A seis meses de retirarse del fútbol tras 502 partidos como profesional (182 en Primera, 172 en Segunda, 85 en Segunda B, 44 de Copa del Rey, 11 de UEFA y 3 con las categorías inferiores de la selección española), Míchel vio la roja ... por primera y única vez en un encuentro.
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Fue el 21 de diciembre de 2011, en un choque de Copa del Rey que enfrentaba al Rayo Vallecano con el Racing de Santander. El entonces mediocentro rayista no tuvo que marcharse a vestuarios anticipadamente por una falta o un agarrón, sino por entrar en el campo protestando al colegiado, cuando ya había sido sustituido. Con esa furibunda acción escribía por aquel entonces Miguel Ángel Sánchez Muñóz (Madrid, 1975) algunas de las últimas líneas de su historia deportiva en el club de Vallecas, donde ya era un ídolo entre la afición después de 17 temporadas peleando por ese escudo.
En sus veinte cursos como profesional solo jugó tres de ellos lejos de la afición que le vio crecer, con sendas experiencias en Almería, Murcia y Málaga, de donde siempre regresó al club de su vida, donde realmente era capaz de demostrar sus dotes futbolísticas.
Diestro, de mucha clase y llegador es, con 67 tantos, el máximo anotador histórico rayista y entre sus estadísticas destacan algunas grandes actuaciones como el triplete que le anotó a la Real Sociedad en el 2000 o el doblete que logró ante el Constel·lació Esportiva de Andorra en una histórica eliminatoria de UEFA que terminó con un global de 16-0, récord del campeonato. En aquella edición de la ya extinta competición (la 2000-2001), el ahora entrenador anotó un total de seis goles en once encuentros, con un Rayo brillante que llegó hasta cuartos de final.
Con todo esto a su espalda (y también tras haber vivido en las filas de los rayistas tres descensos y cuatro ascensos entre Primera y Segunda) a los 36 años colgó las botas en el año 2012. A partir de ahí, y tras una corta etapa de formación, continuó con su leyenda, pero desde el banquillo.
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Comenzó entrenando al Rayo Juvenil y la destitución de Rubén Baraja como técnico del primer equipo en febrero de 2017 le puso a la cabeza de los designios de los suyos, que marchaban decimosextos en Segunda, con tan solo un punto de ventaja sobre los puestos de descenso en la jornada 26.
Salvó al equipo no sin complicaciones (terminó sacando 5 al UCAM Murcia, el descendido que más sumó en aquella ocasión) y en el curso siguiente supo dar un golpe encima de la mesa para llevar al club de vuelta a Primera. Les costó coger el ritmo en la primera vuelta de LaLiga 123, pero a partir del parón de Navidad fueron como un auténtico tiro, con tan solo dos derrotas en los primeros cuatro meses del año. La grandísima racha les sirvió primero para atar el ascenso directo con una jornada aún por disputarse y después para ganar la liga, por delante del Huesca.
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Hace dos meses, tras perder ante el Getafe y con el equipo último de la tabla, su afición estalló a cantar en Vallecas: «Nos sacó de Segunda, del Rayo hasta la tumba. Míchel contigo siempre», lo que por un lado le hizo llorar de emoción y por otro demostró que pese a los malos resultados cosechados este año cuenta con un enorme respaldo entre la masa social del equipo de su vida. Ahora, tras sumar 13 puntos en 17 jornadas, se enfrenta al reto mayúsculo de salvar al equipo. Todos confían en su mariscal.
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