Esta fue la formación más habitual en aquella brillante temporada en la que el Real Valladolid consiguió la mejor clasificación liguera de su historia, cuarto, con Ramallets de entrenador. De pie: Calvo, García Verdugo, Pini, Pinto, Ramírez, Sanchís; Aramendi, Endériz, Morollón, Rodilla y Molina

Morollón y Rodilla, la pólvora del Real Valladolid contra el Sevilla

La Vista Atrás ·

Los dos delanteros protagonizaron un grandioso partido contra los hispalenses la víspera de Nochebuena de 1962

jOSÉ mIGUEL oRTEGA

Valladolid

Sábado, 20 de marzo 2021, 08:13

Temporada 1962-63. El Real Valladolid, que había retornado a primera la campaña anterior, se convirtió en la revelación de la Liga, gracias al futbol ofensivo y espectacular que le había inculcado Antonio Ramallets, legendario portero internacional que, sin embargo, debutaba como técnico al frente ... del conjunto blanquivioleta.

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La apuesta del presidente José Miguel Arrarte entrañaba su riesgo porque, aunque a Ramallets se le recordaba con cariño de la etapa en que fue portero del equipo que quince años antes había subido de tercera a segunda, su falta de experiencia en los banquillos era un hándicap que no tardó en despejarse.

Antonio Ramallets acababa de colgar las botas después de una larga y brillante trayectoria en el Barcelona y en la selección nacional, obteniendo aquel mismo año el título de entrenador. Era un tipo inteligente que había asimilado lo mejor de cada técnico para crear su propio sistema de juego. Un estilo propio para un equipo joven y ambicioso.

Pronto se pudo comprobar que además de buenos resultados, el Valladolid ofrecía espectáculo y trataba de tú a tú a equipos con un presupuesto muy superior al suyo. Por ejemplo al Sevilla, a quien recibió en la decimotercera jornada del Campeonato, el 23 de diciembre de 1962.

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El equipo andaluz, al que entrenaba un viejo conocido de los aficionados, Antonio Barrios, se había reforzado de tal manera que sus seguidores con fiaban en verlo luchar por todo. En sus filas, junto al veterano Campanal, estaban el paraguayo Achúcarro, el brasileño Canario, el ex – madridista Mateos y el rápido extremo Oliveros, jugadores todos ellos de probada categoría que constituían una seria amenaza en cualquier campo.

El Valladolid tenía bajas importantes en sus filas, como el meta Zumalave y el medio Sanchís, lo que hacía aún más complicado aquel encuentro en vísperas de Nochebuena que, con arbitraje del navarro De Luis Quel, tuvo a los siguientes protagonistas. R. Valladolid: Calvo; García Verdugo, Pini, Pinto; Ramírez, Endériz; Aramendi, Rodríguez Suárez, Morollón, Rodilla y Molina. Sevilla C.F.: Mut; Juan Manuel, Campanal, Luque; Ruiz Sosa, Achúcarro; Oliveros, Moya, Areta, Mateos y Canario.

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Tal vez los que mejor encajaron en la mentalidad ofensiva del entrenador blanquivioleta fueron Morollón y Rodilla que, aunque ya habían probado su eficacia goleadora, fue en aquella temporada cuando se postularon como serios aspirantes al Trofeo «Pichichi». De hecho fueron ellos dos los que resolvieron el comprometido lance que presentaba el Sevilla.

Morollón abrió el marcador en el minuto 21, y aunque Oliveros empató a poco de comenzar la segunda parte, el propio Morollón acreditó nuevamente su olfato goleador con un nuevo tanto a los 56 minutos, para que Rodilla cerrase definitivamente el resultado marcando el 3-1 en el minuto 75. La pólvora blanquivioleta hizo saltar el entramado defensivo que, a raíz del empate, había colocado Antonio Barrios por delante de su área.

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El triunfo no solo fue un estupendo regalo navideño para los aficionados, sino también el pasaporte para que Morollón debutase a los 25 años con la selección nacional absoluta, solo un par de semanas después de aquel partido, concretamente el 9 de enero de 1963, contra Francia.

José María Sánchez Rodilla, que entonces tenía 22 años, también tuvo ocasión de jugar con la selección B aquella misma temporada, como premio a su gran trayectoria en el equipo blanquivioleta.

El Real Valladolid consiguió con la dirección de Ramallets, y los goles de Morollón y Rodilla, la mejor clasificación de su historia, cuarto, con los mismos puntos que el Oviedo, tercero, y seis más que el Sevilla, que acabó undécimo, muy lejos de lo que sus seguidores esperaban. De hecho a Barrios le costó el puesto, pues a dos jornadas del final fue sustituido por un hombre de la casa, el ex – guardameta José María Busto.

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Además, Emilio Morollón fue segundo en la clasificación del Trofeo «Pichichi», con 20 goles, y Rodilla tercero, con 16. Un formidable rendimiento que no pasó desapercibido para otros clubs con mayor potencial económico que el Valladolid. Morollón fichó por el Real Madrid y Rodilla por el Español, culminando una serie de bajas importantes que terminaron dando con el conjunto blanquivioleta en segunda división. Y esta vez para mucho más tiempo del que se pensaba…

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