a Pahiño y retrasó el triunfo madridista consumado cuando apenas quedaban diez minutos».

Al siguiente partido, contra el Deportivo de La Coruña, volvió a jugar Rico porque el Madrid no había decidido a quien ceder, aunque sería el último partido del catalán, porque llegó como cedido el madridista Hilario, que tampoco convenció a H.H. y pidió otro portero, el cuarto, José Luis Saso, procedente del Atlético de Madrid.

Por entonces, don Helenio ya estaba en conversaciones con los colchoneros a quienes avisó de que el Valladolid estaba negociando la incorporación del sueco Carlsson, que finalmente acabaría yéndose al Metropolitano.

Al margen de la revolución táctica, H.H impuso otra norma: la de que los jugadores viajasen en los desplazamientos con traje y corbata, obligatoriamente. Precisamente la fotografía que ilustra este reportaje se hizo en el Hotel Mediodía en la víspera del partido contra el Real Madrid el 17 de octubre de 1948. En fin, muchos cambios, muchas exigencias y pocos resultados, pues el Valladolid evitó el descenso por los pelos, clasificándose antepenúltimo.

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