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Fernando Alonso cimentó su leyenda en las primeras curvas de cada carrera que disputaba en algunos de sus primeros años al volante de un fórmula 1.
Durante su etapa dorada fiaba buena parte de su suerte final al primer acelerón. Sin mirar atrás, jugándosela en el cuerpo a cuerpo por el mejor hueco al llegar al viraje después de la larga recta de meta, apretando los puños para salir indemne de la montonera. Gracias a algunas de esas míticas actuaciones plenas de valor -que aunque obligasen a madrugar mucho o a trasnochar eran seguidas por millones de personas en España- logró, en muchas ocasiones, hacerse con un puesto en el cajón de los primeros, cuando nadie daba un duro por él.
El Real Valladolid está sufriendo en los últimos partidos en casa lo que debieron pensar en aquellos momentos los rivales del asturiano. Una carrera es más o menos igual de larga que un partido de fútbol, y si nada más ponerse en verde el semáforo te pasan y se ponen delante de ti... Sabes que te toca remar mucho, mucho y nadie te garantiza recuperar lo ya perdido.
El gol de Medrán ayer a los 29 segundos del pitido inicial es el más rápido del último año en Primera (desde el de Fabián con el Betis el 6 de enero de 2018 a los 21 segundos) y, desde luego, el más fugaz de los que ha encajado el equipo de Sergio en lo que va de liga. Hasta otros tres los ha recibido antes de cumplirse el minuto diez del encuentro; una cuenta que se dispara a los siete en contra cuando el lapso se alarga hasta la primera media hora.
El problema pasa porque el conjunto pucelano ha sido incapaz de vencer en ninguno de los partidos en los que en la primera media hora se ha puesto por debajo en el marcador. Ayer en Zorrilla perdió, igual que le ocurrió frente al Leganés (2-4 tras encajar el 0-1 en el minuto 10) y el Atlético de Madrid (2-3 después de que Kalinic adelantase a los suyos en el minuto 25). Corrió idéntica suerte en Sevilla (derrota por 1-0 con gol de André Silva en el 29), aunque le fue algo mejor con los empates frente al Celta (3-3 después del 1-0 de Iago Aspas en el minuto 4 y el 2-0 de Maxi Gómez en el 8) y el Espanyol (1-1 tras igualar Verde el gol que Borja Iglesias anotó en el 19).
Los tantos que recibe el Real Valladolid están distribuidos perfectamente; ha encajado diez en las primeras partes de partido y otros tantos en las segundas, pero el tramo desde el minuto uno hasta el treinta es el que peor se le da. Además de los siete que ha encajado en ese trecho, ha recibido tres en la recta final de los primeros tiempos (de Óscar, Aduriz y Griezmann), aunque en las segundas partes sus goles en contra están mucho más repartidos. Postigo les hizo el más cercano al paso por vestuarios (minuto 46) e Ibai el más tardío (92).
El Real Valladolid ha demostrado mucho coraje no dando ningún partido por perdido y ofreciendo casi siempre lo mejor de sí mismo en las segundas partes, al menos en la faceta anotadora. Solo cuatro tantos de los dieciséis a favor de los de Sergio se consiguieron en la primera entrega de un partido (ante Celta, Huesca, Betis y Real Sociedad) y ninguno en los primeros quince minutos.
Ha hecho tantos goles el Pucela en los descuentos como en las primeras mitades. Leo Suárez rescató un punto en Balaídos con un tanto en el 93 (3-3), Verde otro en Zorrilla ante el Espanyol en el 91 (1-1)y Óscar Plano otro más en San Mamés en el 92 (1-1). Ünal también anotó en el segundo minuto añadido, pero el suyo no sirvió de nada porque fue el 2-4 de la derrota ante el Leganés.
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