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José Miguel Ortega
Viernes, 7 de marzo 2025, 17:10
Como casi todos los clubs de fútbol, el Valencia se fundó en un café por los componentes de una tertulia que empezaron hablando de política y terminaron haciéndolo de foot-ball porque este deporte de importación se estaba extendiendo irremediablemente por la geografía hispana.
En la capital levantina ya se habían constituido varios equipos, entre ellos el Deportivo Español, que jugaba sus partidos en un solar llamado Algirós, como la barriada valenciana en la que se encontraba. Aquel primitivo «Algirós» fue escenario de una tragedia en los primeros días de 1919, cuando un jugador españolista, Luis Bonora, sufrió una grave fractura de la pierna al chocar con un rival del Ilice F.C. y, aunque fue trasladado pronto al hospital de Elche, una inesperada complicación acabó con su vida. Tenía solo 21 años de edad.
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El Deportivo Español desaparecería como consecuencia de la trágica muerte de su jugador, pero no tardó en ocupar su puesto un nuevo equipo, el Valencia Club de Football, que se fundó el 18 de marzo de 1919 por los componentes de la tertulia del Bar Torino, un elegante establecimiento situado en la calle Barcelona, que ya ha desaparecido.
Uno de los integrantes de la tertulia, Augusto Milego, fue elegido presidente por sus compañeros y un par de meses después, el 19 de mayo, el Valencia jugaba su primer partido en Castellón contra el Gimnástico, que ganó por 1-0.
Aunque aquel grupo de apenas media docena de equipos había despertado la curiosidad de los aficionados, la irrupción del Valencia C.F. fue determinante para la captación de seguidores, sin duda porque llevaba el nombre de la ciudad y se perfilaba como el más representativo de todos ellos.
Con un alquiler de 100 pesetas mensuales, «Algirós» fue el escenario de las primeras patadas de los jugadores valencianistas y del partido de revancha contra el Gimnástico de Castellón, que concluyó con empate a un gol. A diferencia de los que antes se habían jugado en el mismo escenario, en este encuentro había que pagar entrada porque, siguiendo la normativa de la Federación Española sobre el cerramiento de los campos de fútbol, los directivos del Valencia aportaron dinero para levantar una valla de cañizo y dotar a la instalación de vestuarios, taquillas y bar.
Allí jugó el Valencia sus cuatro primeros años de existencia, porque a tenor del incremento del número de seguidores, no hubo más remedio que buscar un terreno de mayor extensión y mejores condiciones para poder dotarlo de hierba. Y después de valorar varias opciones, los dirigentes se inclinaron por el cercano a una acequia llamada Mestalla.
Algo más de 300.000 pesetas tuvieron que desembolsar para hacerse con la propiedad de un campo que se inauguró el 20 de mayo de 1923 con un partido contra el otro gallito del futbol de la capital, el Levante, en el que los valencianistas se impusieron por 1-0.
El nuevo campo, de nombre «Mestalla» como no podía ser de otra manera dada su ubicación, no tardó en convertirse en un estadio con capacidad para 17.000 espectadores con varias filas de butacas y gradas de pie, a las que cuatro años después se añadió una elegante y confortable tribuna que fue la envidia de los rivales, cuando lo visitaban.
Además de los encuentros de los torneos regionales y de la Copa de España, «Mestalla» acogió varios partidos internacionales amistosos frente a rivales de prestigio, como el Dundée escocés y el Meteor de Praga, checo, aunque los encuentros oficiales comenzaron en la temporada 1928-29, la de la primera Liga española, con el Valencia en segunda división, formando parte de un grupo en el que había otros equipos de categoría: Betis, Oviedo, Deportivo de La Coruña, Alavés, Celta y Sevilla, concluyendo en quinta posición para caer eliminado después en la Copa de España frente al Real Madrid.
Dos temporadas después, el Valencia había subido a primera división empujado por una afición creciente y orgullosa del progreso de su equipo y de las comodidades que ofrecía el estadio de «Mestalla», uno de los más importantes del fútbol español que ya había sido escenario de un atractivo encuentro internacional, España-Italia.
La temporada 1931-32, ya en primera división, sirvió para medir sus fuerzas con los grandes no saliendo malparado de aquellos duelos, ya que terminó clasificado en séptima posición. Precisamente al concluir la Liga, el campeonato de la Copa de España sirvió para que el Valladolid –la República había borrado el nombre de Real- visitara por primera vez el campo de «Mestalla», pues el sorteo le emparejó con el Valencia en la primera ronda eliminatoria.
El 10 de abril de 1932 se jugó en el campo de la Sociedad Taurina el choque de ida finalizado con un esperanzador empate (1-1) de cara al encuentro de vuelta, que se jugó en terreno valencianista una semana después. Piolín y Rino pusieron por delante a los levantinos, pero en la segunda mitad un gol del vallisoletano Julio, que también había marcado en el primer partido, puso en serios apuros a un Valencia que no tardaría en ser uno de los equipos punteros de nuestro fútbol.
Y siempre, desde 1923 hasta hoy, jugando en «Mestalla», el estadio más antiguo de cuantos acogen partidos de la Liga de 1ª división, sin haber cambiado de ubicación ni de nombre. El Valladolid juega esta tarde en el mismo escenario en que lo hizo el 17 de abril de 1932, perdiendo 2-1 en un partido de Copa. Ya ha llovido…
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