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Paquito, la última vez que pisó Zorrilla como entrenador (VillarreaL); en detalle, cuando dirigió al Pucela.
Obituario

Muere Paquito, el gran mentor de los canteranos del Real Valladolid

Hizo debutar a Gail con 16 años y dio la alternativa a otros jóvenes, caso de Luis Minguela, Eutiquio o Sánchez Valles

José Anselmo Moreno

Miércoles, 21 de agosto 2024, 12:09

Hay una época de la historia del Pucela en que todo el mundo te habla de Paquito. Al final es como si le conocieras de toda la vida. Eso sucede pasado el tiempo, con el poso que dejan algunas personas en la vida de los ... demás. En esta época de discutir entrenadores, nadie discutía al asturiano (Oviedo, 1938), que se caracterizaba por confiar en jugadores de cantera. De hecho, hoy le lloran Minguela, Juanjo Aragón, Eutiquio, Juan Manuel, Pedro Duque o Gail, entre otros muchos.

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Y es que Paquito fue quien hizo debutar a Luis Miguel Gail, con 16 años, todavía con acné, porque para él no era ningún problema la edad. Tenía sus manías y era muy metódico, pero cuando veía posibilidades en un jugador lo ponía en el verde y le soltaba una charla interminable para quitarle toda la presión.

Es miembro de un exclusivo ránking de entrenadores con más partidos en el Pucela. Lo fue en las temporadas 77/78, 80/81 y 81/82 y en todas ellas dejó su sello. En la primera mantuvo al equipo con opciones de ascender hasta las últimas jornadas y acabó de dar la batuta del equipo a Borja Lara, tras haberlo hecho debutar Saso la temporada anterior.

Su segunda etapa en Pucela llegó tras el ascenso de la 79/80 con Eusebio Ríos. Ahí es donde se agiganta la figura de Paquito, que convirtió Zorrilla en un fortín tras una estrepitosa derrota ante el Sevilla, un partido en el que quitó a Djurovic a la media hora y puso a Santos porque el delantero sevillista Morete se le iba en el marcaje al balcánico. Así era Paquito, tenía cosas de Mendilibar mucho antes de Mendilibar. Aquel año la llegada de Gilberto equilibró todo y Paquito convirtió Zorrilla en un auténtico búnker. De hecho, mantuvo al equipo con una sola victoria fuera, en Las Palmas (0-2).

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Siempre estaba dispuesto a trabajar en pro de los intereses del club. Hubo una gira por latinoamérica al término de esa temporada y tal vez no era lo mejor para la planificación física de los jugadores, pero era un dinero extra para la entidad, que ya contaba con cartel allí al haber fichado a Gilberto. Paquito no puso ninguna pega. Ese mismo año, le recuerdo saltando al campo en un Trofeo Ciudad de Valladolid para separar a jugadores del Tampico mexicano y del Pucela, que se liaron a mamporros en el viejo estadio.

En 1982 era el entrenador en la inauguración del nuevo Zorrilla y también mantuvo al equipo con solvencia al ser noveno en la tabla, al final de una temporada llena de emociones. Precisamente al habla con Jorge, quien quitó el precinto al marcador del nuevo estadio, aún no se explica por qué no jugó como titular ese partido inaugural, cuando lo venía siendo siempre, pero habla de Paquito con la admiración que le profesan todos sus pupilos, fundamentalmente los jóvenes. También era el entrenador en el 50 aniversario del club y con Fernando o Gonzalo Alonso formó un tándem de personas sencillas, entregadas, currantes y eficaces en tiempos muy duros para el fútbol, sin más ingresos que las taquillas y los socios.

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Cuando Paquito se fue, siempre quedó la sensación de que un día volvería. Además de al Pucela, al que dirigió un total de 106 encuentros, entrenó también a Valencia, Hércules, Rayo, Osasuna, Racing de Santander, Las Palmas, Cádiz o Villarreal, donde logró sus mejores resultados. También fue jugador, campeón de liga con el Valencia. Antes, jugó en el Oviedo, equipo de su ciudad natal. Las estadísticas hoy están al alcance de todos, pero la personalidad y la manera de ser es lo que deja huella, eso no entra en el campo de los números.

Y es que Paquito dejó una marca imborrable en Valladolid, fue un líder inspirador y mentor para muchos chavales a quienes aconsejaba en cuestiones vitales y de educación. No solo les enseñó habilidades técnicas, inculcaba valores de trabajo y responsabilidad.

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Tenía también sus excentricidades. Como anécdota, en este contexto, a Jorge Alonso, un media punta o interior izquierdo, le hacia jugar con el número cuatro a la espalda en aquella época de fútbol cuadriculado y de marcajes al hombre, donde el 4 era siempre para el central y algún que otro desorden provocaba en los rivales.

Además de por su carrera profesional, Paquito era conocido por su bonhomía y su impacto positivo en la vida de los demás. Tocaba el corazón de la gente, por eso merecía un obituario más allá de los datos. Este miércoles ha fallecido a los 86 años.

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