Ningún equipo ascendió directamente desde la 2011-12 con los goles que lleva encajados el Real Valladolid

El resto de puestos están perfectamente definidos. Es el centro de la zaga el foco de todos los problemas, y también el más repartido. Si lejos quedan aquellos equipos que se empezaban a recitar por la pareja Olivas-Calero u Olivas-Salisu, aún más lejano se divisa el muro que levantaron Iñaki Bea y García Calvo –escoltados por Pedro López y Alberto Marcos– en el Valladolid de Mendilibar que ascendió de forma directa en la temporada 2006-07.

Catorce años han pasado ya desde que el Pucela pulverizara todos los récords de la categoría, Trofeo Zamora incluido, y la comparativa se hace irresistible. La contundencia con la que se empleaba la guardia pretoriana de Mendi dista mucho de la que a día de hoy ofrece el equipo de Pacheta, firme candidato a ocupar una de las dos primeras plazas a final de temporada.

El Pucela de Mendi alcanzó la jornada 19ª con 15 goles encajados (23 le han endosado ya al de Pacheta) y cerró el campeonato con 35 por los 70 que anotó. Desde entonces, solo el Depor de Oltra en la campaña 2011-12 –además del Numancia en la 2009-10 cuando había tres ascensos directos— ha podido superar su falta de solidez defensiva para ascender por la vía rápida. Los gallegos se fueron hasta los 91 puntos aquel año después de atravesar la jornada 19ª con 23 goles encajados (45 al final).

En la última década nadie ha podido repetirlo, y todos los equipos que han celebrado el ascenso directo han debido afilar sus uñas para sellar su portería. Espanyol y Mallorca en la pasada temporada son dos casos extremos, ya que apenas dieron concesiones a sus rivales con 9 y 7 goles encajados, respectivamente, a estas alturas de campeonato. El ejemplo que más se aparta de este axioma es el Rayo de la campaña 2017-18, que llegó a la jornada 19ª cuarto clasificado con 21 goles encajados.

En esa misma batalla estaba el Valladolid todavía de Luis César Sampedro, cuyas alegrías en defensa le llevaron a lamentar 30 goles encajados en este punto de la temporada –figuraba en 9ª posición–. El desenlace es por todos conocido tras la llegada de Sergio González, que se hizo cargo del equipo a ocho jornadas del final con la firme intención de frenar la sangría de goles que se recibían jornada tras jornada. Apoyado en un mayor protagonismo de jugadores como Nacho y Calero, Sergio dio con la tecla y el Valladolid se infló de confianza hasta alcanzar el 'play-off' en una inmejorable dinámica y ascender a la máxima categoría. Con un once que terminó recitándose de memoria, pareja de centrales incluida, aquel equipo superó las dos eliminatorias con 3 goles encajados y 9 anotados en cuatro partidos (Sporting y Numancia).

Para cerrar el círculo hay que citar al Valladolid de Djukic y la contundencia atrás de un equipo que pese a encajar solo 37 goles en 42 jornadas (17 en las primeras 19) no pudo hacerse con una de las dos primeras plazas –sumó 3 puntos menos que el Celta, 2º– y se plantó en Primera División por la vía del 'play-off' de ascenso.

El técnico serbio depositó su confianza en la pareja de centrales formada por Marc Valiente y Jesús Rueda, y el equipo respondió como un bloque sólido y compacto que mejoró los números del resto de equipos de la categoría. Solo el Celta de Herrera le igualó en goles encajados, en una campaña, la 2011-12, en la que el portero Jaime Jiménez levantó el Trofeo Zamora.