J. C. Cristóbal
Valladolid
Martes, 26 de noviembre 2024, 20:42
El Real Valladolid no encuentra suelo donde apoyarse en su caída libre. Con más de un tercio liguero jugado, es colista, el que menos goles marca, el que más en caja y, quizá como consecuencia, el más castigado con tarjetas amarillas. Y eso que las ... estadísticas no contabilizan las del entrenador y las del resto del cuerpo técnico. Paulo Pezzolano acumula en catorce jornadas en el banquillo (en realidad, trece, ya que la visita del Villarreal la vivió desde una cabina por sanción) nueve cartulinas, ocho por protestar o hacer observaciones al árbitro y una, la última, por encararse con su colega José Bordalás en el túnel de vestuarios del Coliseum de Getafe. El próximo sábado, contra el Atlético de Madrid, tampoco estará en su puesto de trabajo.
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Juan J. López
Nueve tarjetas son tres más de las que cosecha el futbolista más castigado de la temporada hasta el momento, el central marroquí del Alavés Abdel Abqar. Después hay una larga relación de nueve jugadores con cinco amarillas, es decir, que ya han cumplido un primer ciclo de suspensión, entre los que está el lateral blanquivioleta Lucas Rosa, que por ese motivo no pudo disfrutar del 2-3 en Mendizorroza, última alegría de los pucelanos. Varios compañeros pisan el alambre de quedarse una jornada en casa, con un expediente de cuatro que les tiene en el límite del castigo, son Juric, Torres, Cömert y Latasa, aparte del propio Pezzolano, que está a una amarilla de completar su segundo ciclo. El capítulo de indisciplinas del Real Valladolid se completa con la roja directa que vio Mario Martín en Vigo por una falta con «una fuerza excesiva», según la opinión del colegiado Hernández Maeso.
Los excesos de Pezzolano contagian al resto del banquillo, y es que el uruguayo no es el único miembro del equipo técnico castigado por el árbitro. Su ayudante Camilo Speranza, que estuvo al mando del equipo la tarde contra el Villarreal, siguió los pasos del jefe y fue amonestado por protestar a Hernández Maeso; el fisio José Ángel Gómez también recibió la amarilla por atender al lesionado Cenk centro del campo, «haciendo caso omiso» a las indicaciones de Cuadra Fernández, que casi de inmediato volvió a llevarse la mano al bolsillo para enseñar la tarjeta al propio Pezzolano. También hay una roja en el debe del banquillo, la que mereció Joaquín Papa en el triste desenlace del Sevilla-Real Valladolid, cuando Pulido Santana no pasó por alto la protesta del utilero, que salió del área técnica «gritando y gesticulando», según reza el acta arbitral. Paulo Pezzolano también amarilla esa tarde-noche.
Y es que el charrúa solo salió limpió en seis partidos, uno de ellos el ya referido contra el Villarreal, en el que dio las órdenes desde una de las cabinas del Zorrilla; los demás partidos sin castigo se concentran en las jornadas iniciales de Liga contra Espanyol, Real Madrid, Barça, Celta y Mallorca. La serie que se inició en la derrota contra el Rayo encadena seis jornadas consecutivas con una amarilla, o dos en el caso de la última en Getafe; ese partido de sanción impedirá prolongar la cuenta contra los del Cholo Simeone.
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Tampoco hay que llevarse a engaño con la actitud de Paulo Pezzolano. Así desembarcó en Valladolid y así le jaleó la afición pucelana en sus primeras semanas en la ciudad. En contra de la política que había seguido con Sergio González, y que recupera ahora, la de mantener al entrenador por mal que esté el equipo, Nazário no aguantó en el puesto a Pacheta, con un Real Valladolid a la baja, aunque fuera de los puestos de descenso, quizá al presidente brasileño le dolió el 6-0 y la imagen que sufrió en la primera línea del palco del Bernabéu. Pezzolano insufló una energía que no tenía el equipo y la grada se abrazó a los aires cancheros del u-ru-gua-yo, como suele entonarse cuando el fútbol de corazón y pierna fuerte manda en el campo.
Si repasan la hemeroteca verán dos imágenes que entonces fueron muy aplaudidas. En la portada de El Norte del día posterior a su debut (3-3 contra el Mallorca con empate fatal fuera de tiempo, otra seña de identidad del reciente Real Valladolid) se ve a Pezzolano enseñándole el reloj al árbitro Muñiz Ruiz, reclamándole más minutos de partido; y una semana después, en el mejor partido en Primera de la era Pezzolano, el 1-2 en La Cerámica, el charrúa se encara frente con frente con el árbitro Iglesias Villanueva, que le expulsó por encararse con Quique Setién, el entrenador del Villarreal. La acción le costó a Pezzolano ceder su sitio en el banquillo a Álvaro Rubio en los partidos contra el Girona en Zorrilla y contra el Valencia en Mestalla, el punto de inflexión hacia el infierno. Pezzolano reflexionó entonces y se contuvo ante arbitrajes tan cuestionados como los de Mateu Lahoz contra el Atlético y de Ortiz Arias contra el Sevilla.
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