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Miguel Ángel Gómez en la hemeroteca de El Norte en junio del año pasado. G. Villamil
Miguel Ángel Gómez, la argamasa del Real Valladolid

Miguel Ángel Gómez, la argamasa del Real Valladolid

El director deportivo ha demostrado de nuevo su ojo clínico para los fichajes, pero su labor tiene más profundidad de lo que se ve a simple vista

Lunes, 13 de mayo 2019

Miguel Ángel Gómez (Hinojosa del Duque –Córdoba–, 31-05-1975) es la segunda gran piedra angular del éxito de la permanencia. Por él han pasado casi todas las decisiones respecto a incorporaciones y fichajes para la plantilla con el límite salarial más bajo de Primera División. Y en su ojo clínico para ver más allá del futbolista y en su capacidad para limar tensiones y unir voluntades en pos de un objetivo común se puede encontrar dos de las claves que explican la hazaña blanquivioleta. Sin este andaluz risueño, menudo y aficionado a correr por la orilla del Pisuerga, el futuro del Real Valladolid no se habría escrito como se ha escrito

Pese a su excelente trabajo en las dos temporadas que lleva en el club, hay un permanente runrún sobre su continuidad. Y todo porque en una entrevista en el La 8 de Televisión Castilla y León Ronaldo habló sobre él de forma tibia y poco entusiasta, justo después de haber hecho lo contrario con la figura de Sergio. Una situación que el club resuelve, aún hoy, diciendo por activa y por pasiva que Gómez tiene contrato en vigor.

Pero la labor de Gómez ha ido más allá de lo meramente futbolístico. Su condición de licenciado en Psicología se ha convertido en la argamasa que ha mantenido unido el bloque en los momentos de más tensión. Siempre dispuesto a escuchar y a echar una mano, su complicidad con los jugadores ha sido el mejor refuerzo a la autoridad de Sergio. Ambos forman una dupla casi perfecta, porque ambos convencen con argumentos. De hecho, Gómez diseñó con el entrenador la argucia psicológica de hacer regresar al vestuario al momento en que Sergio llegó en abril de 2018. Un juego que llamó poderosamente la atención de los jugadores y les hizo cambiar la clavija mental que les estaba bloqueando en el campo.

Lo cierto es que su salida no sería fácil de digerir por la masa social del club. E incluso sería incomprensible y equivocada para una buena parte de los abonados. Gómez fue el responsable directo de la llegada de Sergio, pero también de Masip, de Kiko Olivas, de Nacho, Alcaraz, Waldo... El hombre que convenció a Luis César Sampedro de que Anuar, Toni y Calero debían formar parte de la primera plantilla y que logró que Suárez le hiciera a Jaime Mata una oferta impensable para las posibilidades del Real Valladolid. Pero el madrileño ya lo tenía todo hablado para entonces con el Getafe. Nombres, todos, determinantes en el devenir del club el pasado curso y este.

El maldito delantero

El momento más delicado de la temporada fue, sin duda, aquel partido en Gerona con el que se abría el curso. Ese día el Valladolid se presentó con Chris Ramos como único delantero. Una situación insólita para un equipo de Primera División: estrenarse con un chaval que venía de Segunda B como única referencia. Para entonces ultimaba con el Villarreal la cesión de Ünal y con el Standard de Lieja la de Duje Cop. En un mercado inflacionario como el del fútbol, ya el verano anterior reconoció que, cuando se puso a tantear delanteros una vez consumado el ascenso, se encontró con que nadie se ponía al teléfono si la oferta era inferior a 1,5 millones de euros. Y esa cifra era prohibitiva para el Pucela.

Al final, las buenas relaciones de Carlos Suárez con Fernando Roig posibilitaron la llegada del delantero turco, que ha acabado siendo determinante en la consecución de la permanencia. El favor del equipo de La Plana fue agradecido en público por Miguel Ángel Gómez, máxime si se tiene en cuenta que también cedieron a Leo Suárez.

Echando la vista atrás, su único error ha sido la contratación de Ivi. El madrileño no ha sido -ni en Pucela ni en Gijón- sombra de lo que fuera en aquel Sevilla Atlético que goleó al Valladolid entrenado por Paco Herrera. Poca munición como para atacarle.

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