La mejor de las victorias de Pacheta
Pausa de hidratación ·
La gestión del caso Plata ha puesto a prueba y también reforzado los valores del club. En caso del técnico prefirió sonrojarse un día en lugar de vivir colorado toda la temporadaPausa de hidratación ·
La gestión del caso Plata ha puesto a prueba y también reforzado los valores del club. En caso del técnico prefirió sonrojarse un día en lugar de vivir colorado toda la temporadaSe nos acusa en no pocas ocasiones de generar controversia, de buscar el charco, el fango, a veces incluso de no alinearnos ni ser sensibles con el club aun a costa de dar la espalda a la realidad. Y sin embargo en las últimas horas ... uno ha encontrado un motivo para congraciarse con aquel club que me vio gatear y dar los primeros pasos, y que creía enterrado para siempre. Aquel que llevaba a gala la transparencia y no escondía más de lo que ocultaban las columnas del Viejo Zorrilla.
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El ejemplo que ha dado no es otro que en la gestión del incidente de Gonzalo Plata, afrontando de cara y sin dobleces ni medias tintas las consecuencias de un hecho reprobable de principio a fin. No faltaron reflejos, si pasamos por alto que alguien en ese vestuario debería haberle llamado la atención en anteriores escapadas nocturnas, y la toma de decisiones está resultando impecable mientras dure el luto. Y dentro de ese notable alto –el punto que le quito al sobresaliente tiene que ver con no hacer pública la multa que deberá pagar. Lo de la privacidad es muy relativo cuando juegas con la vida de las personas–, no me olvido de Pacheta, que ha sabido capear el temporal con la precisión de un cirujano. Debo reconocer que soy uno de los que esperaba con la escopeta cargada para atizar al técnico en caso de que hubiera alineado/convocado al ecuatoriano apenas 79 horas de conducir borracho por el centro de la ciudad y saltarse, además del semáforo, todos los códigos de convivencia que imperan en nuestro día a día, incluido el interno que debe regir en todo vestuario.
En el dilema moral que se le presentó, Pacheta me hizo sospechar con sus primeras palabras que prefería una victoria a toda costa antes que dar una lección, ya no al jugador, que también, sino a todos los que tiene y tendrá a sus órdenes a lo largo de su vida de entrenador, sin olvidarnos de todos aquellos niños que ven en los futbolistas un espejo en el que reflejarse y proyectar una hipotética carrera profesional.
Corría el riesgo de elegir barcos sin honra y no cayó en la tentación. Prefirió sonrojarse una vez –dos con la Copa– en lugar de vivir colorado toda la temporada delante de sus suplentes, también jugadores del club, que sí acatan, cumplen y respetan las normas internas.
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Tenía dos caminos y eligió el menos fácil. Recordó que no siempre gana el que consigue la victoria y que muchas veces el mejor de los triunfos conlleva una derrota. Y sus convicciones le han dado la mejor recompensa. También a mí. Hoy el Valladolid de Pacheta tiene tres puntos más en la clasificación, y el mío ha cosechado la mejor de las victorias. No dejar pasar de largo la oportunidad de ser un ejemplo para aquellos que vistan su camiseta cuando Plata ya no esté.
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